Las únicas dos voces que se escucharon por todo el camino a casa fueron las de las dos chicas.
Brook, quien se había peleado con su hermano por ser voluntario para acompañar a Halana en el auto del señor Raffaele, miró celoso a la niña que le había quitado toda la atención de su nuevo amigo.
Raffaele conducía en el frente, mientras Sasha y Ariel había sido arrojados al auto de Ezra.
La única opción que le quedaba para conversar era su maestro, sin embargo, viendo el porte intimidante y su rostro frío, no le quedaba ni una sola gota de valentía para abrir la boca.
Sintió como si los treinta minutos que les tomaba ir desde el centro comercial hasta la comunidad Santa Lucía se hubieran transformado en horas.
En el momento que estacionaron frente a su casa salió del auto como si alguien lo persiguiera.
Halana y Alice ignorantes del extraño ambiente continuaron conversando y riendo.
"Vamos" ordenó Raffaele.
Abrió la puerta trasera y alargó la mano tirando de Halana como había hecho tantas veces en tan solo unas horas, de manera que parecía estar arrastrando una bolsa de algodón.
Caminó a grandes zancadas hasta la puerta que le indicaba Brook.
Unos minutos más tarde, apareció Ezra estacionando el auto.
Del auto que inicialmente solo había llevado a tres personas, salió una cuarta persona.
Halana giró la cabeza en su dirección, cerrando la puerta del copiloto había un hombre, tan grande como Raffaele, aunque sin la misma cantidad de musculatura. El cielo azul claro y la suave luz del sol caían sobre él.
Tenía un largo cabello ondulado hasta los hombros de color oscuro, piel morena y ojos marrones claro casi dorados como dos soles brillando al sol.
Un aspecto salvaje, pero encantador.
En el momento que sus miradas se encontraron el hombre sonrió tan brillante como el sol.
Caminó en su dirección y estiró la mano para saludarlo.
"¡Hola! Eres Ángel ¿correcto?".
Su voz era gruesa y profunda, la última vez que había escuchado una voz tan exquisita fue cuando el fantasma del emperador III caminó por su jardín, intentando ordenar a sus sirvientes y siendo ignorando por supuesto.
La voz atravesó su mente mareada y una brisa impregnada de un aroma limpio y cálido fluyó desde su dirección.
Halana hizo una pausa, era demasiado estímulo sensorial, sentía que estaba a punto de desmayarse, por supuesto de una buena manera.
El hombre frunció el ceño frente a su silencio "definitivamente eres Ángel, es imposible equivocarse, a menos que tengas un gemelo".
Lo tenía, claro, no era algo que pudiera comentar, además él era Ángel.
"Lo soy, Ángel Weiss".
"Soy Silas Amor".
"¿Amor?".
"Un apellido extraño, lo sé, puedes llamarme así si lo deseas" guiño.
Por primera vez las expresiones de todos los presentes eran iguales, sus ceños fruncidos podían asustar a cualquier que pasara.
Halana asintió sin verse avergonzada, no podía entender que los humanos solo usaban estos apodos cariñosos con sus parejas o familiares.
"Cariño, debí traer mis lentes de sol, eres deslumbrante" dijo audazmente.
"¿Qué hace aquí?" preguntó Brook.
"Lo recogí" gruñó Ezra y se estaba arrepintiendo de la decisión impulsiva.
"Tus ojos también brillan muchísimo" Ángel respondió suavemente.
El adolescente se rio felizmente y palmeó su hombro.
En el momento que levantó su mirada y chocó con el ceño fruncido del señor Fournier se transformó en una estatua, aunque rápidamente se compuso y lo saludó con calma.
"Señor Fournier, es sorpresivo verlo durante las vacaciones"
Raffaele asintió sin digerirle palabra y continuó arrastrando a Halana hasta la puerta de la casa.
Halana trotó detrás de él, frotándose los ojos incómoda por el sol, sin embargo, de un momento para otro, una sombra la cubrió.
En el momento que miró hacia arriba vio un demonio colgando del tendedero de luz.
Largo y completamente negro tapando la luz del sol, como alquitrán colgando del cable, unos extremos blancos eran lo único llamativo.
En el momento que la vio, saltó feliz a la acera, las garras blancas rasparon el piso mientras se arrastraba en su dirección.
"¡Lana! ¡Lana! ¡Estoy aquí! Te perseguí por todo el país" gritó emocionado "¡¿cómo pudiste irte sin mí?!" sollozó.
Halana sintió que le temblaba el ojo, había dejado a este desperdicio cuando había huido, ¡quien sabía que la alcanzaría en apenas un día!
Estaba tan enojada que no podía esperar para patearlo de vuelta al inframundo.
Ignoró por completo al demonio de casi tres metros, que caminaba como un perro lloroso detrás de su dueño y decididamente encontró que la espalda de su nuevo profesor era muy encantadora e interesante.
No obstante, no tuvo que fingir por mucho tiempo, su atención se vio atraída por el suspiro de Raffaele, que golpeaba la puerta sin respuesta alguna, al ver su rostro lleno de vicisitudes, se tocó el labio culpable, se giró hacia Ezra y sugirió.
"Puedes llamar a mí tío, debe estar con tu mamá".
En medio de sus palabras el grito indignado de Xolroth rompió sus tímpanos.
[Estoy aquí, estoy aquí, sáquenme de esta pocilga].
[Sólo es un maletero] Halana gruñó dentro de su mente.
[Sáquenme, sáquenme, quiero luz solar].
[¡Los demonios no necesitan sol!].
[Sáquenme, sáquenme] Xolroth continuó chillando, haciendo oídos sordos.
Onnun miró con curiosidad el maletero del auto, sintiendo las ondas energéticas, se estiró como una gruesa seda negra, sin apartar su parte inferior de la posición en la que estaba, como un chicle siendo estirado en otro dirección.
[¿Quién eres nuevo amigo?] Onnun golpeó el maletero emocionado.
[Soy el grandísimo Xolroth] Xolroth levantó el pecho orgulloso, aunque nadie podía verlo.
Onnun miró emocionado la cajuela cerrada, estiró una garra blanca listo para abrir la puerta cuando fue detenido.
[No abras] ordenó Halana rotundamente, enviando su orden llena de poder espiritual, lo suficiente para que Onnun se encogiera de miedo.
Asintió como un pollo picoteando arroz, y se metió por el pequeño hueco de la cerradura al interior del maletero.
Emocionado rompió el papel que ataba al cuadro, sin embargo, en el momento que su vista se encontró con el demonio quedó estupefacto.
[Nunca había visto una especie tan horrenda, ¿De qué raza eres?]
[¡Este no es mi cuerpo real! Soy muy guapo] Xolroth gruñó enojado.
[Oh…]
Halana ignoró el resto de la conversación y dejó a los dos idiotas conversar por sí mismos.
Llegó Ezra con el señor Spencer, en el momento que Onnun sintió su presencia, se olvidó de su nuevo compañero y se lanzó encima como si su vida dependiera de ello.
El señor Spencer solo sintió que una brisa pasaba junto a su lado y un leve olor a cítricos lo rodeaba, sonrió como reconociendo quien lo estaba saludando de manera amistosa, solo Halana sabía que Onnun ya se había encaramado sobre él como un verdadero Koala.
Sin embargo, cuando vio el rostro morado de su nuevo "sobrino", casi se desmaya del susto, hizo falta la aparición de los dos gemelos Taylor para sostenerlo.
Halana se frotó el labio inferior culpable, y puso el rostro más inocente de su repertorio, no había forma, no quería ser castigada el primer día, aún había muchas cosas que quería conocer.