Desde que despertó de su profundo sueño, Quinn nunca había oído hablar de alguien que supiera lo que era la Facción Maldita. No había hablado con muchos, pero aún así, no saber nada sobre la Facción Maldita, incluso con personas que no la recordaban, había perdido toda esperanza hasta ahora.
—Habla, —dijo Quinn, todavía un poco corto y enojado por lo que el hombre llevaba puesto en ese momento.
—Tú... dijiste el nombre Vorden, ¿verdad? —respondió Zinon mientras ajustaba su cuello. Cuando el extraño Vampiro lo tenía sujeto, sintió que toda la sangre de su cuerpo se concentraba en su cuello, y aunque no podía verlo, había un anillo rojo alrededor de su cuello donde Quinn lo había agarrado.
No era por la presión del agarre, sino por otra cosa. Había algo que Zinon sabía con certeza: tenía que actuar con cuidado.
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