El secuestro de Zinya habría sacado a Vastor del juego, lo cual los Reales no podían permitir. Él era su único Altomaestro y el golpe más fuerte que el Reino tenía además del Cuerpo de la Reina.
Berion estaba a cargo del detalle de la familia de Lith. Secuestrarlo significaba tirar al desagüe innumerables trampas y preparativos. En cuanto a Faluel, nadie sabía por qué, pero Lith había exigido un detalle para ella y las fuerzas aliadas habían sido forzadas a cumplir.
Su acuerdo todavía le daba control absoluto sobre los ejércitos conjuntos y Lith no podía arriesgarse a que Thrud tomara control de la Hidra y con ella las Manos de Menadion.
—En este punto, Thrud ya debería haber terminado de instruir a Phloria y haber aprendido de ella todo lo relevante para sus objetivos. —Lith reflexionó en la torre con su propio Consejo de Guerra.— Sin embargo, no hay rastro de ella ni del Grifo Dorado. ¿Por qué?
—¿Más secuestros? —Preguntó Friya encogiéndose de hombros.
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