Te quiero más de lo que piensas

Candice yacía en brazos de Edward, y todo su cuerpo estaba suave mientras él la abrazaba.

Ninguno de los dos habló mientras el viento soplaba las cortinas, permitiendo que la luz del sol brillara a través de las aberturas, iluminando la paz en la habitación.

¿Era eso a lo que la gente se refería con el tiempo pasar pacíficamente?

De repente, Candice tuvo la sensación de que estaría allí para siempre. Realmente quería quedarse tumbada tranquilamente en la cama y permanecer al lado de ese hombre hasta el fin de los tiempos.

Se dio cuenta de que, en el fondo, le gustaba. No había pasado mucho tiempo, y solo se habían encontrado algunas veces, pero se había enamorado de Edward tan fácilmente.

¿Era porque era demasiado encantador, o era porque se enamoraba demasiado fácilmente?

Ya no creía que eso fuera importante, porque incluso en un matrimonio político, el amor podía existir. Sin embargo, no sabía si debía sentirse afortunada de que había sucedido.