—De hecho, acabo de tener una reunión con Rafe y Cai —exclamó Dora, observando a Kael mientras conducía, sus nudillos firmemente apretados alrededor del volante. Conducía como un hombre poseído, empujando el coche más rápido de lo necesario.
Sin decir una palabra, Kael extendió la mano hacia la pantalla del tablero, pulsándola con más fuerza de la necesaria. El sonido de un teléfono sonando llenó el coche, y los ojos de Dora se abrieron de sorpresa. Un instante después, la voz del Príncipe Rafael respondió a la llamada en el altavoz del coche —Kael, justo iba a.
Pero Kael lo interrumpió antes de que pudiera decir otra palabra —Tu próxima reunión con Dora se ha pospuesto para hoy —murmuró Kael con frialdad—. Haz lo que quieras.
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