Un tormento a regañadientes

Cuando Long Ju escuchó la confirmación de Shen Tu, soltó una risita. ¿Así que realmente era Mo Qiang quien estaba limpiando el océano? Entonces esa mujer tenía mucho valor para ignorar su territorio.

Se volvió a mirar al tritón que estaba atado en la esquina de su estudio como un perro desaliñado y rió entre dientes—. ¿Escuchaste eso, Li Li? Es tu cuñada la que está limpiando el océano. ¿Por qué no estaba al tanto de esta habilidad de tu cuñada, me estás ocultando secretos?

Xie Li levantó la cabeza y miró a Long Ju con los ojos enrojecidos por el borde. Sus ojos contenían tanto odio que, si no fuera porque estaba atado, habría matado a Long Ju. Aprieta los dedos mientras sus manos descansaban sobre sus muslos, luego apretó los dientes y escupió:

— Aléjate de ellos… ya es bastante malo que me hayas arruinado sin razón... ¡No permitiré que arruines a mi hermano!