Rex dio un paso hacia adelante para acortar la distancia y tocó su hombro. —La vida del niño que salvaste hace siete años.
La miró intentar recordar con gran dificultad.
—No puedo recordar —
—Un niño que iba en bicicleta y fue alcanzado por una bala y—
—¡¿Ese terrible accidente?! —Casi gritó.
Rex asintió.
—¡¿Eras tú?!
Él asintió de nuevo y preguntó: —¿Entonces, aún crees que no mereces todo lo que estás recibiendo ahora?
—No —negó con la cabeza—. Me has dado más que suficiente. —Una línea de lágrimas cayó lentamente por sus mejillas. Cerró los ojos y tomó un profundo aliento.
Todo este tiempo, él solo estaba devolviéndole el favor por lo que ella hizo inconscientemente hace siete años. Ella pensó que era porque él había tenido emociones pasajeras por ella en el pasado.
—Mi vida vale más que todas las riquezas en el país, así que lo que te he dado nunca es equivalente a salvar mi vida. —Rex le palmeó el hombro.
Toria no pudo controlarse más y lo abrazó.
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