La Verdad

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—¡Si no fuera por mí, ella no hubiera terminado así!

—Oliver Walker se recostó cansadamente contra el respaldo de la silla. Al cerrar sus ojos, su mente se llenó con la imagen de esa niña inteligente, excéntrica y adorable de aquel entonces.

—Entonces tú...

—En cuanto Emilia abrió la boca, dudó. No debería haber preguntado más. Si su marido quisiera decirle, no lo ocultaría de ella. Si no quería decirlo, incluso si ella preguntaba, ¿no estaría dificultándole las cosas?

—¡Lo hice!

—Oliver Walker respiró hondo y dijo con una expresión seria:

—No quiero mentirte, pero eso fue en el pasado. También siempre pensé que esa relación era únicamente una relación fraternal pura.

—Solo supe que algo iba mal cuando ella sacó las espadas.

—¡Así es! En ese momento, ¡se dio cuenta de cuánto dolor sentía en su corazón!