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Sin tener idea de lo que trataba de decir, me atreví a pregunta:

- ¿A qué te refieres? -era cierto que aquel día Camila me estuvo haciendo unas preguntas extrañas y aunque yo no tenía ni idea, jamás imagine que tendrían un propósito, ahora que Nicolas está tocando el tema, empiezo a entenderlo todo.

- ¡Aja! -menciono en tono burlesco y agregó: -tienes suerte de haber podido casarte con Álvaro a pesar de coeficiente, ya te había dicho que te pareces mucho a mi madre, igual que Rebeca, ¿de verdad eres tan ingenua como para pensar que dos personas pueden tener gran parecido sin una razón aparente?

Fruncí más el ceño y dije:

- ¿Qué quieres decir?

Puso los ojos en blanco y revelo:

-Lo que quiero decir es que mi madre ya tiene pruebas de tu ADN y del de Rebeca e hizo una prueba de paternidad. -Después de eso parecía estar un poco confundido, pero agrego: -Al principio creí que serias tú, pero para mi sorpresa resulto ser Rebeca.

Para ese momento, mi mente ya estaba llena de preguntas sin respuestas, eche un vistazo al corredor y me di cuenta de que lo mejor era no seguir interrogando a Nicolas ahí, así que lo lleve conmigo a la habitación de al lado. Una vez dentro, lo mire y pregunte con gran seriedad:

- ¿Así que decidieron tomar mi ADN e hicieron una prueba de paternidad solo porque me parecía a la señora Ortega?

El frunció los labios y contesto:

- ¡Claro que no! Mi madre había estado buscando por pruebas por más de 20 años y si no las hubiera tenido no hubiera sido tan persistente, además, muchas de tus vivencias son parecidas con las de Rebeca, por eso no estaba segura de quien era su hija legitima. Así que se puse de acuerdo con Álvaro para verte a ti y a Rebeca por separado y obtener una prueba de ambas.

En realidad, no me interesaba saber las similitudes que había entre Rebeca y yo, solo quería saber si mi primer encuentro con Camila fue porque Álvaro quería salvar a Mayra, o porque simplemente le estaba debiendo un favor. No podía creer que durante todo ese tiempo no me había dado cuenta de nada.

- ¿Rebeca ya estaba enterada de todo esto? -pregunte, al tiempo que empezaba a sentir nauseas.

Asintió.

-Imagino que Álvaro se lo dijo desde el principio, porque si no, no trataría de estar tan cerca de mi madre después de todo, por eso siento que ya lo sabe.

Tuve la necesidad de reírme a carcajadas, durante todo este tiempo, parecía que yo era la única que ignoraba la situación.

- ¡Ja! -quería reírme, pero la risa se me quedo atascada en la garganta, me habían hecho quedar como una completa imbécil y una inconsciente al punto de que, si me hubieran vendido, ni siquiera me habría dado cuenta.

Nicolas se dio cuenta de que estaba enfadada e hizo una pequeña pausa, tal vez noto que estaba siendo muy apático, olvido el sarcasmo y hasta cambio la forma en la que se dirigía a mí.

-No le des tantas vueltas al asunto, en realidad nadie te dijo nada porque temíamos que te hicieras a la idea equivocada, nadie estaba seguro del resultado así que…

- ¿Así que decidieron que lo mejor sería que no supiera nada como si fuera tonta? -no pude contenerme más y estalle, dejando entrever toda la molestia que había acumulado en mi corazón.

Nicolas frunció el ceño y trato de defenderse.

-Samara, sabes muy bien que eso no es lo que quise decir…

- ¡Ya no sé nada y jamás supe nada! -Sali corriendo de la habitación. De manera ingenua, siempre había creído que si era amable y sincera con los demás no sufriría tanto, pero parecía que era demasiado crédula pues la vida siempre encontraba la manera de darla a cada uno el dolor que merecía.

En el salón principal estaban empezando a llegar montones de personas, todos ellos eran funcionarios con altos rangos y en medio de todos, estaba Rebeca siendo el centro de atención, Camila y Zacarias se encontraban saludando a los invitados y también la presentaban a ellos.

Trate de controlar mis emociones y camine alrededor de la mesa de comida.

Me distraje un poco y por accidente, el pastel que unos segundos atrás había colocado en mi plato dio unas cuantas vueltas en el aire antes de caes en el blazer de alguien.

-Lo sien… -con pánico, levante la mirada para encontrarme con la cara seria y despectiva de Joel.

De inmediato recupere la compostura y me arrepentí de casi haberme disculpado, pues sin importar la situación, lo que dijera seria en vano, por el contrario, se podía ocasionar una discusión innecesaria. Yo quería evitar cualquier tipo de problema, pero parecía que Joel ya había decidido que no me dejaría escapar fácilmente, me miró fijamente y me dijo en tono burlesco:

-Samara, dime algo, ¿acaso estas enfadada o celosa? Dado que Rebeca es la hija de Camila y su vida cambiara para mejor de un momento a otro, sin embargo, una mujer como tú que creció en lo más bajo jamás será digna de alguien como Álvaro, sin importar cuanto te esfuerces.

Puse mi plato sobre la mesa y de inmediato lo miré.

-Si yo no soy digna de él, ¿entonces tú lo eres?

-Tu… -en su cara podía notarse la ira y como se preparaba para responder, pero antes de que pudiera hacerlo, lo interrumpí.

-Me case con Álvaro e incluso estamos esperando un hijo, al darme cuenta de lo mucho que te gusta burlarte de mí puedo sentir que no te sientes lo suficientemente capaz para estar con alguien como Rebeca, ¿tu complejo de inferioridad es tan grande que te desahogas conmigo?

- ¡Estas loca! -todavía enfadado, se quitó el blazer y lo arrojo hacia mí. -Límpialo.

Había momentos en los que sentía que Joel podía ser bastante simpático, pero siempre que intentaba molestarme o meterse en mi vida, él era quien terminaba afectado, justo como ahora. Aunque nunca había logrado ganarme en una discusión, seguía intentándolo y eso lo hacía muy adorable.

Todavía con el blazer de Joel en las manos, dije:

-Te aconsejo que no lo dejes en mis manos, quien sabe, puede que termines llevando una prenda toda mojada en un evento tan importante. Eso en definitiva no te daría puntos en el libro de Rebeca.

Próximo capítulo