Sunny caminó por los pasillos vacíos de su castillo, envuelto en sombras. Dondequiera que pasaba, el pálido resplandor de la luz de la luna desaparecía, devorado por la marea de oscuridad que fluía. Sus pasos eran silenciosos, y también lo eran sus pensamientos.
Alzando una mano cubierta de un guante de seda negra, deslizó sus dedos por los intrincados grabados, sin preocuparse de recordar los eventos representados en las antiguas paredes de piedra. Eran sus triunfos y victorias, grabados en los anales de la historia... pero todo eso estaba tan lejano y había ocurrido hace tanto tiempo, en el amanecer de la Edad de los Héroes.
Él también había sido un héroe, luchando contra los remanentes de la Corrupción en los reinos mortales. Había sido astuto y valiente, intrépido e incansable, lleno de fe y esperanza.
...La Edad de los Héroes había terminado, pero Sunny seguía aquí.
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