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24 de Octubre (Ecos del pasado, 2)

—¿Puedes ser tan amable de traducirnos, Kali? —inquirió Smith con una voz sospechosamente calmada, que bien podía ser fruto de su estado emocional, o de un intento de encerrona.

Asentí, sin dejar de mirar el papel avejentado. El syama era como una niebla en mi memoria.

—¿Y...? —presionó el "medio yanqui".

—Espera un poco.

—De acuerdo.

Leí mentalmente una buena parte de la hoja, antes de que las palabras en inglés pudieran formarse en mi cabeza. Poco a poco, la niebla comenzaba a abrirse paso.

Me aclaré la garganta.

"MEMORANDO PARA KALI, O EN SU DEFECTO, PARA EL SIGUIENTE NIÑO INMORTAL DESIGNADO

Asunto: Establecimiento del protocolo Tesla

Participantes: Director Donovan, Sir Richard Dearlove

Primer Ministro Churchill, Presidente Truman, Mariscal Stalin

El Mariscal Stalin afirmó que había recibido información del Director Beria acerca de un programa secreto de armas experimentales diseñadas por el Sr. Nikola Tesla, armas que tuvieron supuestos resultados operativos exitosos, pero que fueron abandonadas por su capacidad de causar trastornos incurables. Expresando su preocupación al respecto".

(Qué diab...)

—Les juro que estoy entendiendo cada vez menos. Y no me mires de esa manera, Smith. Está claro que ustedes saben más sobre el asunto de lo que me quieren contar.

Los tres se miraron entre sí.

—A ver, Kali. Lo que sabemos es lo que nos contó la abuelita hace un tiempo. Es decir, poco más que conjeturas, información que no podemos comprobar. Leyendas de ocultistas… —confesó Smith.

El jefe soltó un "ahem".

—Si vamos a hacer esto, hagámoslo bien —ordenó—. Cuéntale.

—Está bien, está bien —se rindió el entrajado—. Pongámonos en materia.

Empezó a hablar, con una voz más propia de un viejo presentador de documentales, que de un agente de quién sabe qué organismo de seguridad. O, tal vez, era su intento de contar la historia de la misma manera que lo hacía La Hechicera.

Incluso en las circunstancias en las que estábamos...de veras que ese tipo amaba hacerse notar.

—Empecemos:

"Las "armas experimentales" a las que se refiere el documento son una serie de emisores de radiación creados por Nikola Tesla a principios de los 1900, y se piensa que la fecha de terminación de los experimentos es entre 1910 y 1911. En principio, Tesla no sólo quería obtener un sistema de transmisión de radio, sino también de electricidad inalámbrica, aunque...pasaron cosas entre medio. La versión oficial es que fracasó, entró en bancarrota y su torre de emisión en Wardenclyffe fue demolida en 1917"

—Y lo que pasó en realidad fue...

—Kali... ¿Qué tanto entiendes sobre radio?

—Marconi me enseñó algo en su momento, pero me temo que esos conocimientos están un poco oxidados.

—Servirán. Sigamos:

«A finales de 1903, mientras estaba usando las instalaciones de Wardenclyffe para inyectar señales de muy baja frecuencia en la atmósfera, le llegaron noticias de ciertos eventos...sorprendentes. Lluvias de pájaros muertos en Francia, y una insólita epidemia de migrañas en Alemania. De hecho, Carl Braun, uno de los pioneros de la radio, detectó una extraña emisión electromagnética que había cubierto la ciudad de Cuxhaven, donde tenía una estación de telégrafo sin hilos. Intentó formular una teoría al respecto, pero con el conocimiento que existía en esa época era imposible. Jonhatan Zenneck, el asistente de Braun, también comenzó sus propias pesquisas a espaldas de su jefe. Finalmente, y tras casi darse por vencido, contactó con Tesla, quien encontró una posible relación entre sus experimentos y los acontecimientos que habían ocurrido a miles de kilómetros de su torre. El serbio, sin decirle nada a sus colegas, cambió las frecuencias, contando con que Braun y Zenneck monitorearían los resultados. Como por arte de magia, dos días después del cambio, los eventos anormales cesaron. Pero Tesla nunca informó a los alemanes sobre su responsabilidad, sino más bien a la Marina de los Estados Unidos, a la cual deseaba venderle algún invento de manera desesperada»

—¿Me estás diciendo que Nikola Tesla no era un pacifista amante de las palomas?

Smith rió por lo bajo. Tal vez era la primera vez que lo hacía en horas.

—Ese tipo construyó el primer torpedo guiado del que se tenga conocimiento. Y aunque sus fans quieran apuñalarme por decir esto, buscaba activamente crear un rayo de la muerte capaz de achicharrar barcos y ciudades enteras. ¿Puedo seguir?

—De acuerdo.

«Los militares no le creyeron mucho al principio, pero Tesla insistió, así que decidieron investigar, por si acaso. A principios de 1905, el Servicio de Inteligencia de la Marina de EE. UU. contrató, por medios informales, a la Agencia Nacional de Detectives Pinkerton, para que enviara agentes a las ciudades que habían sido probables víctimas de los experimentos de Wardenclyffe de 1903. Suponemos que fueron al menos un ciudadano de Luisiana y un agente de ascendencia alemana, para no desentonar. El caso fue que hasta 1906, todo fue normal. Zenneck le pasaba lecturas de sus detectores de radio al agente alemán, quien se hacía pasar por un colega ingeniero, y el agente francófono obtenía datos de primera mano de cualquier ocurrencia inesperada en las ciudades que visitaba. Pero a finales de ese año empezaron a pasar cosas mucho más...aterradoras. Se supo de varios casos de gente que caía muerta caminando por la calle, sin síntomas aparentes de ningún ataque o enfermedad. La fertilidad en algunas ciudades de Francia tuvo una bajada abrupta, de nuevo sin explicación lógica. El asunto fue tan grave que el agente en Alemania tuvo que ser hospitalizado, y volvió a Estados Unidos aún en contra de órdenes directas de la Agencia Pinkerton. Y se dice que el que estaba en Francia murió de un aneurisma, después de mandar su último telegrama»

—Diablos. Y después dicen que el 5G es malo...

El entrajado apenas sonrió esta vez, mientras miraba a los asientos delanteros. El jefe de los acólitos ya estaba compartiendo una botella de whisky con el silbador.

«Los informes del desastre llegaron a oídos de Tesla, quien había cambiado la frecuencia de su emisor hacía pocos días. Fue algo simple de deducir. La Marina reaccionó al descubrimiento, pero no de la manera que el serbio quería: básicamente, les dio asco y horror. Y se ve que en algún momento el "mago de la electricidad" pensó lo mismo, porque al parecer destruyó sus notas con las observaciones sobre la frecuencia, potencia y tipo de onda usadas para causar estos estragos»

—¿Al parecer?

—Eso fue lo que se pensó hasta 1943, cuando Nikola Tesla murió y el FBI confiscó todas sus pertenencias. Oficialmente se dice que no se encontró nada de valor, pero la realidad fue que se encontraron con cientos de páginas de notas y diagramas; sólo que escritas en un idioma extraño y que parecía no tener sentido. Los federales empezaron a atar cabos, y llegaron a la conclusión de que al menos parte de esas notas debían referirse a los experimentos de Wardenclyffe…

—¿Tesla usó su propio sistema de codificación?

—Exacto. Los criptógrafos norteamericanos se devanaron la cabeza en vano, y se dice que cuando la OSS —la antecesora de la CIA— mandó una transcripción de los documentos a los ingleses de Betchley Park, estos se quejaron de que habían cometido "errores de copiado", porque ninguna de sus máquinas Bombe o COLOSSUS podía descifrar esos textos. La OSS y el MI6 sugirieron que se usara la nueva computadora ENIAC cuando estuviera lista, pero el presidente Truman se negó en redondo apenas supo algunos detalles de los "inventos" que perseguía Tesla, a instancias de la Oficina de Inteligencia de la Marina. Stalin supo del asunto por medio de un círculo de espías rusos infiltrados en el FBI, y elevó una protesta en la reunión de Yalta. Fue ahí cuando se decidió redactar el protocolo que te pasamos ahora.

—¿Y es ahí cuando van a decir que siga leyendo...?

—Tú misma lo dijiste.

—De acuerdo.

«Ante la consulta, el P.M.C y el P.T, además de los jefes de los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses, formaron un comité para tratar el asunto. Dada la escasa documentación acumulada durante los experimentos del Sr Tesla, la naturaleza dañina, el gran alcance y la naturaleza impredecible de dichas armas de radiación electromagnética, los representantes políticos y científicos de ambos países han decidido:

-En primera instancia, renunciar a decodificar los escritos en clave que dejó el Sr Tesla después de su muerte. Según fuentes confiables de alto secreto, el idioma de las notas finales del Sr.T se parece al dialecto interno usado por la Orden de los Inmortales, y es difícil de descifrar aún con el uso de computadoras electrónicas.

-En segunda instancia, renunciar a la investigación ulterior sobre el uso como armamento de dichas transmisiones. Dado que, en el estado actual de la tecnología, no existe una manera segura de experimentar con ellas, sin causar sufrimientos innecesarios a civiles a miles de millas de distancia del punto de emisión de las transmisiones del arma.

Hoy, el M.S ha añadido a la Unión Soviética al grupo de países que establecen una moratoria sobre la experimentación, análisis y posible empleo de dichas radiaciones como armamento, por resultar peligroso, inmoral y desestabilizador para la paz mundial. Cualquier país que persiga dicha tecnología sufrirá la destrucción de las instalaciones científicas y/o militares que dedique a esos fines, a través de operaciones encubiertas o guerra declarada entre naciones. Estos ataques a dichas infraestructuras podrán ser acompañados de asesinatos, sabotajes, y en general cualquier medio que asegure los objetivos de negar dicha tecnología al país que decida no respetar este acuerdo. Los países firmantes también tienen permitido establecer alianzas militares con otras naciones, con el fin de cumplir este objetivo»

—¿Las cláusulas del acuerdo no fueron un poco excesivas? —comenté.

El silencio duró varios segundos.

—Piensa en esto, Kali —soltó Smith—. Un arma invisible, sin fuego ni humo, con alcance de miles de kilómetros, capaz de incapacitar o matar miles de personas al mismo tiempo, con la cual no pueden establecerse culpables claros porque es una tecnología no explorada, y para la cual no tenemos sistemas de alerta temprana o de detección como, por ejemplo, con las armas nucleares. Suena como el sueño húmedo de un dictador o loco genocida. Los ICBM…qué diablos, incluso las bombas de neutrones son como cañones de pólvora negra al lado de eso.

—El arma de genocidio perfecta —tuve que reconocer—. Mataría o dejaría fuera de combate a miles de personas, sin dañar la infraestructura, y forzando al país atacado a lidiar con una catástrofe humanitaria sin un causante claro. Hasta Sun Tzu tendría que reconocer la utilidad de algo así.

—Exacto, Kali. Hitler, Pol Pot, o los bastardos de la Unidad 731 se habrían bajado los pantalones con tal de poder obtener semejante tecnología. ¿Te imaginas a los jefes Hutus usando esto? ¿O en qué hubiera terminado una guerra Irán-Irak usando torres de Wardenclyffe?

—¿O en una Hiroshima sin radiación? —se sumó el jefe —. Los hijos de puta con poder también babean por la posibilidad de algo así. Más después de haberse dado cuenta de cómo una enfermedad puede joder la economía de un país o región entera sin necesidad de ejercer un bloqueo directo, o de pegar un solo tiro.

—Falta poco para que termines, Kali. Si lo que nos contaron es cierto, ahora viene el meollo del asunto.

—De acuerdo.

«Los manuscritos y notas en clave del Sr Nikola Tesla serán guardados en una caja fuerte, bajo llave y con custodia en una oficina subterránea en la ciudad de Belgrado. El grupo encargado de vigilar dicha caja fuerte será multinacional, con miembros de cada uno de los tres países firmantes de este acuerdo, con una posibilidad de añadir más miembros en caso de que otros países ratifiquen este protocolo. En caso de inestabilidad política o guerra en el país que alberga dichos documentos, la guardia será reforzada y, en última instancia, la caja será movida hacia una ubicación alternativa e igualmente secreta. El robo comprobado de dichos documentos, por medio de cualquier agente relacionable con cualquier gobierno extranjero, acarreará represalias semejantes a la investigación de la tecnología anteriormente descrita.

Firman:

Director Donovan

Sir Richard Dearlove

Mariscal Stalin

Primer Ministro Churchill

Presidente Truman»

—Hay algo que se me escapa. ¿Cuál es la utilidad de unos documentos que nadie puede descifrar?

—Hay una teoría acerca de eso. La Hechicera, que pudo ver los manuscritos, dijo que estaban escritos en un idioma parecido al de este memorando...pero no exactamente igual, como si hubieran cambiado letras de lugar. Algo totalmente maniático, pero esperable de un tipo como Tesla.

—¿La Hechicera conocía el syama (1)? Pensé que ese lenguaje se usaba sólo entre miembros de la Orden.

Las miradas de los tres hombres se fijaron en mi posición, con cara de sorpresa.

—La Hechicera era casi un miembro de facto de la Orden de los Inmortales, maldita insolente —atacó el silbador—. ¿Cómo diablos no iba a conocer ese...dialecto de ustedes?

—¡Hey! William, bajemos un poco los ánimos. ¿OK? —intervino Walther, dejando clara su posición de jefe—. Creo que todos estamos un poco afectados por lo que está pasando. Y, para aclararte el asunto, Kali, resulta que sí, La Hechicera entendía el "syama". Aunque, según nos dijo, tanto como puede entenderlo un turista que apenas sabe decir: "Hola", "Adiós", y "¿Dónde está el hotel?" Es decir, ni cerca de lo suficiente.

—Esto hizo imposible analizar el idioma usado por Tesla en los manuscritos —terció Smith, que volvía a su papel de historiador—. La transcripción al inglés que pudo hacer La Hechicera fue desastrosa, más aún por culpa del cifrado extra que había colocado Tesla. El texto final era ilegible.

—Es decir, que ni siquiera yo podría decodificar los manuscritos. ¿Entonces?

—Kali —intervino nuevamente el jefe, un poco más relajado—, tú eres prácticamente hablante nativa de ese lenguaje. Además, ¿tienes idea de lo que ha avanzado la ciencia de la criptografía en estos últimos ochenta años?

—Nunca me puse a estudiar eso, así que no...

—Pues para darte una idea, cualquier laptop moderna puede romper el código Lorenz. El maldito código Lorenz que traía de cabeza a nuestros abuelos...

—Es decir, el más poderoso de los sistemas de codificación usados por los nazis... —añadió William, serio—.

—Como decía, cualquier computadora doméstica moderna puede romper el código Lorenz en cuestión de horas, como mucho. Una tarea que en la Segunda Guerra Mundial demoraba semanas, o como mínimo varios días, incluso usando las flamantes computadoras electrónicas COLOSSUS. ¿Te imaginas lo fácil que sería acceder a esa información hoy en día?

—Sigo sin entender qué pinto yo en todo este asunto.

Otro silencio incómodo. Smith, una vez más, tomó la posta.

—Bueno, como indica ahí, Truman no era el único nervioso. Se dice que el tío Iosif estaba muy preocupado de que, en un futuro, esa tecnología misteriosa cayera en manos de grupos terroristas u "organizaciones criminales"...

—Lo que ahora denominamos "actores no estatales" —intervino el silbador—. Aunque no veo a la mafia matando miles de personas porque sí, ni siquiera para extorsionar a un gobierno. U organizaciones terroristas con acceso a transmisores con potencia de megavatios. Es ridículo.

—En ese entonces no se entendió mucho de lo que quería decir Stalin —prosiguió Smith—; ya sabes, por su habitual secretismo. Pero decidieron hacerle caso y, junto con La Hechicera...

—Que estuvo presente en las reuniones, aun cuando su nombre no aparece en el documento —cortó el silbador, aclarando a la vez—…

—Exacto. Todos ellos idearon un plan de contingencia. Un plan que te incluía a TI.

—Señores, sigo sin entender una jota de lo que me están diciendo.

Piensa, Kali. ¿A quién podía tenerle miedo el mismísimo Stalin? ¿Alguien que está más allá del poder de los Estados, pero con conexiones por todo el mundo y en todos los ámbitos?

—Diablos. ¿Anastasia Romanova?

Smith señaló con el dedo.

Bingo. Esa pequeña psicópata era capaz de hacer absolutamente cualquier cosa, y el tío Iosif lo sabía.

—¿O sea, que la visita de ese rusito engreído tiene algo que ver con un documento de 1945?

—De nuevo, piénsalo bien, Kali. ¿Si la intervención de cualquier fuerza militar o de espionaje para recuperar los manuscritos iba a estar mal vista, a quién quedaba recurrir?

El jefe decidió hablar de nuevo.

—Si hay alguien que no ha estado asociada con ningún gobierno o corriente política en los últimos... ¿Doscientos? ¿Trescientos años? ...esa eres tú, Kali.

—Serían más bien quinientos —corregí.

—Mejor aún. Eso te hacía la candidata perfecta para dos tareas. Una, era ir buscar esos malditos manuscritos a Belgrado, lo cual ahora es demasiado arriesgado. La otra, era buscar a Anastasia y pedirle explicaciones en ese estilo tan...suave que tienes. Podrían matarse entre ustedes y nadie diría ni pío.

—Ajá...

—Por lo que, poniéndonos en los zapatos de Anastasia Romanova, y suponiendo que pudiésemos pensar como una perra narcisista y calculadora, lo más lógico para ella sería descubrir tu identidad, y luego eliminarte o, mejor aún, ponerte de su lado. En el mejor de los casos, neutralizas la amenaza y sacas una ventaja, todo al mismo tiempo. Ideal.

—Pero... ¿Si La Hechicera sabía eso, porqué nunca me lo dijo? ¿Y, además, por qué no guardaron el protocolo en el Tíbet, donde era más probable que fuera a aparecer?

—Piensa —aclaró Walther—. Ahora mismo, a comienzos de una nueva guerra civil en los Balcanes, eres la única traductora que queda viva y ubicable, tanto de ese dialecto de ustedes, como de ese dichoso "Códice de los Inmortales". Y, respecto a la copia del protocolo Tesla situada en el Tíbet... ¿Cómo crees que se enteró Anastasia de todo este asunto? Razona un poco.

Joder. Aquello se ponía cada vez peor.

—Pero...pero ella no conoce el syama...

Smith decidió intervenir, nuevamente.

—Tuvo casi veinticinco años para descifrarlo, Kali.

Walther nos hizo una seña con la mano.

-–Déjenme seguir. Eso significa, chica, que lo más probable es que Anastasia esté al tanto de lo que hay en Belgrado. Y es posible que aproveche el río revuelto de las escaramuzas en Serbia para robar los manuscritos.

—Carajo...

El jefe dio otro pequeño trago a la botella, antes de hablar de nuevo.

—Cuando La Hechicera nos confesó toda esta historia...ella nos dijo que, de tener que develarse el protocolo, tu debías decidir que hacías, y nadie más. Pero puede que nuestros superiores no opinen lo mismo.

El silbador aclaró:

—Aunque no lo parezca, tenemos jefes que nos vigilan. Y no quieren que te involucres, por nada del mundo.

Me agarré la cabeza con las manos. Esto era demasiado estúpido.

—Nunca entendí la lógica de los espías. ¿Por qué se van a echar para atrás ahora? ¿Están dementes?

—Ponte en el lugar de ellos, Kali. ¿Y si resulta que todos estos viajes tuyos son en realidad una tapadera para ocultar que en realidad estás de acuerdo con Anastasia Romanova? ¿Y si planeas unirte a ella en Serbia, luego de robar los documentos? Es decir, hasta hace una semana, tú eras algo así como una leyenda, nadie sabe qué hiciste en estas últimas décadas.

—Espera, espera. ¿Ustedes desconfían de todo el mundo las 24 horas, o a veces hacen pausas para dormir?

El jefe rió por lo bajo, mientras Smith hacía un mohín de disgusto, y el silbador se encogía de hombros en su tic habitual. Walther tomó la posta nuevamente.

—A nivel de inteligencia, nadie confía en nadie, Kali. Además, para proteger esos manuscritos, ibas a tener que guardarlos personalmente. ¿Te imaginas recorriendo los Balcanes con una diana dibujada en tu espalda? Porque sería lo mismo que eso.

—¿Y cuál es la otra opción? ¿Esconderme por tiempo indeterminado y esperar a que Anastasia me encuentre tarde o temprano? Por si no lo recuerdan, las dos somos inmortales. Anastasia va a seguir jugando al gato y al ratón conmigo cuando vuestros nietos ya peinen canas.

—No vas a tener que esconderte por tanto tiempo, Kali. La Rusia que conocemos cambiará dentro de poco.

—Napoleón opinaba lo mismo en 1812. ¿Tengo que decirte cómo terminó?

—No seas burlona, chica. El ejército ruso está cansado por la guerra y perdió muchos hombres, el país está mal económicamente, la gente está cansada, y muchos oligarcas están descontentos. Son los ingredientes ideales para una revuelta y golpe de estado.

—Ajá. Estoy segura de que Napoleón pensaba algo bastante parecido en 1812. Sólo sustituye "oligarcas" por "boyardos". (2)

—Escucha, terca. ¿No te parece que te estás arriesgando demasiado al ir a Belgrado? ¿Siendo prácticamente la última inmortal conocida que puede descifrar esos manuscritos, además de ese bendito códice? ¿Puedes pensar un poco en los demás? ¿En el mundo?

El jefe calló al fin, fastidiado. No estábamos llegando a nada.

Smith se revolvió en el asiento, murmurando entre dientes algo como "maldita perra". Luego, habló de la manera pausada pero directa que había copiado de su ídolo de la ficción, y que ya era su seña personal.

—Necesito que me dejen un rato a solas con Kali.

 

Notas al pie:

(1) El syama fue creado como un dialecto de comunicaciones de emergencia para personal de la Orden, capaz de proveer una especie de idioma secreto sólo capaz de ser usado entre éstos; esto, aún entre miembros que no habían estado en contacto directo con ella por cientos de años (como Kali, Odín, y algunos otros). Como tal, debía tener una condición principal: estar basado en un idioma "muerto", y por lo tanto no sujeto a tantos cambios gramaticales (y por consiguiente de escritura) a través del tiempo. Incluso, para formar el nuevo dialecto, fue evaluado un lenguaje "mezcla" o "pidgin" entre dos de estos idiomas. Al fin, fue elegida una mezcla de latín con griego antiguo romanizado (es decir, griego con sus letras originales sustituidas por letras latinas). Esta fue decidida como la mejor opción, dada la relativa inmovilidad de sus estructuras gramaticales con el paso del tiempo (al ser lenguas muertas) y menor posibilidad de descifrado por personas "externas". Esto, en teoría, permitiría comunicaciones seguras y autenticadas, "a prueba de tiempo". Y, si se requería de aún mayor seguridad, era posible aplicarle ciertos sistemas de cifrado, como escítalas, cifrado César, o, luego, el más moderno Vigenère. Como nota curiosa, la "fortaleza criptográfica" de este dialecto, con la adición de cifrado, fue enorme hasta bien pasada la mitad el siglo 19, cuando un oficial prusiano llamado Friedrich Kasisiki publicó su sistema de criptoanálisis homónimo. Tal vez fue por esto que Tesla (que había aprendido el syama a través de sus contactos con la Orden) añadió más dificultad al dialecto mediante trasposición de letras, en una especie de cifrado César burdo pero efectivo.

(2) Para cuando este capítulo fue escrito, todavía no había acontecido el conato de rebelión de Yevgeni Prigozhin y su Grupo Wagner. No obstante, éste fue poco más que una muestra de poder de la organización, más que una rebelión en sí misma (hecho que Kali hubiera aprovechado, de todas maneras, para seguir metiendo el dedo en la llaga).

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