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Capitulo 10 El desacuerdo de Roger Anderson

A lo largo de varios meses, Mary vivió un periodo de intensa tristeza tras la muerte de su segundo hijo. Con el tiempo, comenzó a aceptar esta dura realidad, lo que llevó a ella y a Roger a buscar la ayuda de un profesional, asistiendo a sesiones con un psicólogo. En estas reuniones, Mary se abrió sobre su dolor y las emociones que la acompañaban a medida que pasaban los días. Los Anderson continuaron su proceso terapéutico, y poco a poco, Mary empezó a sanar y a recuperar su autoestima. Aunque el sufrimiento por la pérdida de su hijo seguía presente, el apoyo constante de sus seres queridos fue crucial para ayudarla a sobrellevar esta complicada etapa. Con el paso del tiempo, Mary volvió a su trabajo y tomó la decisión de avanzar en su vida cotidiana, enfrentando cada desafío con una renovada determinación y coraje.

Mary era plenamente consciente de que, debido al accidente que había sufrido hace nueve meses, no podría tener más hijos. Esta realidad la llevó a considerar la opción de adoptar un bebé, ya que no deseaba que su hijo Russell creciera como hijo único. Después de finalizar su jornada laboral y regresar a casa, decidió dirigirse a su estudio, donde tenía acceso a WiFi y su computadora portátil, para investigar sobre el proceso de adopción.

Al abrir la puerta del estudio, Mary se acomodó en la silla y encendió su laptop. Comenzó a navegar por internet en busca de orfanatos que ofrecieran la posibilidad de adoptar un niño. Durante tres horas, se sumergió en la revisión de los perfiles de los pequeños disponibles en diferentes orfanatos. Finalmente, después de una profunda reflexión, tomó la determinación de visitar el orfanato de Owatonna, Minnesota, con la esperanza de encontrar al niño que pudiera completar su familia.

En este entorno, se encontraban niños de diversas edades, desde recién nacidos hasta adolescentes de 18 años. Mary era consciente de que lo único que le faltaba era entablar una conversación con Roger sobre su anhelo de adoptar a un niño. Aunque no podría ser su madre biológica, estaba completamente dispuesta a brindarle todo su amor y cuidado como si lo fuera, deseando ofrecerle un hogar lleno de afecto y estabilidad.

Mary abandonó la habitación y bajó las escaleras con dirección a la cocina, donde comenzó a preparar la cena con esmero. En ese instante, Roger llegó a casa, cerrando la puerta detrás de él mientras seguía el tentador aroma de la comida que Mary estaba elaborando. Al entrar en la cocina, se encontró con Mary sirviendo los platos en la mesa del comedor. Sin dudarlo, Roger se acercó a ella y le dio un beso lleno de cariño. Luego, se dirigió al refrigerador para tomar una botella de agua y refrescarse. Mientras tanto, Mary lo observó por un momento, sintiendo que era el momento adecuado para compartirle su decisión sobre la adopción.

En ese instante, Mary sintió que había llegado la hora propicia para hablar con Roger el tema de su anhelo de adoptar un niño. A pesar de que una ligera inquietud la invadía, era consciente de la relevancia de expresar sus emociones y reflexiones a su esposo. Mientras Roger bebía agua, Mary se acercó a él con delicadeza, entrelazando sus dedos con los de él de manera suave y cariñosa, buscando establecer una conexión emocional que facilitara la conversación.

-Roger, tengo un asunto de gran importancia que necesito compartir contigo, así que te ruego que me escuches con atención- manifestó Mary, sosteniendo una mirada decidida en los ojos de Roger.

Movido por la seriedad de las palabras de Mary, Roger se sintió impulsado a preguntar: "¿De qué se trata, Mary?", justo después de dejar la botella de agua en la mesa.

-En la cena, hablaremos el asunto que tanto anhelas discutir con migo-comentó Roger

-Desde luego, Roger-confirmó Mary, manteniendo una expresión sonriente.

Una vez que la cena estuvo lista, Mary la sirvió en la mesa y ambos se acomodaron para disfrutar de la comida. Fue en ese preciso momento que Mary consideró que era el instante ideal para comunicarle a Roger sus planes sobre la adopción. Aunque la duda sobre su posible reacción la invadía, su determinación de hablar sobre este tema crucial la impulsó a seguir adelante y abrir el diálogo sobre un futuro que anhelaba construir juntos.

-Te escucho claramente ahora, Mary-manifestó Roger al fijar su mirada en ella.

-Roger, he estado considerando la opción de adoptar a un niño-expresó Mary mientras dejaba el tenedor junto a su plato.

Roger interrumpió su cena, agarró el vaso de jugo de naranja que reposaba a su lado, bebió un sorbo con una expresión seria y luego lo devolvió a su lugar. Después, dirigió su mirada hacia Mary durante unos segundos, su rostro reflejaba la incomodidad que comenzaba a sentir al escuchar a Mary hablar sobre su deseo de adoptar a un niño.

-¿Qué es lo que dices, Mary?-preguntó Roger, atónito ante sus palabras.

-He estado considerando la idea de adoptar a un niño -afirmó Mary.

-¿De verdad? ¿Cuánto tiempo has estado pensando en esto? -preguntó Roger, evidenciando su asombro por la noticia.

-Tomé la decisión hace unas semanas -respondió Mary, observando a Roger con seriedad.

-He estado pensando en la adopción durante un tiempo. No te lo mencioné antes porque estaba investigando orfanatos en línea. Quería estar segura de que esta decisión fuera la correcta, por eso he decidido hablarte de esto ahora-expresó Mary, mirando seriamente a Roger.

-No puedo creer que estés considerando la adopción, Mary-exclamó Roger, apartando la cena de la mesa con asombro.

-Perdimos a nuestro segundo hijo hace nueve meses y ahora quieres sustituirlo-manifestó Roger, con un tono de frustración.

-Solo quiero que Russell tenga un hermano-respondió Mary.

-Para mí, no es aceptable tener un hijo adoptivo que no sea biológico-concluyó Roger.

-No podré amar a un niño que no comparta mi sangre. Debes desechar esa idea, Mary -afirmó Roger, levantándose de la mesa con enojo.

-Tengo derecho a ser madre, Roger. Si decido adoptar, lo haré. Es lo que quiero -replicó Mary, con lágrimas en los ojos mientras miraba a Roger.

-No puedo aceptarlo, Mary. Pensé que ya habías superado esto. Me haces dudar de que no hayas recaído en la depresión que sufriste hace nueve meses-declaró Roger con enojo.

-Ambos decidimos brindarnos apoyo mutuo para enfrentar la pérdida de nuestro segundo hijo, asistiendo al maldito psicólogo todos los días-manifestó Roger, claramente molesto.

-No estoy completamente recuperada, Roger. Solo estoy intentando mejorar -respondió Mary.

-¿Acaso piensas que se puede superar la pérdida de un hijo de un día para otro? -agregó Mary.

-No puedo procesar esta conversación, Mary. Esto debe ser una maldita broma-respondió Roger, tirando la cena al suelo.

Al pasar junto a Mary, Roger expresó con desdén: -No voy a perder más tiempo en esta discusión Mary.

Roger desestimó de manera firme la sugerencia de Mary sobre la adopción de un niño. Sin ofrecer ninguna explicación, se levantó de la mesa del comedor y se alejó, dejando a Mary en un estado de soledad y desconcierto. La decepción la invadió, y se sintió incómoda en la situación, lo que la llevó a sentarse nuevamente en la mesa, reflexionando sobre la abrupta reacción Roger.

Al llegar al baño, Roger se quitó la ropa con rapidez y se metió en la ducha, buscando alivio a su creciente frustración. La idea de adoptar no le resultaba en absoluto atractiva, y su deseo de evitar cualquier interacción con Mary se intensificó. Tras finalizar su ducha, se envolvió en una bata de baño y salió hacia la habitación, donde encontró a Mary recostada en la cama. A pesar de su presencia, optó por el silencio y se dirigió al armario, de donde sacó un pijama de algodón azul decorado con pequeños diamantes blancos. Después de vestirse, cerró el armario y se acomodó en la cama, manteniendo un mutismo absoluto.

Cada noche, Roger solía desearle a Mary un buen descanso, pero en esta ocasión optó por el silencio. Era la primera vez que los Anderson se encontraban en desacuerdo, ya que nunca antes habían tenido una discusión. La atmósfera estaba cargada de tensión, y ambos se sentían profundamente heridos por lo ocurrido. A pesar de la incomodidad, ninguno de los dos estaba dispuesto a dar el primer paso hacia la reconciliación. Se encontraban atrapados en un silencio que se hacía cada vez más pesado, sin saber cómo abordar el tema y sin poder encontrar las palabras que les permitieran expresar sus sentimientos.

Este momento resultaba especialmente complicado para la pareja, ya que se enfrentaban a un reto emocional que nunca habían tenido que afrontar. La falta de comunicación se hacía evidente, y la distancia que se había creado entre ellos parecía insalvable. Ambos deseaban resolver la situación, pero la herida era reciente y el orgullo les impedía acercarse. La noche avanzaba, y con cada minuto que pasaba, la incomodidad se intensificaba, dejando a Roger y Mary en un estado de incertidumbre sobre el futuro de su relación. La experiencia les enseñaría que incluso las parejas más unidas pueden enfrentar momentos de crisis, y que la clave para superarlos radica en la comunicación y la empatía.

***

Al amanecer del día siguiente, Mary y Roger se levantaron temprano. Mary tomó la iniciativa de preparar el desayuno para ambos, dedicando tiempo a asegurarse de que todo estuviera perfecto. Cuando la comida estuvo lista, se sentaron a la mesa en un ambiente de silencio, sin intercambiar ninguna palabra. Mientras desayunaban, Mary, con un gesto sutil, dirigió su mirada hacia Roger, quien parecía absorto en sus pensamientos, pero optó por no romper el silencio que los envolvía.

Tras concluir su desayuno, Roger se levantó de la mesa y llevó su plato al lavaplatos, mostrando una actitud distante. Luego, se dirigió hacia la puerta principal, la abrió y salió de la casa sin mirar atrás. Una vez en el exterior, subió a su automóvil y se alejó rápidamente. Mary lo observó desde la ventana, notando su expresión de descontento, lo que la llevó a reflexionar sobre la tensión que había entre ellos en ese momento.

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