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19: NACIMOS PARA LA TIERRA

«Illapa, Kajya, Kasa, Para, Waira, Riti y Chijchi. Hijos míos, es hora de despertar»

No estoy seguro que pasó el primer día que abrí los ojos. Los recuerdos son tan lejanos que lo único que puedo recordar es el toque de mi madre. Sus manos eran suaves, su voz tierna y sus lágrimas apaciguaban mi piel seca. 

"Nacimos para la tierra, así que no te rindas. Abre tus ojos." fueron las primeras palabras de mi madre cuando mis hermanos y yo nacimos. Todos los días, viéndola desde atrás, la vi crecer, amar, odiar y absorber la energía de sus nuevos cuerpos.

Una primera vez, luego otra y Kaia sería la tercera. Sin embargo, algo no anda bien. Mi madre está enferma, no su cuerpo. Su alma.

Fue antes de este apocalipsis, cuando las primeras grietas aparecieron en la tierra. Ella las cerró, una por una, pero siempre volvían a abrir o tal vez, su energía no era suficiente para sellarlas.

— Cada vez me demoro más — susurró Katu. Frente a la tierra lisa, con sangre en su mano y la piel del rostro agrietada.

Se debilitaba poco a poco. No le importaba, aunque no podía mantener su cuerpo en diferentes edades o cuando su boca sangraba. Ella siguió adelante, buscando su nuevo cuerpo. La primera vez fue cuando mató al monstruo corredor con fuego.

La primera vez fue cuando mató al monstruo corredor con fuego. 

— Nuestra familia es una existencia de la naturaleza y nuestro deber es proteger este mundo — De nuevo mi madre. Revisaba sus garras con sangre — si ven a uno de esos monstruos atacar mi cuerpo, matenlo.

Una orden, y como el hermano mayor, debía acatar. Arrastrándome por la tierra, debajo de los pies de su andar, seguí sus pasos. 

Recuerdo verla correr y escapar. Era lo único que hacía, huir de todo y de todos. Pensé que solo era una cobarde, que corría lejos de las personas que la lastimaban, sin ninguna intención de enfrentar los problemas. Corriendo y avanzando con su poder. 

En las noches se quejaba por escuchar a los monstruos, ocultando su desesperación de sus compañeros y cubriendo sus orejas cuando me acercaba. Pero, la primera vez que me acerqué. Sentí una conexión.

Ese día, en que ese hombre raro se convirtió en monstruo, me di cuenta de que estaba desarrollando su poder. Y me interesaba su avance tan rápido.

Aún recuerdo mis ganas de querer c omerlo cuando la apuntó con un arma. Pero no lo hice y mi madre Katu lo mató.

— Sigue vigilando — me ordenó.

Y lo quería hacer. A diferencia de mi madre que era tan brusca como fuerte. Kaia, era diferente … No. no son diferentes.

°

Quiero quedarme aquí — susurro Kaia — suéltame, bruja. No dejaré a mi familia.

°

Ambas solo quieren proteger a su familia.

Kaia, parece egoísta. Y yo, realmente quería saber qué tan lejos podría llegar ¿Qué más podría descubrir?

Kaia … mi mamá.

Kaia... mi mamá. Kaia... Katu... Mamá... Madre... ¿Cómo podían ser ambas figuras opuestas partes integrales de mi existencia? 

No, Kaia nunca podría ser como ella.

°

— ¡ESCÚCHAME BIEN! — grito Kaia — ¡No te rindas! Por más que lo que otros te digan … tú. A ti no te debe importar un carajo lo que otros piensen de ti. Aún podemos ir a la capital.

°

¿Esperanza? 

Si. Eso me recordó a mi madre.

De repente, mi mente se dividió. Veía a mi madre, esa figura que protege la tierra por siglos y a Kaia. Una niña cobarde que gritaba lo que sentía que corría cuando Katu estaba cerca, que se negaba a escucharme cuando ofrecía mi ayuda y que corría ante una amenaza.

Pero, en un día eso cambió.

Ella le gritó a mi madre. Kaia, mi mamá. Por primera vez me enseñó quién era.

°

«— ¿Sabes que nunca morí a pesar de sentirme fatal? — volvió a susurrar la muchacha. Esta vez su tono era bajo. Triste y quebrado — Nunca me rendí ni siquiera por un segundo, porque … no era mi culpa.»

°

Pensé que era cobarde. Pero, supongo que me equivoque. Resistió cada uno de los golpes que esa Emma dio y los ataques psicológicos de mi madre.

"Ella es fuerte" 

"Su mente no está destruida"

"Su alma, sigue intacta"

Era lo único que podía pensar. Sin duda mamá, es fuerte y mi madre enferma, sufre cada vez que cierra una de esas grietas.

"Me gustaria saber quien podria ganar"

— Illapa — dijo una segunda serpiente, mi hermano Wayta — madre te está buscando.

— Deberías ver esto, Wayta. 

— ¿El cuerpo de mi madre? — pregunto — no te encariñes. Ella va a morir, nadie la protege.

«Mamá necesita fuerza»

" ¡Sssssss! " 

— Aquí están — dijo una tercera voz. El menor de nosotros, el más pequeño. Para — ¿siguen espiando a la niña? sus ojos no son como el de una serpiente 

— ¿Para? ¿De qué hablas? — pregunte. Consternado, afilando mis ojos esmeraldas. Ocultando una amarga curiosidad. 

— Es diferente a madre — dictó para — sus ojos son los de una presa. 

«Mamá necesita convertirse»

« Para que la tierra esté a salvo»

— 

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Poco a poco, ese recuerdo desapareció en la mente de la serpiente. Frente al adolescente amarrado, iluminado por una vela en el atardecer.

— ¿Los padres me golpearon tan fuerte? — preguntó Nathaniel — Estoy muerto.

— No, aún tienes tiempo — siseo la serpiente — Tengo una pregunta para ti. ¿Ayudarias a mi mamá?

Nathaniel inclinó su cabeza, sintiendo la suavidad en la bufanda. Apenas logró suavizar su ceño fruncido, cuando escuchó la puerta abrirse. La iluminación del ocaso entró y cayó por las escaleras al suelo. 

Erizo su espalda y suspiró con fuerza. Esperaba ver al grupo de padres, cuando un tenue silbido juguetón lo sorprendió. Volteo a Oliver, caminando con seguridad. Dio una corta vuelta y se detuvo al frente de él.

Viéndolo con el mismo odio que Nathaniel mostró antes de golpearlo, ambos intercambiaron miradas. Sin embargo su expresión no duró mucho, siendo quien se burlaba de otros, no pudo evitar reírse entre carcajadas y estirar los pliegues de su piel al sonreír.

— Mierda — jadeó aún entre risas que intentó calmar — Tan solo mirate. ¿te das cuenta que si no me hubieras atacado, no estarías aquí? 

Nathaniel no respondió.

Oliver esperaba pelear. Quería burlarse del chico que naturalmente estaba de su lado. Sin embargo, verlo encogido entre sus pensamientos lo hizo refunfuñar.

— Si no peleas no es divertido.

— No va a morir aunque lo desee — susurro Nathaniel, llamando la atención del otro.

— ¿Qué dices? No te escucho, ¡Dilo en voz alta! — gritó y jaló la bufanda, obligándolo a ver.

Sin embargo, en el momento que vio sus ojos, se asustó de la expresión siniestra del chico, era tan apagada como adormilada, como si quisiera llegar a su alma y matarlo.

Sus ojos marrones parecían perderse en la oscuridad.

— Alejate, hijo de puta — gruñó con tanto asco.

— ¿Qué?

— No sabes lo que está pasando — pauso Nathaniel — En cualquier momento podríamos morir y aún así, prefieres jugar a ser el niño engreído. No sabes cuantas ganas tengo de golpearte la cara. Ja ja, me das asco desde que acosan a kaia. Mejor desatame y pelea como un hombre.

No fue necesario más, Oliver se alejó de solo ver. Sorprendiendose por su reflejo apurado. No sabía que ese chico podía tener un lado tan espeluznante.

Sin embargo, una repentina sensación divertida cubrió su rostro. Chasqueo la lengua y con un puño limpio, golpeo la mejilla de Nathaniel.

— Iré a visitar a Kaia, ¿recuerdas que el año pasado decían que estaba enamorada de mi? 

Tras escucharlo, Nathaniel inhalo con fuerza y quiso levantarse, pero no hizo más que arañar su piel con el áspero de las cuerdas, y terminar viendo una pistola a centímetros de sus ojos.

— Yo dije que todos vamos a morir, ¿no? — dudo sin dejar de ver la sorpresa en Nathaniel y bajando el arma, mientras la serpiente se escondia detrás de él — me di cuenta que no tiene balas. Adiós. Descuida, no tocaré tanto a la chica que te gusta.

No pasó mucho tiempo cuando volvió a estar solo. Escuchando el siseo de la serpiente lejana pero observando. Bajo la cabeza, viendo como gotas de sangre caían a sus zapatos sucios.

— puedes tener un deseo al morir — dijo la serpiente — Mamá puede matar a ese chico por ti, solo 

— no quiero nada de esa bruja — intervino.

— Te confundes. Ambas mujeres son mi mamá. 

Nathaniel alzó un poco su duda. su ceja alzada, mientras sus pupilas se movían insistentemente.

— Nacimos para la tierra, para protegerla. Te lo juro, como quien crea los rayos. Illapa.

Próximo capítulo