Klara podía ver una sombra en la oscuridad acechando lentamente hacia su cama, pero no sentía ni un ápice de miedo. Ya sabía a quién pertenecía la sombra, ya que él venía a visitarla todas las noches. ¡No! No solo visitar, sino que también hacía otras cosas.
El corazón de Klara latía rápidamente mientras él se acercaba lentamente a su cama y luego retiraba cuidadosamente la manta. Solo llevaba puesto su camisón, que se había deslizado y ahora mostraba sus piernas y muslos. Se inclinó y luego trazó lentamente con sus dedos por su pierna y bajó por su muslo.
Al cerrar los ojos, Klara podía sentir cómo sus dedos se deslizaban lentamente bajo su vestido y su rostro se acercaba al de ella. Su aliento caliente le cosquilleaba los labios y se preguntaba si él la besaría.
—Abre los ojos, Klara —su voz masculina era baja y la hacía estremecer de anticipación.
Quería que él la besara. Solo un poco más cerca y sus labios se tocarían.
—¡Klara! ¡Despierta! —solo un poco más cerca...
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