El coche se desplazaba a toda velocidad por la carretera débilmente iluminada, envuelto en un silencio incómodo. Ella robaba miradas hacia él intentando descifrar algo en su expresión estoica, pero su rostro permanecía como una máscara de compostura.
Los nudillos de Jasper se relajaron en el volante mientras navegaba por la noche. Su mirada se mantenía fija en la carretera adelante, sin revelar nada de sus pensamientos o sentimientos. Parecía perdido en la contemplación, una sutil tensión en la línea de su mandíbula insinuando la gravedad de sus preocupaciones.
Ella no podía deshacerse de la sensación de presentimiento que giraba en torno a sus pensamientos. Las palabras de Jasper habían plantado semillas de duda, dejándola con una sensación persistente de vulnerabilidad. Sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal, un miedo perturbador a lo desconocido que la apretaba fuertemente.
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