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230) Lav... la pervertida

"Buaaaaa… *snif* *snif*… ¡aaaahhhhh!"

Aquí estoy, sentado en la cama junto a Lavander, ya sin mi disfraz de fantasma, mientras ella llora desconsoladamente, cubriéndose con la sábana. Luego de que… bueno, se corriera, sentí que no podía llevar esto más lejos sin consecuencias peores. Marcharme sin más tampoco era una opción; si me descubría vivo, lo tomaría aún peor.

Mi plan inicial era aprovechar su momento de post-orgasmo para hacerla dormir y que todo pareciera un sueño, pero después de lo que me reveló, decidí que era mejor hablarlo. Desgraciadamente, ya llevamos varios minutos con ella llorando sin parar, y yo no he logrado más que decirle palabras torpes de consuelo.

"No es tan malo…" murmuré.

"¡Má-tame yaaaaaa! ¡Buaaaa!" respondió entre sollozos.

"Y… ¿si terminas convirtiéndote en un fantasma?" intenté bromear.

"¡BUAAAAAA!" lloró aún más fuerte.

"Está bien, fue de mal gusto, lo admito, pero tienes que admitir que…" Me detuve, incapaz de encontrar un final apropiado para esa frase. La verdad, estaba perdido. Podía manejar chicas inocentes o putas por igual, pero Lavender era la primera con una mente tan podrida como la mía. Esa empatía inesperada hacía todo más difícil.

"Vamos, Lavender, no es tan malo…"(Red)

"Me quiero morir…" sollozó. "Pensé que era un sueño…"

"Podemos fingir que lo fue, un lindo sueño, nada más."(Red)

"¡No es lo mismo!" lloriqueó, sus palabras entrecortadas. "¡No se supone que nadie supiera eso!"

"¿Que eres una cachonda pervertida a niveles absurdos… o que te gustó tanto que quieres reemplazar a Hermione?"

Mis palabras solo empeoraron la situación. Lavender lloró más fuerte (sí, aparentemente era posible) y se giró para enterrar la cara en su almohada. Sus sollozos eran tan desgarradores que empecé a preocuparme de que pudiera asfixiarse de esa forma tan poco práctica.

"Lavi, por favor, deja de llorar. Hablemos…"(Red)

Pasaron varios minutos más. Ella seguía llorando, y yo acariciaba uno de sus gemelos mientras intentaba pensar en algo útil que decir. Finalmente, sus lágrimas comenzaron a agotarse, y aunque su respiración no se calmó del todo, al menos retomó un ritmo más aceptable.

"Mira, en cuanto a lo de lo cachonda que eres… acepto parte de la culpa por darte ese libro." Hice una pausa, suspirando. "En cuanto a lo demás…"

"También es tu culpa…" murmuró, con la cara todavía enterrada en la almohada, lo que hacía que sus palabras fueran algo difíciles de entender. "Si no fueras un infiel en potencia, no tendría sentimientos por ti. No sentiría que tengo una oportunidad, y ni siquiera pensaría en estar con el novio de mi amiga."

"Espera… ¿infiel en potencia?"(Red)

"Eso es lo que todas pensamos…" dijo, sin levantar la cabeza. "Bueno, quizás no todas. Hermione no, seguro. Ella parece convencida de que puedes cambiar."

"Espera, espera… ¿todas piensan eso?" pregunté, sintiendo un leve escalofrío.

"Creo… deberían. Es bastante obvio."(Lav)

"¿Y cómo sabes tú eso?"(Red)

"Por cómo nos tratas a todas… nuestro grupo es solo de chicas, y tú siempre estás ahí, llevándote bien con todas." Hizo una pausa. "Además, actúas como ese personaje del libro que me diste… yendo de mujer en mujer y dejando hijos por todas partes." El rubor en sus orejas la delataba, aunque seguía con la cara contra la almohada.

"Creo que voy a tener que quemar ese libro…" musité, pensando en todas las cosas que había escrito allí. Simplemente me dejé llevar, aprovechando mi habilidad para escribir rápido. Ahora parecía haber sido un error.

"¡Ni se te ocurra!" gritó, girándose de golpe. Sus ojos estaban rojos e hinchados, pero el brillo de su enojo era inconfundible. "Ya me quitaste mi dignidad, ¡no me vas a quitar mi tesoro!"

"A ver, hace un rato eras tú quien gritaba que te quitara la dignidad."(Red)

*Snif*. Su nariz se arrugó, y pude ver cómo sus ojos se llenaban nuevamente de lágrimas. Reconociendo las señales de un nuevo ataque de llanto, intervine rápidamente.

"Ya, ya, Lav. No llores otra vez, está bien. Mira, para que te calmes: sí, lo admito. Soy un infiel en potencia, como tú bien lo adivinaste." Intenté sonar conciliador, aunque algo irónico.

"¡Lo sabía! Y… y por eso pasó todo esto." Su voz temblaba, un claro eco de la confusión y culpa que llevaba dentro.

"Dime algo, Lav: ¿realmente esperabas que engañara a Hermione contigo? ¿Querías ser solo eso, una amante cualquiera?" Pregunté con cierta curiosidad, buscando entender lo que realmente pasaba por su mente.

"No... sí… yo…" titubeó, claramente luchando contra sus propios pensamientos. "Pensé que en algún momento estarías conmigo. Que me mirarías… y te lanzarías sobre mí como una bestia sedienta de… de lujuria y sexo." Su tono comenzaba a cambiar, recuperando ese matiz teatral suyo, aunque parecía no darse cuenta. 

"Pero no es que quisiera ser solo una amante. Quería enamorarme como cualquier otra chica… tener a un hombre que de verdad me ame. Pero… pero estas cosas, estas otras cosas, me han estado causando… picazón ahí abajo… desde hace tiempo" bajó la mirada, avergonzada, cerrando sus piernas.

"Entiendo." Respondí, pensativo. "No tienes por qué avergonzarte. Algunas personas, como nosotros, somos más… precoces en esos aspectos." Comenté, recordando mis propios inicios.

"Pero… si alguien se entera…" murmuró, ahora llena de temor.

"No planeo decirle nada a nadie. ¿Tú planeas ir por ahí contando que soy un 'infiel en potencia'?" Le pregunté, dándole una salida fácil.

"No…" Su voz era apenas un susurro.

"Perfecto. Ahora, aunque me gustaría irme, creo que este es un buen momento para aclarar ciertas cosas." Dije mientras daba un par de palmadas en su pie.

"¿Vas a lanzarte sobre mí? ¿Arrancarme la ropa, violarme hasta que no pueda resistirme y convertirme en tu esclava, en un juguete desechable que dependa completamente de ti?" Su tono era tímido, casi angustiado, pero no pude ignorar el leve tinte de emoción que iba creciendo en su voz.

"Por Morgana, Lav… no pensé que hubieras caído tan bajo. ¿Qué te pasó?" Pregunté, atónito por lo rápido que su actitud había cambiado.

"Perdón…" murmuró, apenada. "No sé por qué soy así. Antes solo pensaba en el amor, en encontrar a alguien perfecto. Pero después de leer ese libro que me diste, esas cosas comenzaron a interesarme… y cuando tengo tiempo libre, mi mente se llena de pensamientos sucios, inapropiados… de cosas cachondas, como tú dices. Sigo queriendo amor, pero no puedo dejar de pensar en lo otro. Me calienta, Red. Me calienta mucho…" Su voz era casi un susurro de autodesprecio.

"Lav, no te estoy juzgando." Le respondí con firmeza. "No me disgusta que seas así. ¿Por qué lo haría? Soy igual que tú. No te despreciaré por ser una pervertida, en especial si fui yo quien te abrió esa puerta, directa o indirectamente." Agarré uno de sus pies delicados y lo llevé a mi boca, besándolo lentamente mientras la miraba a los ojos. Sin romper el contacto visual, metí sus pequeños y suaves dedos en mi boca, chupándolos por unos segundos.

La vi estremecerse. Sus ojos estaban completamente abiertos, y su respiración se aceleró. Miré de reojo cómo su ropa, que ya había secado mágicamente, volvía a mostrar señales de humedad en la parte inferior.

"R-Red…" gimió mi nombre, entrecortado y cargado de deseo.

"La verdad, Lav... no soy un infiel en potencia." Dije, procurando mantener mi tono serio. Su expresión cambió; incluso en su estado de excitación, parecía desconcertada y, quizás, ligeramente avergonzada. "En cierto sentido, ya soy infiel... No, más bien, nunca he tenido una vida realmente monógama. Desde el principio, sabía que no estaba hecho para eso." Suspiré mientras soltaba su pie, pero mis dedos seguían masajeándolo, extendiendo lo poco que quedaba de saliva en su piel.

"¿Entonces tú ya...?" Su voz tembló, interrumpiendo su frase. A pesar de su incomodidad, no pudo evitar mirarme con intensidad, buscando una respuesta.

"Así es." Admití sin rodeos. "De hecho, había otras antes de Hermione". Mi voz no tenía rastro de duda ni culpa.

En realidad, al tocar su pie había iniciado un [Pacto], uno para que no pudiera revelar lo que descubriera de mi sin mi consentimiento. Sin embargo, antes de que pudiera explicárselo, ella aceptó de inmediato, sellándolo sin saber lo que este establecía. Ella simplemente parecía aceptar la energía que la invadía, aceptándome dentro de ella. Su calentura me preocupaba, pues su falta de cautela la volvía vulnerable. Estaba tan cachonda que no parecía medir las consecuencias.

"Tienes... muchas mujeres... ¿estás formando un harén con las chicas de Hogwarts?" preguntó Lavender, jadeando ligeramente mientras cruzaba y descruzaba las piernas con incomodidad. "Y ahora que me cuentas todo esto... estás aquí para hacer que me una a ellas..."

"Eh... puedes verlo así si quieres." Me encogí de hombros, tratando de mantenerme tranquilo. "La verdad es que no tenía ningún plan contigo, al menos por ahora. No voy a negar que me interesas, porque somos amigos, y... bueno, eres atractiva. Pero iba a esperar unos años antes de intentar algo contigo. Lo que pasa es que esta broma se salió de control y... bueno, aquí estamos." Sonreí con sinceridad, sin preocuparme demasiado por revelar más de la cuenta. "Aunque, para ser honesto, no esperaba que fueras casi tan pervertida como yo. Pero hey, no lo veo como algo malo. Al menos ahora tengo alguien con quien compartir mis fetiches más oscuros."

"¿Qué...?" Lavender me miró con una mezcla de incredulidad y vergüenza. "¿Dices que... eres como yo? ¿Qué has hecho exactamente? Además de estar con muchas mujeres... ¿has estado con varias a la vez?" preguntó, todavía roja y claramente incómoda, pero moviendo sus piernas con un ligero roce que intentaba disimular.

"No tienes idea." Mi tono se volvió más travieso mientras inclinaba la cabeza hacia ella. "Ya que decides involucrarte en esto, bueno... he hecho de todo. Sí, he estado con varias mujeres a la vez, pero eso es solo el comienzo. Una amiga mía solía ser proxeneta y... aprendí bastante con sus putas".

Lavender me miró boquiabierta, su expresión era una mezcla de sorpresa y de algo más profundo con lo que ella luchaba para evitar que saliera a la superficie.

"También he experimentado con esposas, algo de tortura ligera... pero probablemente lo más retorcido que he hecho es... bueno... el bestialismo."

"¡¿Lo hiciste con un animal?!" exclamó, deteniendo el movimiento de sus piernas de golpe y mirándome con los ojos como platos.

"Una unicornio, que ahora es mi mujer." Admití con un poco de vergüenza, rascándome la nuca.

"Eso... es... asqueroso." Lavender frunció el ceño.

"Te creería si no estuvieras tratando de ocultar cómo frotas tu pulgar contra tu pezón". Sonreí, divertido por su evidente lucha interna.

"Es que..." bajó la mirada, su rostro aún más rojo mientras evitaba mis ojos. "Es tan... repugnante... pero cuando te imagino haciendo... me siento tan..."

"¿Cachonda? Lo sé. Eres fácil de excitar, Lavender." Sonreí con picardía, ignorando cómo la imaginación de Lavender parecía volar descontrolada con mis relatos. "Deberíamos hacer algo al respecto antes de que esto te cause problemas."

"¿Y qué vas a hacerme ahora?" preguntó, su tono cargado de vergüenza pero también de una excitación inconfundible que se reflejaba en sus palabras. "Dijiste que ahora me querías... ¿me convertirás en una de las hembras de tu harén?" Lavender apartó la mirada, pero su respiración delataba lo contrario. "¿Me tomarás aquí mismo? ¿Me violarás una y otra vez hasta dejarme inconsciente, y luego me llevarás a tu mazmorra sexual? Todos en Hogwarts se preguntarán dónde estoy, mientras yo soy usada de formas retorcidas... obligándome a no ser más que tu juguete, y que cuando me logren encontrar no sea mas que un saco de leche de hombre que ni siquiera recuerda quien es..." Su voz temblaba, y sus piernas se apretaban tanto que parecía que podrían fusionarse en cualquier momento.

"No creo que sea buena idea." Mi respuesta fue deliberadamente ligera, con un toque de humor para aliviar la tensión. "Si otra alumna desaparece de Hogwarts tan pronto, Dumbledore me colgaría de las pelotas en la entrada del castillo."

"Espera..." murmuró de repente, sus ojos abriéndose con una chispa de comprensión. "¿La desaparición de Gemma tiene algo que ver contigo?" Su tono era tembloroso, aunque no podía distinguir si era por miedo o por la emoción que crecía en ella.

"Sí." Asentí, sin darle demasiada importancia. "Aunque no está en una mazmorra sexual, si es lo que estás pensando. Podría considerarlo, pero no... Se fue porque la embaracé y quería asegurarme de que estuviera a salvo."

"¿Em... embarazada?" La palabra salió de sus labios entrecortada, y sus ojos se nublaron mientras abría las piernas inconscientemente, dejándome ver la vergonzosa humedad en su ropa interior. "¿Ahora vas a preñarme aquí y ahora...?" Un suave gemido escapó de sus labios, y su cuerpo se estremeció ligeramente.

"¿Acabas de tener un mini orgasmo?" pregunté, sorprendido.

"Yo... yo... no lo sé. Tal vez..." Lavender desvió la mirada, claramente avergonzada mientras su respiración seguía agitada. "Nunca he tenido un orgasmo antes. Bueno, hasta hace poco... cuando te vestiste de fantasma..."

"Espera, ¿no te has masturbado nunca?" arqueé una ceja, genuinamente curioso. "Ya sabes, meter los dedos y esas cosas."

"No..." murmuró, bajando aún más la voz. "Lo más que hice fue frotar mis manos contra mi ropa, pero nunca llegué al... orgasmo." Parecía que incluso pronunciar esa palabra la hacía sonrojarse más. "Yo no quería meterme nada para mantenerme pura... porque, bueno... en mi fantasía tú... cuando ya no pudieras resistir tus impulsos de varón te volvieras una bestia... Quería que mancharas la versión más pura de mí con tu lujuria insaciable." Sus palabras terminaron en un susurro, y rápidamente tomó una almohada para cubrirse el rostro con vergüenza.

"Lav... estás enferma." Sonreí ampliamente, inclinándome hacia ella. "Pero, maldita sea, me encanta."

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1er Capítulo Adicional

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