En la mansión de invitados de Oriana, Erich había llegado para ver cómo estaba Philip, y Oriana ya estaba al lado de su abuelo. Después de que Erich completara su trabajo y saliera de la habitación de invitados junto con Oriana, ella hizo una petición.
—Maestro, necesito un pequeño favor de usted —comenzó.
—¿Qué es? —preguntó Erich.
—Eh, ¿sería aceptable que alguien ocupara una habitación de invitados en su mansión? —preguntó, sus palabras teñidas de un atisbo de hesitación.
—¿A quién debería esperar como mi invitado?
—Alguien de quien ya le he hablado —respondió Oriana.
—¿Debo anticipar un elfo de mil años? —preguntó Erich con una sonrisa cómplice.
Ella respondió con una sonrisa incómoda. —No puedo permitir que nadie lo vea aquí, y su lugar parece ser una opción más segura, ya que es menos probable que llame la atención.
—Haz lo que quieras. Como si esa mansión me perteneciera —dijo el hombre como si no le importara en absoluto.
—Una cosa más...
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