—Elliana, sinceramente, todavía no has dado una razón clara por la que te vas. ¿No hay nada que podamos hacer para ayudar? —preguntó Samantha, con una expresión triste en su rostro mientras estaban sentados alrededor de una mesa redonda en las salas VIP de uno de los restaurantes famosos.
Elliana se secó suavemente los labios antes de levantar la mirada.
—Me temo que no se puede hacer nada. Todos los asuntos son discutidos por mi guardián y —comenzó a decir, pero Melony la interrumpió antes de que pudiera seguir hablando.
—Pero si ya tienes dieciocho años, literalmente tienes el derecho a negarte a sus órdenes. Si se trata de quedarse, siempre puedes quedarte en mi casa —dijo Melony, y Elliana miró a los ojos de la chica.
Aún tenía que preguntarle a esta llamada amiga suya cómo diablos logró conseguir tales bebidas viles para brujas, y quién le pidió que le diera esa bebida a ella.
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