Algún tiempo después, Lucas se movió en la cama. —Bella —llamó su nombre. Recordar cómo escribió el nombre en su estado de borrachera le sacó una sonrisa rara a su rostro habitualmente inexpresivo. Esperó a que ella respondiera y cuando no lo hizo, levantó la cabeza para mirarla solo para encontrarla durmiendo plácidamente con su boca un poco abierta.
Tragó profunda y duramente mientras su ardiente mirada recorria su delicado rostro. Sus pómulos altos estaban teñidos de rojo y sus pequeños labios hinchados por el resultado de su apasionada unión íntima. Es tan hermosa incluso en su sueño y su estado de desvestido hacía que la temperatura en la habitación se sintiera como una sauna.
—Encantadora —murmuró entre dientes, pasando la punta de sus dedos sobre su suave piel de porcelana.
Podría mirarla por siempre sin cansarse. Lucas pensó para sí mismo con un repentino estremecimiento en su pecho.
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