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Deidad 2.324

Viggo vio al alto elfo de cabello blanco y ojos azules llorar mientras sujetaba a Diarmuid. El bebé estuvo en las manos de Kain por un par de segundos y después se puso a llorar. Kain sonrió mientras las lágrimas caían por sus mejillas y le tendió el bebé a Sara, la madre. Kain se limpió las lágrimas y le preguntó algunas cosas mientras Sara respondía de manera breve y respetuosa.

Viggo quedó mirando a su padre y ahora que él era padre, podía entender sus sentimientos. Viggo se preguntó ¿Cómo actuaría él si murieran sus hijos y de repente se enterará que habían dejado decendencia? Era como una especie de alivio, una segunda oportunidad para un padre que no fue lo suficientemente inteligente para proteger a sus hijos. Aunque claro, Jason y Odiseo eran mayores cuando murieron.

Viggo tomo una profunda respiración y pensó en su intercambio de hace un par de días con el dios Poseidón. No es como si alguno de ellos se hubiera visto en persona o hubieran declarado su enemistad. Sin embargo, Viggo no podía permitir que los rayos lanzados por aquel dios del mar, alcanzaran a las hijas de Jason. Su actitud no estaba justificada, pero tampoco iba a dar una excusa si algún día ellos se encontraban. Puede que Poseidón allá declarado a Viggo su enemigo.

Viggo levantó la mirada al cielo y vio la torre de Babel con dirección noreste. La torre se erguía inmensa, como si pudiera tocar las nubes. Al mismo tiempo, se preguntó si desde esta distancia, Poseidón los podía alcanzar. Si en este momento lanzara sus rayos a través de las nubes, todo Orario lo declararía su enemigo. Sin embargo, no es como que a Poseidón le importe. Desde un principio él estuvo alejado de Orario y de los desafíos de los dioses. En su lugar construyo su propio reino y mantuvo la distancia, incluso si Zeus, Hera u otros dioses de renombre lo invitaron a crear su familia en Orario.

Viggo bajo la mirada y vio a Eina sentada en la silla de su padre. La pequeña elfa de cabello y ojos esmeralda sacaba granos de uva de una fuente sobre la mesa y se las echaba en la boca. Viggo miró a un lado, vio a la nodriza de Miriam, una mujer morena de cabello oscuro que cargaba a las dos bebés. Viggo se acercó a la mesa, sacó una silla y se la presento a la mujer. Sin embargo, la mujer miró a Miriam, que era su dueña y espero a que Miriam le diera su permiso.

Miriam miró a Viggo con el ceño fruncido. Por cortesía él debería haberle ofrecido la silla a ella, pero considerando que su sirvienta llevaba a sus hijas, no le dio otra vuelta y asintió.

La sirvienta en un gesto de timidez miró a Viggo y se sentó en la silla.

Viggo volvió a mirar a su padre mientras este último conversaba con Sara. Esta última sonreía mientras el pequeño Diarmuid se calmaba y miraba a Kain con curiosidad. Viggo sonrió aliviado. Kain se acercó a Miriam y le hablo con cordialidad entendiendo su carácter. Para sorpresa de Viggo, Miriam sonrió con superioridad, pero parece que a Kain no le importo lo que ella pensara. Él solo intentaba que ella se sintiera bienvenida y apoyada.

Viggo se preguntó ¿Cómo su padre lidiaría con Poseidón? ¿Acaso lo mataría o le perdonaría la vida? Viggo todavía no había visto el poder total de su padre. El simple hecho de combatir a nivel físico, sin siquiera usar Touki, lo abrumaba. Viggo no se atrevió a luchar utilizando magia porque conociendo a su padre, hubiera sido una humillación total.

Mientras Viggo pensaba en todas estas cosas, Kain se movió a la nodriza y se detuvo a un metro de ella. Después él miró a Miriam y le preguntó —¿Puedo sostener a tus hijas?—

—Por supuesto, señor— dijo Miriam —pero antes de eso me gustaría decirle algo—

—Adelante— dijo Kain

—Ellas pueden tener un vínculo con Jason, pero ni de lejos es su padre o yo su esposa. Sé que usted fue el esposo de la dama Hera, pero yo no tengo ninguna deuda con usted. Así que no le debo nada y tampoco estoy obligada a nada—

—Por supuesto, eso es entendible. Jason, mi muchacho, nunca fue un hombre demasiado serio, así que no te puedo culpar. Sin embargo, también quiero que me entiendas. Estás niñas son su legado y yo las puedo ayudar sea lo que sea que ellas se propongan. Como puedes ver, soy un elfo y he viajado bastante como para saber una que otra cosa. Solo piénsalo, después de todo, yo fui quien educo como aventurero a Jason, Odiseo y Aquiles. Por último, yo no fui esposo de Hera. Todavía lo soy—

Miriam abrió los ojos amplios al entender lo que significaba —¿Dónde está ella?— preguntó

—Una cosa a la vez, no te preocupes, Hera no ira a ninguna parte y yo de momento, tampoco—

Miriam miraba a Kain como si lo quisiera estrangular y sacarle toda la verdad. Kain sonrió y en lugar de seguir intercambiando miradas, miró a los bebés en los brazos de la nodriza. La mujer miró a Kain, alto, con facciones delicadas y largas orejas de elfo. Su mirada era suave y su sonrisa cándida. Kain acercó sus brazos al bebé de la derecha.

La nodriza miró a Miriam y ella asintió con esa actitud tan digna que poseía. La nodriza le tendió el bebé a Kain y este último lo sostuvo. Era una pequeña niña rubia como su madre, sus cabellos eran finos hilos dorados. Debe haber tenido dos años igual que Uriel y Bell. En pocas palabras, Miriam debe haber dejado Orario sin que Jason sepa que ella estaba embarazada. Kain podría especular, pero si Viggo decía que eran las hijas de Jason, debe haber una buena razón. Después de todo, su muchacho tenía algo tan raro como la clarividencia.

De repente, Kain levantó su rostro y miró con dirección sur. Pudo ver por un costado su casa y la puerta lateral que lo llevaba a la cocina. Vio a Aina salir al patio y mirar en la misma dirección. Era la alta afinidad de los elfos a la magia.

Viggo vio a su padre mirando al cielo con dirección suroeste. Él siguió la dirección de la mirada de Kain, pero solo vio el cielo azul. Al mismo tiempo, se dio cuenta que su tía Aina también estaba mirando en la misma dirección.

Kain miró a la nodriza y le entrego la bebé —lo siento, pero creo que lo mejor sería que entraran a mi casa. No se preocupen, es totalmente seguro—

La nodriza aceptó a la niña y lo quedó mirando en un estado de confusión.

Kain miró a Miriam y Sara y les dijo —algo se acerca y lo más seguro es que se queden dentro de mi casa. Les prometo que volveré enseguida—

Sara y Miriam miraron a Kain igual de confundidas que la nodriza. Kain sonrió, explicar más sería un despropósito cuando la gente no entiende de afinidad ni de magia. Kain fue a la mesa, tomo a Eina en sus brazos y la llevó con Aina. Esta última miró a Kain, recibió a Eina en sus brazos y después fue a buscar a Sara y Miriam.

Kain emitió touki invisible y dio un largo saltó que lo hizo atravesar todo el patio, la pared de la calle y caer sobre la calle. Kain miró al horizonte y comenzó a correr sin prestarle atención a los transeúntes en ese momento.

Al mismo tiempo, Viggo emitió touki rojo e imitó a su padre. Después lo siguió a través de la calle, avanzaron a gran velocidad mientras la gente y los aventureros los miraban. Viggo quería preguntarle a Kain ¿Qué era lo que él estaba haciendo? Sin embargo, antes de eso, él miró al horizonte y disminuyo la velocidad poco a poco.

En la distancia, en un cielo azul y limpio, se estaban formando nubes a una gran velocidad. Viggo frunció el ceño, activo su clarividencia y miró a la distancia. Su visión se elevó como un águila, vio el mundo pequeño y alejado. Atravesó Orario en tan solo unos segundos, los campos, el gran lago en el centro del continente. Llego a la región montañosa y el paso que conducía al desierto de Kaios. La tierra árida se abrió paso y no hubo nada más que arena y calor en la distancia. Viggo atravesó el desierto y en segundos llego a la región costera sur del desierto de Kaios. Sin embargo, esta vez no pudo encontrar a la fuente de la magia que se estaba desplegando.

Viggo cortó su poder divino y volvió a ver las calles de Orario. Miró al cielo y noto que las nubes aumentaban de forma desproporcionada como si fuera un aluvión de nieve. El cielo se cubrió y la ciudad de Orario se llenó de sombras. Viggo miró la calle y pudo ver a su padre a la distancia. El cabello blanco se ondeaba con la velocidad. Viggo decidió seguir corriendo mientras se llenaba de curiosidad ¿Cómo iba a lidiar su padre con esto? ¿Solo iba a estar ahí y aguantar el ataque?

Las nubes se tornaron negras y se escucharon los truenos.

Viggo siguió corriendo hasta la avenida principal, busco a su padre con la vista y lo vio a un más lejos. Parecía un punto avanzando por la calle. Viggo lo siguió, aumento su velocidad, supero a los caballos y los carruajes. Dio un largo salto que lo hizo avanzar treinta metros en un solo instante. Provoco un cráter en el adoquín, pero no se preocupó y continuo.

Entonces Viggo vio las nubes soltaron potentes destellos. Él quedó a cien metros de su padre y lo miró. El alto elfo de cabello blanco se detuvo en medio de la calle y levantó el rostro mirando al cielo.

Viggo vio a su padre levantar la mano como si quisiera alcanzar la nube y de repente, de lo alto del cielo bajo un rayo y golpeo a Kain de lleno. Viggo se cubrió los ojos con las manos. Todos los que estaban en la calle en ese momento lo hicieron. El destello fue cegador. Los truenos continuaron y a los pocos segundos volvió a caer otro rayo.

Viggo recupero su visión, pero se cubrió los ojos y miró a su padre, en el centro de la calle, a cien metros de distancia. Kain…ni siquiera había sido movido. Nada a su alrededor fue dañado, ni siquiera su ropa. Él estaba de pie, con la mano derecha apuntando al cielo y sosteniendo una esfera de energía.

Viggo creía que había mejorado, que había crecido en poder. Su padre era más fuerte, pero nunca sería tanta la diferencia. Sin embargo, él, su padre, el elfo sin divinidad, estaba sosteniendo el rayo de un dios con una sola mano.

De nuevo, otro rayo cayó sobre Kain. Esta vez, Viggo con la mano a modo de visera pudo evitar la mayor parte del brillo y vio como el rayo se dirigía a la mano de Kain y se ramificaba como si quisiera dispersarse, pero a cinco metros del suelo, los rayos volvían a unirse y caer en la mano de Kain. Este último ni siquiera se movía. Solo estaba ahí, sosteniendo la esfera de energía y absorbiendo el rayo.

Viggo vio como su padre recibió dos rayos más de energía y el ataque se detuvo. Al instante siguiente las nubes comenzaron a desvanecerse de forma poco natural y en menos de un minuto, el cielo volvió a ser azul y despejado. Todo el mundo había huido o se ocultaba dentro de los edificios o en los callejones.

Viggo corrió con dirección a su padre y una vez que lo alcanzo, Kain, el alto elfo de cabello blanco, lo miró.

Kain sonrió y levantó la mano derecha mostrándole la esfera de electricidad —¿Sabes algo sobre esto?—

Viggo mostro una sonrisa y le dijo —sí, padre—

—Muchacho— dijo Kain con una sonrisa incomoda, negó con la cabeza y miró al cielo —quizá en que cosa te metiste esta vez—. Entonces levantó la mano, apuntó al cielo con la esfera y descargo toda la energía en un solo rayo mientras soltaban un fuerte estruendo. Fue un enorme pilar de electricidad que alcanzo la altura de la torre de babel y después se desvaneció.

Viggo se sorprendió. Pudo sentir un poco de calor sobre su cabeza, pero fue tan disminuido que ni siquiera fue incomodo. Entonces recordó cuando él utilizaba la luz solar y como dejaba todo envuelto en un calor insoportable ¿Cuál era la diferencia entre los dos? ¿Era por esto por lo que su padre era el dios al que temen los dioses?

Próximo capítulo