—¿Qué más? —Él la miró con furia cuando vio su cara asustada—. No te creas tanto. Preferiría acostarme con una prostituta que tocarte a ti.
El corazón de Piper se hundió. ¿Por qué diría eso? ¿Qué hay de malo en ella? No tiene infecciones. Aunque lo había hecho varias veces con otros chicos, nunca sin protección y además, dejó de dormir con hombres desde el año pasado.
—No me mires así, ¡o te cambiaré la cara de una bofetada! —Siseó él.
Deseaba levantar la mano contra ella, tal vez disminuiría su odio; pero no, prefería morir con ese odio antes que dañar un pelo de la cabeza de Piper. Piper también deseaba que él la golpeara, así su odio desaparecería, pero sabía que era un deseo ilusorio.
Lo observó mientras se quitaba los pantalones. No era la primera vez que veía su gran cuerpo, pero cada vez no podía apartar la vista de él. No era lo que alguien enfermo como ella debería estar pensando en este momento, pero no podía evitarlo.
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