Anastasia jadeó, aspirando aire como si hubiera visto un fantasma en el corredor, ya que el príncipe maldito no parecía menos que un espectro con sus ojos oscuros y de aspecto hueco. El joven le preguntó:
—¿A dónde me llevas? Como Gabriel no había notado a Dante, puso su mano sobre la de Anastasia como para detenerla, sin darse cuenta de que ella había detenido sus pasos unos segundos antes.
Ante la mirada de Dante que pasaba de sus ojos a la mano del sirviente sobre la de ella, Anastasia rápidamente soltó la mano y se apartó de él, a pesar de que el daño ya estaba hecho.
—Un sirviente y una doncella escabulléndose por un corredor poco iluminado —comentó Dante con tono apagado mientras se dirigía a situarse frente a ellos.
—Príncipe Dante, yo estaba ayudando a... —Gabriel comenzó a explicarse, solo para cerrar la boca cuando Dante dirigió su mirada estrecha hacia él, claramente molesto.
Apoie seus autores e tradutores favoritos em webnovel.com