Cooke estaba golpeteando el suelo con sus gorditos pies con impaciencia, sus brazos cruzados y sus cejas fruncidas, sintiéndose increíblemente irritado.
Miraba la larga fila frunciendo el ceño, el ceño de su arrugado rostro se profundizaba más al ver las cestas tejidas llenas de varios artículos en los brazos de los compradores.
—¿Cuándo será mi turno? ¿Quedarán suficientes cosas cuando finalmente entre?
¡Le picaba tanto la curiosidad! ¡Quería entrar ya!
¡De ello dependía su subsistencia! ¡Literalmente!
Cooke realmente no sabía qué le había pasado por la cabeza al comprar una unidad comercial con toda su riqueza dadas las condiciones actuales.
—¡No podía hacer nada con ella en absoluto, excepto dormir en el segundo piso, tal vez!
Era un cocinero profesional, sí, y también había sido juzgado por el Sistema como tal. Pero, ¿y qué?
—¡No podía hacer nada! ¿Quién le dijo que no había ingredientes? ¡Realmente no lo había considerado!
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