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Capítulo 18 - Reencuentro

Morgase: Sin dudas es muy joven para haber ganado la espada con la marca de la garza. No supera en edad a Gawyn.

Bryne: El arma concuerda con su persona. – al experimentado general no le quedaba duda después de ver la manera en la que Rand se movía, lo que era más alarmante para él era el hecho que el chico todavía no mostraba preocupación alguna en su rostro.

Morgase: ¿Cómo es ello posible? – no podía ocultar la sorpresa en su voz.

Bryne: No lo sé, pero esa arma es suya. Ese chico no es ningún pastor.

Elaida: ¿Cómo llegó a tus manos esta espada, Rand al'Thor de Dos Ríos? – incluso ella sentía curiosidad, el tono del general insinuaba que desconfiaba de su identidad y procedencia.

Rand: Mi padre me la entregó antes de que partiera de viaje. – le respondió como si no fuera para tanto.

Elaida: Pensé que dijiste que era un pastor. ¿Ahora los pastores llevan espadas con la marca de la garza?

Rand: Armas demasiado alboroto por una simple espada Aes Sedai. Mi padre sirvió en el ejército de Illian en su juventud cuando decidió explorar el mundo justo como lo hago yo ahora.

Elaida: ¿Cuándo llegaste a la ciudad y dónde te hospedas?

Rand: Hoy, me hospedo en la posada la Corona y el León. – era una posada que recordaba haber visto en la ciudad.

Elaida: ¿No es ésta una gran casualidad? – insinuó – Hoy han traído al infiel a Caemlyn. Dentro de dos días partirá hacia el norte y con él irá la heredera de la corona para completar su formación. Y precisamente en esa coyuntura aparece en los jardines reales un joven de Dos Ríos que pretende ser un fiel súbdito de la reina...

Esta vez la paciencia de Rand era la que estaba llegando a su límite. Quería dejar una buena impresión en Elayne y ahora también en Morgase, pero si la bruja frente a él continuaba molestando no había problemas con enviarla de vuelta al entramado.

Rand: Di de una vez lo que quieres decir bruja. – nunca antes los presentes habían abierto tanto los ojos como cuando le escucharon llamar a Elaida bruja – Si quieres puedo describirte Dos Ríos por completo o explicarte como se deben criar las ovejas. El único motivo por el que me acerqué a la princesa es por insistencia de ella.

Elaida estaba a punto de perder los estribos, pero la voz de la reina le hizo enfriar la cabeza.

Morgase: ¿De qué lo estáis acusando? ¿De ser un Amigo Siniestro? ¿Uno de los seguidores de Logain?

Elaida: El Oscuro está cobrando fuerza en Shayol Ghul. La Sombra se cierne sobre el Entramado y el futuro pende de un delgado hilo. Este hombre es peligroso.

Elayne: Madre, os ruego que no le hagáis daño. Habría podido marcharse de inmediato si yo no lo hubiera contenido. Él quería irse. Fui yo quien lo obligó a quedarse. No puedo creer que sea un Amigo Siniestro.

Morgase: Las sospechas están sofocando Caemlyn, tal vez todo Andor. El temor y la lúgubre se esparcen. Las mujeres denuncian a sus vecinas, acusándolas de ser Amigas Siniestras. Los hombres graban el Colmillo del Dragón en las puertas de personas que conocen desde hace mucho tiempo. Yo no pienso contribuir a ese clima.

Elaida estaba a punto de interrumpir las palabras de la reina, pero fue detenida por esta.

Morgase: No pienso fomentar ese ambiente de recelo. – atajó a Elaida – Cuando ascendí al trono juré administrar justicia a los poderosos y a los humildes y pienso mantenerla aun cuando sea la última persona de Andor que recuerde el significado de la palabra justicia. Rand al'Thor, ¿juras ante la Luz que tu padre, un pastor de Dos Ríos, te dio esta espada con la marca de la garza?

Rand: Lo juro mi reina. – lo dijo mirándola directamente a los ojos, su mirada parecía suavizar a la reina.

Morgase: ¿Y trepaste el muro del jardín para poder ver al falso Dragón?

Rand: Si, mi reina.

Morgase: ¿Pretendes causar algún daño al trono de Andor, a mi hija o a mi hijo?

Rand: Jamás mi reina e iría en ayuda suya o de su familia si algún día lo necesitaran.

Morgase: En ese caso te impartiré justicia, Rand al'Thor. Primeramente, porque poseo la ventaja sobre Gareth y Elaida de haber escuchado el habla de Dos Ríos en mi juventud. No posees el físico propio de sus habitantes, pero puedo afirmar que tu acento sí pertenece a esa región. En segundo lugar, nadie que tuviera tus cabellos y tus ojos pretendería proceder de Dos Ríos a menos que ello fuera cierto. Y la explicación de que tu padre te entregó una espada con la marca de la garza es demasiado absurda como para ser una mentira. Te concedo la libertad, Rand al'Thor, pero te recomiendo que vayas con cuidado antes de allanar el palacio otra vez y se más respetuoso, sé que las Aes Sedai no son amadas por muchos, pero Elaida es mi concejera. Si alguien te encuentra nuevamente en este recinto, no saldrás tan bien parado.

Elaida no estaba nada alegre con la decisión de Morgase.

Rand: Gracias, mi reina. Estoy seguro de que llegará el día donde pueda pagarle su generosidad.

Morgase: Tanllavor – ordenó – escoltad al invitado de mi hija a las puertas de palacio. El resto de excepto Elaida y lord Gareth puede marcharse. Debo decir qué medidas tomar ante los Capas Blancas reunidos en la ciudad.

Tallanvor y los guardias envainaron de mala gana las espadas, dispuestos a desenfundarlas de nuevo en un instante si fuese necesario, pero llevaron a cabo sus órdenes un tanto sorprendidos al ver a Elayne y Gawyn acompañar a Rand hasta la salida.

Cuando llegaron a la salida Rand fue el primero en hablar después de haber caminado en silencio todo el tiempo.

Rand: Le agradezco por toda la confianza mi lady. – hizo una reverencia hacia Elayne – Me alegro de todas las decisiones que he tomado hoy, son gracias a estas que he podido conocerla.

Elayne: Si le hubiera dicho a mi madre que te encontraba atractivo, sin duda te habría encerrado en una celda. – le dijo con una deslumbrante sonrisa – Adiós, Rand al'Thor.

Rand: Son palabras que no olvidaré. Hasta que nos volvamos a ver nuevamente, mi princesa. – luego se giró hacia Gawyn – Aunque usted no tiene la misma belleza que su hermana, también fue un placer conocerlo mi lord.

Tanto Elayne como Gawyn no pudieron echarse a reír al escuchar lo que había dicho Rand. Con esas como sus últimas palabras Rand se marchó.

Una vez de vuelta en la Bendición de la Reina, Rand fue directo hacia la biblioteca donde se encontró a maese Gill y Loial jugando una partida de dama.

Gill: Estaba comenzando a preocuparme por tu tardanza, chico. Pensé que quizás podrías haber tenido problemas. – se levantó de la mesa dejando la partida sin terminar, después de todo Loial casi siempre ganaba. – Me alegra ver que ese no es el caso.

Rand pensó si contarle a maese Gill sobre todo lo acontecido durante el día y al final decidió hacerlo. Maese Gill apenas podía creer lo que escuchaba cuando Rand narraba todo el encuentro con la reina y Elaida.

Gill: Ya no podrás quedarte a esperar a tus amigos. Tendrás que abandonar la ciudad, y sin tardanza. Dos días a lo sumo. ¿Serás capaz de hacer que Mat se levante de la cama o debería solicitar los servicios de la Madre Grubb? – Madre Grubb era como una zahorí, alguien que se encargaba de atender enfermos.

Rand: Iré a ver la condición de Mat ahora. – ya se había levantado y estaba a punto de abandonar la biblioteca cuando se detuvo – Gracias por toda la ayuda que nos ha dado maese Gill. Thom realmente tiene un buen amigo. Si le sirve de algo puede considerarme un amigo a mí también.

Maese Gill se veía un poco incomodo al no saber cómo contestarle a Rand por unos segundos.

Gill: Thom siempre ha sido un muy buen amigo desde que puedo recordar, si él está dispuesto a correr el riesgo por vosotros yo no me haré a un lado. Siempre serás bienvenido bajo mi techo chico.

Fue entonces el turno de Loial de levantarse de la silla donde estaba sentado.

Loial: Creo que será mejor que comience a recoger mis pertenencias en caso de que tengamos que partir de inmediato.

Las palabras de Loial sorprendieron a maese Gill que no sabía que Loial había decidido acompañar a Rand. Antes de que pudieran decir una palabra más, una de las criadas entró corriendo en la biblioteca. A chica venía a avisarle a maese Gill sobre Capas Blancas que habían llegado a la posada.

Los Capas Blancas en la posada estaban detrás de un chico de Dos Ríos, Rand que estaba escuchando desde una posición donde no era visto no sabía si estarían hablando de él o Perrin, si había terminado capturado por los Capas Blancas.

Los Capas Blancas cometieron el error de hablar mal de la reina y eso fue suficiente para que maese Gil los echara de la posada, incluso después de haber sido amenazado. Rand estaba por retirarse en busca de Mat, pero nuevamente fueron interrumpidos por la misma criada de antes Gilda, ambos ya estaban esperando otra mala noticia.

Gilda: Señor, hay… hay una dama en la cocina. – luego miró hacia Rand – Pregunta por maese Rand y maese Mat, con sus propios nombres.

Rand no conocía a nadie excepto las personas de hoy en el palacio y ningunos le había mencionado a Mat, además viendo que ya casi era el momento para que aparecieran Rand estaba seguro de quien era la dama. Sin esperar, ambos, maese Gill y Rand se dirigieron hacia la cocina donde lo primero que vio Rand fue la sonrisa de Moraine.

Una vez que hubo entrado completamente Nynaeve y Egwene se precipitaron riendo en sus brazos, seguidas de Perrin, quien al igual que ellas, le palmeó el hombro como si estuviera convenciéndose de que realmente se encontraba allí. Lan estaba al fondo de la cocina siempre vigilante.

Rand: Realmente me hicieron esperar. – las chicas rieron al escucharlo – Perrin, luces terrible… – Perrin tenía morados en la cara y rehuía la mirada de un modo extraño – espero que el contrario lusca peor.

El comentario de Rand mejoró ligeramente el estado de Perrin.

Egwene: Sabía que estabas vivo. Siempre lo supe.

Nynaeve: Tienes buena cara, Rand. No se ve que hayas comido en exceso, pero estás bien, gracias a la Luz. – se mostraba aliviada ahora que la preocupación por la seguridad del chico había desaparecido.

Después de que todos se hubieran saludado maese Gill que estaba detrás de Rand se paró a su lado.

Gill: Bienvenida a la Bendición de la Reina, Aes Sedai. Me honra tenerla como huésped, aunque supongo que os hospedaréis en palacio con Elaida Sedai y vuestras hermanas que llegaron con el falso Dragón. – él no hablaba mal de las Aes Sedai, pero eso no significaba que sintiera deseos de que una de ellas durmiera bajo su techo.

Rand: Tranquilo maese Gill, Moraine no es tan terrible como parece. – a todos les pareció que a Moraine se le marcó una vena en la frente, pero solo por un breve instante.

Moraine: Creo que me hospedaré durante el breve tiempo que permanezca en Caemlyn. Y debéis permitirme que le pague.

Moraine también se percató de la cantidad de gatos que había en la posada y después de comprobar con maese Gill la existencia de gran cantidad de ratas en toda la ciudad acordó ayudarlo a deshacerse de ellas a lo que maese Gill aceptó agradecido.

Antes de que alguien dijera algo más Nynaeve se acercó a Rand.

Nynaeve: ¿Dónde está Mat? – indicó a Moraine – Ella dijo que también estaba aquí.

Rand: Mat se encuentra en la habitación, vengan, los llevaré hasta él. Moraine no deberías demorarte, la condición de Mat requiere algo más que algunas yerbas.

Moraine se quedó mirándolo en silencio por un instante hasta que asintió comprendiendo que la situación era complicada.

Moraine: Estaré con ustedes enseguida en la habitación.

Rand comenzó a dirigirse hacia la habitación y todos siguieron detrás de él en silencio hasta que Perrin le hizo una pregunta.

Perrin: ¿Dónde está el juglar? – las chicas miraron a Rand también curiosas por el destino del juglar.

Rand: Durante nuestro viaje fuimos atacados por un Myrddraal y terminamos separándonos. – luego procedió a hacerle un resumen de lo que había pasado ese día – No se preocupen, estoy seguro de Thom está con vida y de que lo volveremos a ver.

Rand: Mat está enfermo. – Nynaeve iba a decir algo, pero él la detuvo con un gesto – Su problema no es algo que puedas solucionar. Él Tomó algo en Shadar Logoth, una daga para ser preciso. Será mejor que nadie lo toqué y esperemos a que Moraine lo vea.

Nynaeve no estaba contenta al pensar que no podía hacer nada por Mat, pero no insistió en ello. Cuando llegaron a la habitación donde estaban durmiendo Rand y Mat, encontraron a Mat acostado en su cama justo como lo había dejado Rand, al sentir la puerta se abierta levantó la cabeza para mirarlos.

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