—¿Por qué no intentas entrar en los pantalones del Cuarto Maestro Swan? —Mónica sonó seria con su sugerencia.
Jeanne estaba viendo a Jorge escribiendo en su computadora portátil. Sus diminutos dedos se movían rápidamente por el teclado y había algunas líneas de datos en la pantalla que llamaron la atención de Jeanne.
—¡JEANNE! —El silencio dejó a Mónica agitada.
Jeanne recuperó la compostura y dijo:
—¿Sí, decías?
—Estoy diciendo, ve tras el Cuarto Maestro Swan. Aparte de esa gente de Ciudad Creston... Espera, creo que incluso esa gente de Creston tiene un poco de miedo de él. Así que, si puedes llamar su atención, o lograr que se enamore de ti, no solo la familia Lawrence sino incluso Eden tendrán que temerte entonces.
—Piensas demasiado en mí —Jeanne se rió entre dientes.
—Eres hermosa, como un ángel. Si yo fuera un hombre, también me enamoraría de ti. Sé que ese desgraciado de Eden te engañó con Jasmine porque no pudo acostarse contigo.
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