La comida de aquella tarde fue servida con normalidad, Lucrecia apareció en la entrada del comedor después de terminar las clases siendo el centro de atención como cada día y habría empezado una extensa charla sobre sus análisis burocráticos de no ser por la notaría ausencia de Delilah. No solo se había saltado el desayuno y las clases, ahora tampoco estaba sirviendo la comida con las demás damas. No era como si le preocupara realmente, pero no podía evitar sentirse irritada.
Con el motivo de la celebración, la mansión comenzó a volverse ruidosa, todos ahí estaban verdaderamente ocupados, no era difícil entender que Delilah debería estar en medio de todo ese ajetreo, pero al no ser su obligación real, era inaceptable que se saltara las clases a su antojo. Actuando con poca discreción, la belleza castaña llamó a una de las damas de la cocina, sin embargo, justo antes de que pudiera expresarse, el diablo castaño se puso de pie para interponiéndose, anunciando al mismo tiempo que había terminado de comer.
—Llama a la señorita Delilah, quiero que me encuentre en la sala.
El hombre de facciones andróginas apenas dirigió su mirada a la dama de servicio, sus bellos ojos verdes estaban más interesados en la figura de Caín y aún si pareció que el sereno Salieri no estaba prestando ningún tipo de atención, era claro que, si intentaba provocarlo de la misma manera en que hizo con Delilah, el resultado no sería similar en ninguna forma.
Lucrecia podría haber notado un ambiente bastante extraño entre esos dos, pero se limitó a mirar la orgullosa espalda del hombre que abandonaba el comedor.
Caín no hizo nada diferente, bebió y comió con tranquilidad, su humor mejoró y la ansiedad que lo había atormentado los días anteriores se consumió sola durante la noche. Había momentos en que los recuerdos lo descontrolaban hasta ese grado, sentirse vacío era habitual, quien habría imaginado que esa mañana su cabeza estaría despejada y su corazón en calma, aún si despertó de la manera más inexplicable y posible para él.
Cuando los rayos matutinos del sol penetraron los cristales de la biblioteca, la luz directa lo forzó a abrir los ojos, quiso cubrir con su mano derecha su rostro deslumbrado, pero se encontró en una posición bastante incomoda. Se encontró así mismo recostado sobre el cuerpo inconsciente de Delilah con sus manos atrapadas entre los cabellos negros de la chica.
La expresión femenina e indefensa le pareció hermosa, su cuerpo despedía una agradable calidez. Todo lo que recordaba mientras la miraba eran acciones vergonzosas que prefirió bloquear mientras recordaba.
Sus manos revivieron la sensación de la piel de su rostro y de sus largos cabellos negros que acomodó cuidándose de no despertarla, tomó el ligero cuerpo entre sus brazos con la determinación de llevarla a su habitación. Era tal cual la primera vez que la sostuvo en el jardín. En aquel momento actuó por un contradictorio impulso, Delilah parecía tan solo una pequeña niña descuidada, claramente estaba equivocado, cuando puso sus manos alrededor de su cuerpo, su mirada solitaria y fría le dejó claro que no podía verla de esa manera.
—Delilah, esto es para ti.
Los recuerdos de Caín se disolvieron dentro de su conciencia cuando Raguel alzó la voz para ganar la atención de la joven chica. Ella bajaba las escaleras, consciente del transcurso del tiempo. El contorno de sus ojos poseía una tenue sombra, el largo descanso de la mañana no fue suficiente para cubrir sus horas de descanso.
Aquel hombre que la hizo llamar estaba sentado en la sala de la entrada principal, encontrar su cuestionable sonrisa tenía que guardar relación con lo inesperado, su magnífica figura siempre presagiaba esa clase de cosas.
Frente a él había una enorme caja rosa que brillaba hermosamente como si estuviera forrada con diamantes. Los ojos de Delilah apenas podían parpadear, era realmente sorprendente.
Caín estaba de pie a un lado de la entrada del comedor y Leroy había tomado un lugar a la izquierda de Raguel.
—"Quiero que uses esto en la fiesta, definitivamente voy a bailar contigo".
Raguel leyó desde una pequeña tarjeta azul un mensaje que venía adjunto con la caja, y luego estiró su mano derecha para que Delilah pudiera verlo por sí misma.
—¿Bathory?
Sus labios se sintieron extraños al pronunciar el distinguido apellido. Una vez el papel estuvo entre sus dedos lució realmente confundida al reflejar en sus ojos el elegante escudo de diamantes con la insignia de la familia Bathory.
—Andrea Bathory ¿Cómo es que conoces a alguien tan importante?
Delilah apenas pudo relacionar los sucesos en su cabeza y se acercó a la mesa para mirar la caja una vez más.
—Debe haber algún mal entendido.
—Negar una relación con la casa Bathory es en verdad ofensivo de escuchar. ¿Qué es lo que piensas Caín?
Raguel dirigió su atención al hombre que apenas podía mantener el rostro levantando.
—Bathory es una familia que no actúa sin pensar, no puede haber ningún error.
El hijo del conde Salieri no se vio afectado por ninguna expresión en particular, por el contrario, cuando miró a la chica lucía como si nada diferente hubiera sucedido.
Los recuerdos de Delilah tenían una simple explicación, en su habitación dentro de una pequeña caja guardaba el pañuelo de seda con ese mismo escudo.
—No estoy segura de lo que sucede.
Ella se mantuvo dentro de una atmosfera de incertidumbre, hasta que Caín comenzó a moverse para ir directo hacia la biblioteca.
—Delilah, voy a ayudarte con las clases que perdiste.
Continuó caminando tras decir aquellas palabras y se abrió paso entre las paredes de madera y las densas cortinas tomando solo para él la atención de la chica.
—Deberías ser más discreta, ¡vaya que te gustan los hombres mayores!
El rostro de Delilah se sonrojó por la dulce y susurrante voz de Raguel, tan solo Leroy fue incapaz de comprender la broma inesperada.
—Raguel, por favor, ¿podrías enviar esto a mi habitación?
Incapaz de ajustarse a los eventos, ella se concentró en seguir a Caín, no había nada que pudiera saber por si sola acerca de aquella nota y prefería esperar por ahora.
—Será un placer.
Delilah dejó el sobre encima de la tela del vestido y luego de agradecer con una sutil sonrisa, se fue directo hacia la biblioteca.
♠♠♠♠♠♠♠♠♠