Joey se encuentra con Roxy, la hermana gemela de Ross, quien está conversando animadamente con un grupo de amigos cerca de su casillero. La atmósfera es alegre y distendida, ya que las risas resuenan en el aire, lo que sugiere que están disfrutando de una charla muy entretenida. La conexión entre ellos es evidente, y la energía positiva que emana del grupo es contagiosa, atrayendo la atención de quienes pasan cerca.
Roxy, con su piel clara y ojos azules, destaca por su largo cabello rojizo que cae lacio hasta la cintura, adornado con algunas pecas que le dan un toque especial a su rostro. Su estilo se compone de una chaqueta a cuadros en tonos rojos y negros, combinada con unos jeans oscuros y botas rojas que reflejan su personalidad vibrante. Desde su infancia, Roxy ha sido una amiga cercana de Joey, a quien conoció en el parque. Aunque él ha sentido un amor profundo por ella a lo largo de los años y ha intentado confesarle sus sentimientos, Roxy lo aprecia sinceramente, pero lo considera solo un amigo entrañable.
—Roxy Rubes será mi esposa, no me rendiré, aunque ella solo me vea como un amigo. Estoy decidido a cambiar su opinión—declaró Joey, admirando su belleza.
Danny observó a la pelirroja de rostro pecoso.
—Si ella se enamora de ti... ¿Sabes que tu cuñado será Ross? No puedo imaginar cómo sería eso—le advirtió su amigo.—Se odian tanto que son como el agua y el aceite.
—Solo aguanto a ese tonto pecoso por Roxy—afirmó Joey.
La pelirroja y sus amigos pasaron junto a ellos.
—Hola, Roxy—saludó Joey con una sonrisa amigable.
—Hola, Joey—respondió la pelirroja al mirarlo.
Ella sigue su camino.
—¡Roxy, espera! —grita Joey mientras se aproxima a ella.
—Pueden continuar, hablaré con Joey —informa Roxy al detenerse y mirar a sus amigos.
Sus amigos prosiguen su camino mientras ella se queda atrás.
—Quiero invitarte al cine el sábado, sé que te gustan las películas de ciencia ficción—comentó Joey, con un ligero sonrojo.
—¿Ir al cine contigo? No estoy segura de si debo aceptar, Joey...—respondió Roxy, con un tono de desilusión.
—¿Por qué no?—inquirió Joey.
—Recuerdo que la última vez que me invitaste a salir, no apareciste, no sé qué estabas haciendo, pero me dejaste plantada—argumentó Roxy, intentando disimular su molestia.
—Te lo expliqué, surgió un problema y no pude encontrarte —declaró Joey.
—En realidad, nunca me dijiste qué hiciste ese día, sigue siendo un total misterio—cuestionó Roxy, buscando una respuesta.
—Te prometo que esta vez cumpliré mi palabra —aseguró Joey.
—Ya que estamos tratando este tema, me gustaría saber el enigma que has estado guardando desde aquel día, Joey —manifestó Roxy.
—Eso parece ser más significativo que dejar a tu amiga esperando por dos horas —comentó.
—De acuerdo, te diré lo que pasó ese día, aunque no sé si me vas a creer —expresó Joey.
—Está bien, cuéntame lo que sucedió y veremos si puedo creerte —respondió Roxy.
Joey tenía una memoria vívida del momento en que salió de su hogar aquel sábado 28 de julio de 2023, preparado para su cita con Roxy Rubes. Se acercó a la mesita de cristal en la sala, donde estaban las llaves del automóvil de su padre, Jonathan, y las tomó con determinación. Al cruzar el umbral de la puerta, se dirigió hacia el garaje con la intención de encender el vehículo, pero justo cuando estaba a punto de abrir la puerta, su atención fue capturada por una lujosa camioneta negra que se detuvo a unos 25 metros de su casa. La casa de la Profesora Scroll se encontraba a esa misma distancia, lo que hizo que la situación le pareciera aún más intrigante. La presencia de ese tipo de vehículo en su vecindario era inusual, lo que le provocó una sensación de inquietud. Dos hombres, vestidos completamente de negro y con gafas oscuras, descendieron de la camioneta, lo que llevó a Joey a pensar que podrían ser agentes del gobierno, por lo que decidió seguirlos con precaución. En ese instante, observó a su antigua profesora, la señora Scroll, salir de su casa, luciendo un elegante traje negro y sosteniendo un objeto cubierto con una manta blanca que no lograba identificar. Sin dudarlo, Joey sacó su teléfono móvil y comenzó a capturar imágenes de la escena, asegurándose de registrar incluso el número de matrícula de la camioneta.
—La Profesora Scroll se viste como un agente del gobierno y esa camioneta nunca se muestra por el vecindario, algo extraño está sucediendo aquí —mencionó Joey frunciendo el ceño.
—Siento que Scroll está ocultando algo —añadió.
—Tengo una cita con Roxy, pero no puedo dejar pasar esta oportunidad, debo averiguar qué está ocultando la Profesora. Siempre me ha parecido una mujer extraña y ahora lo acabo de confirmar.
La Profesora Scroll se sube a la camioneta mientras Joey se agacha, intentando permanecer fuera de su vista. A medida que el vehículo se aleja, él decide seguirlo con cautela, asegurándose de que su presencia no despierte sospechas entre los ocupantes de la camioneta. Su corazón late con fuerza mientras se mueve sigilosamente, consciente de que cualquier error podría delatarlo.
Joey mantuvo su seguimiento hasta que la camioneta llegó a la ciudad. Al observar que el vehículo se introducía en un callejón, optó por detenerse para no ser descubierto. Sin embargo, la curiosidad lo llevó a arriesgarse y salir del auto para investigar lo que estaba ocurriendo. En ese momento, vio a un hombre de traje salir del vehículo junto a la Profesora Scroll, quien portaba un maletín marrón. Aunque intentó escuchar su conversación, no pudo captar las palabras. Decidido a documentar la escena, sacó su celular para tomar fotos, pero el dispositivo se le resbaló y cayó al suelo, atrayendo la atención de los presentes y exponiendo su ubicación.
—¡Demonios! —exclamó Joey al tomar su celular rápidamente.
Cuando Joey miró hacia adelante, se encontró con su profesora Scroll frente a él, acompañada por uno de los hombre de traje negro.
—Joey Massoff, has estado observándonos desde que salí del vecindario —indicó Scroll.
—Profesora Scroll... —balbuceó Joey, sin poder articular más, estaba sorprendido.
—Joey, no debiste seguirnos, siempre te metes en asuntos que no te conciernen —expresó Scroll mientras sostenía un artefacto en su mano derecha.
—¿Qué haremos con este chico, Scroll? —inquirió el hombre de traje, frunciendo el ceño al mirar a Scroll.
—Deberíamos matarlo y dar su cuerpo triturado a los perros callejeros —propuso el hombre de traje negro.
—No vamos a matarlo, aunque sería lo más fácil —afirmó Scroll.
Scroll apunta su artefacto hacia Joey y le lanza una aguja que contiene un líquido azul, la cual impacta en su cuello, provocando que se desmaye de inmediato. Joey cae al suelo, inconsciente. Tras varias horas, despierta en el sofá de su hogar, con el televisor encendido en un canal deportivo. Al parecer, lo habían regresado a su casa mientras estaba fuera de sí. Al levantarse rápidamente, se siente aturdido por lo ocurrido. En ese momento, se percata de una nota que reposa sobre la mesa de cristal de la sala; al tomarla y leerla, se encuentra con un mensaje que dice "aléjate de nosotros o terminarás muerto". La sorpresa lo invade al recibir su primera amenaza de muerte. Al salir de la casa, se da cuenta de que su auto está estacionado frente a su vivienda. Recuerda que había tomado fotografías con su celular y, al meter la mano en el bolsillo derecho de su pantalón, se da cuenta de que no lo tiene, lo que lo lleva a pensar que los hombres de negro se lo habían llevado junto con todas las evidencias. Su cita con Roxy se había arruinado por su curiosidad, y es consciente de que si le contara lo sucedido, ella no le creería, al igual que sus otros amigos, excepto Danny, quien es el único que ha estado presente en las extrañas situaciones que le ocurren a Joey.
Joey expresó su asombro al mencionar: "No puedo creerlo, me han devuelto a casa".
—La Profesora Scroll es una agente del gobierno y se atrevió a amenazarme de muerte; tengo la suerte de seguir con vida—comentó Joey, visiblemente sorprendido.
—He perdido la cita con Roxy; ella me matará por ser un completo imbécil—agregó, antes de sentarse en el sofá y arrugar la nota con sus manos.
De vuelta con Joey y Roxy
—Eso fue lo que ocurrió ese día, Roxy —explicó Joey sobre la situación que enfrentó.
—No pude buscarte porque no estaba seguro si esos agentes o lo que fueran me estaban vigilando —añadió.
—Incluso recibí una nota en la que me amenazaban de muerte —completó.
Con una expresión de desilusión, Roxy respondió a Joey: "No puedo creer que digas algo tan absurdo".
—Te estoy diciendo la verdad —insistió Joey.
—Todo eso ya quedó atrás, esta vez podemos salir. Te prometo que cumpliré mi palabra —aseguró Joey.
—Joey, ¿crees que soy tan tonta como para creer una historia así? Podrías haber inventado otra excusa, como que arrollastes a un perro callejero y lo llevaste al veterinario, o que chocaste el auto. Incluso podrías haber dicho que se te reventó un neumático, pero ser amenazado por hombres de negro es la excusa más ridícula que se te pudo ocurrir —respondió Roxy.
—Te aseguro que es verdad, no tengo motivo para engañarte, Roxy. Tengo la suerte de seguir vivo; tú sabes que los agentes de negro pueden hacerte desaparecer sin dejar rastro alguno—expresó Joey.
—Joey, por favor, déjame en paz, no deseo seguir escuchándote—respondió Roxy, mostrando su descontento.
—Está bien, no me creas si así lo prefieres, pero sabes que nunca te he mentido—añadió Ross.
—Debo dirigirme al aula, no quiero llegar tarde—afirmó Roxy con seriedad.
Roxy se alejó, dejando a Joey desilusionado por el rechazo.
—No voy a preguntarte qué te dijo, porque ya escuché todo—comentó Danny al acercarse a Joey.
—Si yo fuera Roxy, tampoco te creería. Ser atrapado y amenazado de muerte por esos hombres de negro es difícil de aceptar—agregó.
—Yo te creo. Hemos visto a esos tipos en varias ocasiones y he sido el único de tus amigos que ha sido testigo de lo que has vivido, Joey—añadió.
—¿Qué voy a hacer, Danny? Creo que Roxy ya no quiere hablarme—expresó Joey, sintiéndose frustrado.
—No quiero que lo tomes a mal, pero tú fuiste el responsable al dejar a Roxy plantada por seguir a esos hombres de negro—respondió Danny.
—Debería dejar de ser tan curioso con las cosas raras que veo—comentó Joey.
—Sin duda, deberías comportarte como un chico más común—comentó Danny.
—Si soy común, es solo que las situaciones extrañas que ocurren en el mundo me atraen—señaló Joey.
—No te preocupes por eso, vallamos al aula—expresó Danny mientras rodeaba los hombros de Jaoy con su brazo derecho.
—Sí, pero aún así me cruzaré con Roxy en la misma clase—indicó Joey.
—Lo sé, quizás se le pase el enfado que tiene contigo—añadió Danny.
—Eso espero—respondió Joey.
Ambos se dirigieron hacia el aula de clases.
Joey y Danny deciden dirigirse al aula de clases, ya que en pocos minutos dará inicio las clases y no quieren arriesgarse a llegar tarde, pues saben que su profesor no dudará en reprenderlos si eso sucede.
***
En una parte diferente del pasillo de la escuela, se encontraba Milly White, una chica delgada con cabello rizado de color castaño, que usaba gafas y tenía un estilo de vestir algo desaliñado. Con una pequeña libreta y un bolígrafo en mano, se acercó a Bárbara con la intención de solicitarle un autógrafo, mostrando su admiración por ella.
Bárbara, que estaba en medio de una conversación con su amiga Jazmín, se quedó sorprendida al ver a Milly White acercarse, notando su peculiar apariencia. La reacción de su amiga no se hizo esperar, y soltó una risa burlona, lo que añadió un toque de incomodidad a la situación, mientras Milly continuaba con su solicitud, ajena a las miradas y comentarios.
—Hola, Bárbara, ¿me podrías dar tu autógrafo?—preguntó la joven de cabello castaño, con una mirada tímida.
—¿Te gustaría que te lo diera?—inquirió Bárbara, con curiosidad.
—He sido seguidora de tu trabajo como modelo, eres hermosa y siempre logras que los chicos se fijen en ti—respondió la castaña, con voz nerviosa.
—Es evidente que me admirarán, soy hermosa. A cualquier chico le encantaría estar conmigo—declaró Bárbara, con un tono de superioridad.
—Espero algún día ser igual de increíble que tú —respondió Milly, mirando la vestimenta que llevaba puesta la modelo y su linda apariencia.
Bárbara y Jazmín se rieron al escuchar la afirmación.
—¿De verdad crees que puedes compararte conmigo? Mírate, no tienes estilo, siempre estás desarreglada, no cuidas tu apariencia y hueles mal—comentó Bárbara, mirando a Milly con desdén.
—Una chica como tú debería mantenerse alejada de mí; tu simple presencia arruina el aroma de mi perfume Chanel —añadió, riéndose de forma egoísta y hiriendo los sentimientos de Milly.
Los chicos cercanos comenzaron a observar a Milly con desprecio y a murmurar burlas sobre ella.
—Milly, en lugar de intentar ser como Bárbara, ¿por qué no piensas en mejorar tu apariencia y vestirte mejor? Quizás así los demás dejen de mirarte con desprecio—sugirió Jazmín, mirando a Milly de arriba abajo con desagrado.
Milly, ofendida, comenzó a llorar y salió corriendo. En su camino, se encontró con Leigh y Jimmy, quienes la vieron llorar. Sin querer, Milly golpeó el brazo derecho de Jimmy al pasar junto a él.
—¿Qué le habrá ocurrido a Milly White?—se cuestiona Jimmy mientras se toca la parte afectada.
—No lo sé. Siempre tiene un comportamiento raro—responde Leigh al observarla en su estado actual.
Leigh dirige su mirada hacia adelante y se encuentra con Bárbara y Jazmín, quienes se ríen con desprecio de los insultos que le lanzaron a Milly White. Ambas son tan egocéntricas que no les importa ofender a nadie.
—¿Viste a esa idiota? ¿Realmente pensó que le daría mi autógrafo? —declaró Bárbara con sarcasmo.
—Nunca será como yo, su apariencia asusta hasta a los perros—añadió.
—Ahora entiendo lo que pasó, Milly se fue llorando porque la egoísta de Bárbara la ofendió—comentó Leigh mirando a la modelo.
—Es hermosa, pero su egoísmo la hace parecer una perra—añadió.
—Seguro conoces el refrán: "La belleza exterior no siempre refleja la belleza interior".
El timbre finalmente resuena, marcando el inicio de la jornada escolar, y tanto estudiantes como profesores se dirigen rápidamente hacia sus respectivas aulas. La atmósfera se llena de murmullos y risas mientras todos se apresuran, cada uno con sus pensamientos y expectativas para el día que comienza.
***
El timbre finalmente resuena, marcando el inicio de una nueva jornada escolar, y tanto estudiantes como profesores se dirigen rápidamente hacia sus respectivas aulas. En medio de este bullicio, Alice, Jeyson y su grupo de amigos deciden hacer una pausa en las escaleras.
—Espero encontrarte en el partido de esta tarde—comentó Jeyson al separarse de su novia para observarla.
—Claro que iré, sabes que nunca me pierdo tus partidos—aseguró Alice.
—Una de las razones por las que tengo éxito en los partidos es porque siempre estás ahí apoyándome, eres mi amuleto—expresó Jeyson con intensidad en su mirada.
—Ganas porque eres un gran jugador, Jeyson, los amuletos de la suerte no son reales—argumentó Alice.
—Por supuesto que son reales, ¿nunca has escuchado sobre las patas de conejo?—inquirió Jeyson.
—Eso es solo un mito—contestó Alice.
—Podríamos pasar un tiempo a solas después de clases, mis padres no estarán en casa porque están de viaje de negocios—sugirió Jeyson, cambiando de tema.
—Después del partido, nos iremos juntos—comentó Alice.
En un momento de complicidad, Alice y Jeyson se besan, disfrutando de la intimidad que les brinda el instante. Justo en ese momento, Bárbara y Jazmín llegan, encontrándose con el grupo. Jazmín abraza a Alice con calidez, mientras que Bárbara se une al gesto, creando un ambiente de camaradería. Sin embargo, Dylan y Mark, que observan desde un rincón, no pueden evitar fijarse el trasero de Bárbara.
—Qué lindo trasero Bárbara— comentan Dylan y Mark al unísono, provocando una reacción inmediata de la joven.
—Váyanse al diablo, ustedes dos—responde Bárbara con desdén.
—Oye, ¿ya has decidido si vas a salir conmigo? —preguntó Dylan mientras se acercaba a Bárbara.
—No sé qué me puedes ofrecer —respondió Bárbara.
—Un auto deportivo de lujo y una buena cantidad de dinero para gastar, solo espero que aceptes salir conmigo—comentó Dyan de manera coqueta.
—Al menos es una oferta más interesante que la de Russell Anderson—respondió Bárbara.
—¿Qué pasó con Russell Anderson?—inquirió Dylan.
—El tonto quería que saliera con él, por supuesto le dije que no, ese chico no tiene ni en donde caerse muerto—explicó Bárbara.
—Qué perdedor, ¿qué pensaba al acercarse a ti con esa propuesta?—comentó Dylan.
Leigh y Jimmy alcanzan las escaleras, donde se topan con los más populares del lugar. En ese momento, Leigh presencia a Alice y Jeyson compartiendo un beso, seguido de un abrazo entre ellos. Ella los observa durante unos instantes, pero luego desvía la mirada y comienza a subir las escaleras junto a Jimmy, tratando de ignorar lo que acaba de presenciar, aunque no puede evitar que los celos la invadan.
—Leigh Anderson, por favor, detente un momento—exclamó Dylan al notar que Leigh estaba llegando al final de las escaleras.
Leigh y Jimmy se miran y se detienen.
—¿Qué sucede, Dylan?—respondió Leigh al girarse para mirarlo.
—Necesito que le digas a tu hermano Russell que se mantenga alejado de Bárbara. Ella y yo estamos saliendo y no quiero que se interponga—declaró Dylan.
—Podrías decírselo tú mismo. Russell es lo suficientemente mayor como para que yo le esté enviando mensajes de otros—replicó Leigh, mirándolo fijamente.
—Tú eres su hermano. Si se lo digo yo, podría terminar golpeándolo—comentó Dylan.
—¿Y crees que Russell se quedaría de brazos cruzados si lo golpeas? No lo creo, Dylan. Pero para evitar problemas, se lo diré yo. Si no te importa, debo irme a clase; no quiero llegar tarde.—Leigh replicó
—Dudo que Russell pueda darme un golpe, ya que soy bastante bueno en las peleas—se jactó Dylan.
Jeyson, Alice, Bárbara y Mark miraron a Dylan y a Leigh.
Leigh recordó las peleas de Russell y sonrió brevemente.
—Él también es un buen peleador—comentó Leigh.
—Me gustaría verlo enfrentarse a mí—comentó Dylan.
—Vamos, no es para tanto. Russell se alejará de Bárbara—respondió Jeyson mientras se acercaba a Dylan.
—No es así, Leigh—replicó Jeyson al dirigir su mirada hacia Leigh.
—Claro, se alejará. No quiere perder el tiempo en tonterías—afirmó Leigh.
—Leigh, cálmate, lo vas a provocar—murmuró Jimmy.
—Ya rechaze a Russell, no hay problema—comentó Bárbara.
Leigh intercambió una mirada con Alice por un breve momento, pero luego se dio la vuelta y se dirigió hacia el aula. Mientras Jimmy observaba a Leigh en silencio durante el camino hacia el aula.
—Tengo que ir a clases —informó Alice al separar se de Jeyson.
—Te veo después, en el almuerzo —añadió.
Alice sube las escaleras.
—¡Espera Alice! Olvidaste tus libros—le recordó Jeyson al recogerlos, ya que Alice los había dejado en las escaleras.
Alice bajó las escaleras, tomó los libros y luego volvió a subir. Mientras tanto, Jensen la observaba mientras se dirigía al aula de clases.
***
Jimmy contemplaba a Leigh en silencio, reconociendo que la presencia de Alice y Jeyson juntos despertaba en él un profundo sentimiento de celos.
—¿Por qué me miras de esa forma, Jim?—inquirió Leigh al darse cuenta de que Jimmy lo observaba en silencio.
—Sé lo que piensas; estás celoso de ver a Alice y Jeyson juntos, no puedes soportar que sean novios—contestó Jimmy.
—¿Qué se supone que debo hacer? La chica que me gusta está rodeada de desgraciados sin cerebro—respondió Leigh.
—Ella decidirá si quiere distanciarse de ellos; no puedes hacer nada para que deje de ser amiga de ellos—explicó Jimmy.
Con el ceño fruncido, Leigh afirmó: —Si como sea.
Leigh y Jimmy llegaron a la entrada del aula de historia, donde se preparaban para su primera clase de la mañana. En un instante, Leigh sintió un nuevo mareo; su visión se tornó borrosa de inmediato. Se aferró a la puerta y se arrodilló en el suelo, sintiendo cómo la fuerza se le escapaba. La preocupación de Jimmy por Leigh resurgió de inmediato; dejó caer su mochila al suelo y se apresuró a ayudarlo. En ese instante, Alice había alcanzado la entrada del aula y se topó con Leigh, quien estaba arrodillado en el suelo. Al observar la expresión de inquietud en el rostro de Jimmy, se acercó a ellos para averiguar qué estaba ocurriendo.
—Leigh, ¿qué te sucede? Te veo mal—comentó Alice, arrodillándose ante Leigh, quien tenía un aspecto pálido.
—Alice, estoy bien, no te preocupes por mí—respondió Leigh, mientras su visión se nublaba un poco.
—No estás bien, he notado la preocupación en el rostro de Jimmy; incluso él se da cuenta de que no te sientes bien—replicó Alice, frunciendo el ceño.
—Jimmy, ¿sabes qué le sucede a Leigh?—preguntó Alice, dirigiendo su mirada hacia él.
—Ha estado experimentando mareos; no sé exactamente qué le pasa, pero creo que está enferma—respondió Jimmy.
—Alice Walker preocupándose por mí, es algo inusual—pensó Leigh al observar a Alice.
—Deberías informarle al Profesor Welling que no te sientes bien; tal vez considere enviarte a un hospital—sugirió Alice, mirando a Leigh.
—No es necesario que le digas nada, estoy bien—replicó Leigh, levantándose del suelo con un ligero tambaleo.
—Alice, no desperdicies tu tiempo conmigo, no deseo incomodarte—comentó Leigh mientras miraba a Alice.
—Leigh, Alice solo intentaba ser amable contigo—respondió Jimmy, dirigiendo su mirada hacia Leigh.
—No quiero que Jeyson vea a Alice cerca de mí, pensará que estoy coqueteando—expresó Leigh.
—¿De verdad crees eso? Solo estoy tratando de ayudar a un compañero—respondió Alice, levantándose del suelo y mirando a Leigh.
Alice abrió su mochila y, tras buscar un momento, sacó una botella de agua. Con un gesto amable, extendió su brazo hacia Leigh y le comento con una voz suave: "Aquí tienes, tómate un poco de agua, quizás te sientas mejor".
La oferta de Alice fue inesperada para Leigh, quien nunca había imaginado que ella se preocuparía por su bienestar. Con un leve asombro, extendió su mano y aceptó la botella, sintiendo una mezcla de gratitud y sorpresa por el gesto desinteresado de la chica que le gustaba.
—Gracias, Alice —comentó Leigh, visiblemente sonrojado.
—Espero que regreses a clases cuando te sientas mejor—respondió Alice, dándose la vuelta y entrando al aula.
—Es la primera vez que recibo algo de Alice—murmuró Leigh, observando la botella de agua con un ligero rubor en sus mejillas.
—Parece que tu ánimo ha cambiado, así que asumo que te sientes mejor—observó Jimmy, dirigiendo su mirada hacia Leigh.
—Debería sentirme mal de vez en cuando si eso significa que puedo atraer la atención de la chica que amo—afirmó Leigh.
—¿En serio, Leigh?—replicó Jimmy, con una expresión de desdén.
***
Al salir del aula, el profesor Welling se percató de la presencia de Leigh y Jimmy, quienes estaban conversando. Su expresión se tornó seria al reconocerlos, lo que indicaba que los habia escuchado desde el aula. Con paso firme, se acercó a ellos.
El profesor Welling, un hombre de aproximadamente 45 años, se caracterizaba por su piel clara y su cabello negro, lacio y corto. Sus ojos marrones reflejaban una mirada intensa, y su complexión robusta se complementaba con una estatura de 1.80 metros. En cuanto a su vestimenta, optaba por una camisa polo de un tono azul oscuro, combinada con pantalones de vestir negros y unos zapatos marrones que le conferían un aire profesional y elegante.
—Leigh y Jimmy, entren al aula. Alice me comentó que estaban afuera—expresó el Profesor Welling.
—Profesor Welling—respondió Jimmy al verlo.
—Hola, Jimmy—saludó el Profesor Welling al fijar su mirada en él.
—Leigh, Alice me mencionó que no te sentías bien. ¿Es cierto?—preguntó el Profesor Welling mientras se acercaba a Leigh.
—Antes no me sentía bien, pero ahora estoy bien, profesor—contestó Leigh, mirando al Profesor Welling.
—En ese caso, entren al aula antes de que tenga que registrar una ausencia—indicó el Profesor Welling.
El profesor Welling, acompañado por Leigh y Jimmy, ingresa al aula de historia para su primera clase de la mañana. Leigh y Jimmy se dirigen a sus escritorios, ubicados en la segunda fila a la izquierda del aula. En ese momento, un grupo de chicos delgados con rostros bien definidos se dedica a lanzar bolas de papel por el aula, y una de ellas impacta en el rostro de Jimmy. Al notar la situación, el profesor Welling se aproxima a los jóvenes traviesos y les quita las bolas de papel que tenían en las manos, mientras Leigh y Jimmy ya se habían acomodado en sus asientos.
—Siempre es lo mismo cada mañana—comentó Jimmy.
—¿Qué esperabas? Estamos en la secundaria, la mayoría aquí es bastante idiota —respondió Leigh.
—Crist y Elías, dejen de lanzar bolas de papel a sus compañeros. Estoy cansado de repetir lo mismo cada mañana—intervino el Profesor Welling.
—Crist y Elías, por favor, dejen de lanzar bolas de papel a sus compañeros. Estoy cansado de repetirles lo mismo cada mañana—expresó el Profesor Welling.
—Profesor, solo intentábamos divertirnos un poco; la escuela es bastante aburrida—respondió Crist.
—Si no pueden prestar atención a mi clase, entonces pueden salir de mi aula—replicó el profesor Welling, girándose hacia el frente para comenzar la clase.
—Son adolescentes de secundaria, deberían mostrar un poco más de madurez—agregó.
—Comenzaremos la clase de hoy; todos abran sus libros de historia en la página 350. Continuaremos el tema que abordaremos será sobre la religión de los antiguos egipcios—concluyó.
***
Tras finalizar las clases matutinas, Leigh y Jimmy se encaminaron hacia el comedor. Durante su trayecto, se encontraron con un joven llamado Paul, quien se caracterizaba por su delgadez, piel clara y ojos marrones. Su rostro tenía un perfil bien definido y su cabello era de un tono castaño. Paul llevaba frenillos, ya que sus dientes presentaban una ligera desalineación, además de usar unos grandes lentes que acentuaban su aspecto. Estaba vestido con una camisa de cuadros de diversos colores, pantalones marrones y unos zapatos negros, lo que le daba un aire un tanto desaliñado.
En ese momento, Paul se encontraba siendo víctima de acoso por parte de Jeffrey, un chico de complexión robusta, también de piel clara y ojos marrones, pero con cabello negro. Jeffrey lucía una chaqueta azul sobre una camisa blanca y pantalones azul oscuro que no eran demasiado cortos, complementados con unos zapatos Nike rojos. Este joven problemático tenía la costumbre de molestar a aquellos a quienes consideraba "nerds", robándoles sus lentes y destruyendo sus trabajos de ciencia. En esta ocasión, había tomado los lentes de Paul y se los había colocado, riéndose de su apariencia y afirmando que se veía ridículo con ellos, lo que solo aumentaba la humillación que sufría el chico.
Leigh se quedó paralizado al observar a Jeffrey riéndose de la apariencia de Paul. Jimmy, al notar la atención de Leigh hacia Jeffrey, supuso que ella estaba considerando intervenir en la situación de acoso. Esto no era sorprendente, ya que cada vez que se encontraba con un compañero de la escuela siendo víctima de burlas, Leigh no dudaba en defenderlo, incluso si eso significaba enfrentarse al agresor y meterse en problemas. Su aversión hacia los matones y su deseo de proteger a los más vulnerables siempre la impulsaban a actuar.
La escena era tensa, y Leigh sentía una mezcla de indignación y preocupación. Sabía que el comportamiento de Jeffrey era inaceptable, y su instinto de justicia la empujaba a actuar. Jimmy, consciente de la valentía de Leigh, se preguntaba si esta vez también se atrevería a intervenir. La lucha contra el acoso escolar era una batalla constante en la que Leigh se había comprometido, y su determinación de no permitir que los bravucones se salieran con la suya era un rasgo que la definía.
—Vas a intervenir, Leigh, reconozco esa expresión de indignación—comentó Jimmy al ver a Leigh observando a Jeffrey.
—No soporto ver a los que se creen rudos aprovechándose de los más vulnerables—respondió Leigh con seriedad.
—Es solo medio día, olvídalos, no es tu asunto—replicó Jimmy.
—Te crees un héroe por intentar ayudar a los débiles—añadió.
—No me considero un héroe, pero podría actuar como tal si tuviera poderes—respondió Leigh.
—Por involucrarte en los problemas de otros, has acumulado muchos enemigos—observó Jimmy.
—No me importa, les daré una lección una y otra vez—afirmó Leigh.
Leigh se dirigió hacia Jeffrey con una expresión seria. Jeffrey, de manera brusca, empujó a Paul, provocando que cayera al suelo. Al percatarse de que Leigh estaba allí, Paul lo miró con temor.
Al darse cuenta de la presencia de Leigh, Jeffrey lo observa con una mirada amenazante y se acerca a él. Luego, lo examina de arriba abajo y le pregunta: "¿Qué demonios estás mirando, Anderson?"
—Estoy mirando al idiota que no tiene agallas para enfrentarse a alguien de su tamaño—contestó Leigh, manteniendo su mirada fija en Jeffrey.
—Me acabas de llamar idiota, Anderson—expresó Jeffrey con un tono de voz molesto.
—Así es, o es que la cera en tus oídos te impide escuchar correctamente—respondió Leigh, señalándose los oídos.
—¿Te atreves a retarme? Sabes de lo que soy capaz; Anderson, podría darte una golpiza en menos de cinco minutos—afirmó Jeffrey con tono sarcástico.
—¿Tú a mí? Eso quiero verlo, porque dudo que puedas hacerlo en tan poco tiempo—respondió Leigh, con una sonrisa sarcástica.
Paul observar a Leigh Anderson intentando protegerlo el se quedo sorprendido; nunca imaginó que alguien se preocuparía por él. Es la primera ocasión en que un compañero de la escuela se interpone entre él y Jeffrey.
Las palabras de Leigh quedaron suspendidas en el aire, afiladas y puntiagudas como fragmentos de vidrio. Jeffrey, momentáneamente aturdido por su franqueza, parpadeó. No se lo esperaba. Estaba acostumbrado a los blancos fáciles, a la silenciosa aquiescencia de aquellos a quienes intimidaba. Leigh, sin embargo, era diferente. Conocía su reputación: un torbellino de desafío contra la injusticia.
Cambió de posición y las enormes zapatillas Nike chirriaron en el piso pulido. Las gafas robadas, colocadas precariamente sobre su nariz, se deslizaron ligeramente. Las ajustó y su expresión se endureció. —¿Y qué vas a hacer al respecto, Anderson? —se burló, con la voz llena de falsa bravuconería. La confiada arrogancia que solía adoptar vaciló un poco. Paul, todavía en el suelo, hizo una mueca y se agarró el costado.
Leigh no dudó. Se movió con una velocidad sorprendente, agarró el brazo de Jeffrey y se lo retorció con fuerza detrás de la espalda. Un grito escapó de los labios de Jeffrey mientras se tambaleaba hacia adelante, perdiendo el equilibrio. Aterrizó con fuerza, sin aire. Las gafas volaron de su rostro, cayendo con un ruido al lado de Paul.
"Esto", comentó Leigh, en voz baja pero firme, mientras mantenía a Jeffrey inmovilizado contra el suelo, "es lo que les pasa a los abusadores que creen que pueden salirse con la suya".
Jimmy observó, olvidando su sarcasmo anterior.El sabia que Leigh era decidido, tan físicamente capaz. Nunca ha dudado de sus palabras.
Leigh se arrodilló junto a Paul y le ofreció una mano. "¿Estás bien?", preguntó con suavidad. Paul, todavía conmocionado, asintió con la cabeza, con los ojos llenos de una mezcla de gratitud y asombro. Tomó la mano de Leigh y se puso de pie, su delgada figura temblando ligeramente.
Luego Leigh volvió a centrar su atención en Jeffrey, cuyo rostro estaba enrojecido con una mezcla de ira y humillación. "Tienes suerte de que no te denuncie", comentó, con la voz cargada de advertencia. —Piensa en lo que vas a hacer antes de volver a lastimar a alguien.
Soltó el brazo de Jeffrey y lo dejó tendido en el suelo, con su dignidad y su orgullo destrozados. Se puso de pie a toda prisa, evitando el contacto visual, con su habitual bravuconería completamente extinguida. Murmuró algunas palabras incoherentes y huyó rápidamente de la escena.
Paul, con las gafas puestas de nuevo, miró a Leigh con respeto y admiración. —Gracias —susurró.
Leigh simplemente asintió. Jimmy se acercó, con una pequeña sonrisa en los labios. —Sabes —contestó —, tal vez tengas superpoderes después de todo.
Leigh sonrió. —Tal vez —respondió, ayudando a Paul a recoger sus pertenencias. El incidente, aunque tenso, había terminado con una clara victoria de la amabilidad y el coraje. El aire, cargado de tensión momentos antes, ahora se sentía más ligero, más claro, como si una tormenta hubiera pasado y dejado atrás la promesa de un día más brillante. Y aunque Leigh podría no haberse considerado un heroe, en ese momento ciertamente había actuado como tal.