Atrapada entre la negación y un terror intenso, Alicia solo podía quedarse donde estaba, mirando los restos desvanecidos de humo negro frente a ella. Ni siquiera podía hacerse entender lo que acababa de suceder. ¿La puerta del infierno había desaparecido de repente...? Ezequiel... su amor... su marido. Él también había desaparecido junto con la puerta.
Se agarró el cabello con los puños, murmurando para sí misma que esto era otra pesadilla. No había manera de que esto pudiera ser real. Solo necesitaba esperar unos segundos, y pronto despertaría de nuevo en los brazos de Ezequiel, enredada con él en su cama. Pero los segundos se convirtieron en minutos. Sin embargo, no sucedía nada. Su corazón parecía estar tenso al máximo y estaba al borde de dividirse en dos.
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