No te pongas astuto con mi querido anfitrión

—Aún estoy aquí, hermano. Por todos los medios, no necesito esa imagen en mi cabeza —dijo Xie Jie.

Incluso Mo Qiang se descolocó cuando inclinó la cabeza y luego preguntó confundida.

—¿Qué dijiste? Estaba preocupada de haber escuchado mal. Porque no había manera de que este tritón le acabara de preguntar si quería chupar su miembro, ¿verdad? —se preguntó a sí misma.

Tal vez los medicamentos estaban jugando con ella.

—Dije que si quieres algo dulce entonces tengo barquillos de maíz con sirope de arce, ¿por qué? ¿Qué escuchaste? —preguntó Yin Fu con una mirada inquisitiva que solo confundió más a Mo Qiang, cuyo rostro se tiñó de rubor mientras entreabría los labios.

—Pensé que decías que... puedo ch*par tu... —se detuvo al darse cuenta de que en verdad estaba mareada por la gota. Si no, ¿cómo podría decir algo así sin siquiera considerar la situación?

Yin Fu parpadeó y luego llevó su mano a los labios mientras exhalaba sorprendido.