—No te preocupes, he visto cosas peores, confía en mí —sonrió el inspector Fin.
—Ahm, quería verte porque tengo algo que decirte —Piper ajustó su postura sentada.
—Oh, yo también tengo algo que decirte, pero ve primero —dijo Fin.
—¿De verdad? Entonces ve tú primero —dijo Piper.
Beverly se levantó y tomó su bolso. —Estaré esperando afuera —dijo. Sin dejar que nadie hablara, comenzó a dar largas zancadas hacia la puerta, tratando de no enfurecerse.
El inspector Fin y Piper giraron sus cabezas para mirar mientras Beverly seguía caminando cada vez más lejos.
Justo cuando Beverly estaba a punto de tocar el pomo de la puerta, el inspector Fin se levantó y proclamó inmediatamente: —Lo siento, Piper, cometí un error. Me di cuenta de que lo que sentía por ti no era amor sino...
—Lo sé —interrumpió Piper.
Beverly se detuvo junto a la puerta, sin avanzar ni retroceder.
—¿Cómo lo sabías? —preguntó el inspector Fin.
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