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Deidad 2.321

Viggo no se atrevió a realizar una promesa a la ligera sin saber lo que se proponía Miriam. Esta última lo despidió y le dijo que la viniera a buscar cuando tenga una respuesta clara.

Viggo salió de la habitación y se encontró al anciano mayordomo en el pasillo. Un anciano de cabello y barba cana vestido con una túnica negra.

—Pedro— dijo Viggo —llévame a mi habitación—

Pedro agacho su rostro en un gesto de respeto y señalo al pasillo —por aquí por favor— dijo

Viggo avanzo por el pasillo del tercer piso, mirando los muebles, tapices, cuadros y cerámicas. Todos de la mejor calidad. Por otro lado, Viggo observo al anciano que iba por delante de él. Un hombre de piel bronceada por el desierto, con la espalda recta como una lanza y una postura viril. Puede que Pedro ya no lo fuera, pero se notaban los años de guerrero en su postura y forma de moverse.

—Pedro— dijo Viggo mientras avanzaban

Pedro miró hacia atrás e igualo su avance para poder ver a Viggo a la cara —¿Sí, señor?— preguntó

—Tú señora, ella es inteligente ¿Verdad?—

—Ella es la más destacada de todas las princesas del desierto— respondió Pedro con seriedad, pero su mirada estaba llena de orgullo.

—Veo, ella es tu hija—

—Dios Viggo, este humilde anciano solo es un mayordomo— dijo Pedro mirando hacia adelante y evitando hacer contacto visual con Viggo —sus palabras podrían costarle la cabeza a este anciano—

—Pedro, verás, en mi familia, no es extraño adoptar niños— dijo Viggo con naturalidad —mi padre adopto a mi hermano Ottar y yo adopte a un niño y una niña. Todos ellos fabulosos y hermosos. Ottar es hijo de mi padre y los niños que yo adopte son mis hijos. Sin embargo, el simple hecho de decir "son míos" no los convierte en mis hijos. Sino el hecho de cuidar de ellos, preocuparme por ellos y buscar que tengan lo mejor en esta vida ¿Acaso tú no eres el mismo?—

Pedro siguió avanzando a paso lento, sin emitir palabra ni mirar a Viggo. Este último lo siguió hasta el segundo piso y cuando llegaron a la puerta de la habitación de Viggo, se detuvieron.

Viggo miró a Pedro y el anciano lo miró de vuelta.

—Muchacho— dijo Pedro en un tono paternal. Por primera vez no se refería a Viggo como dios, sino por lo que era —no sé qué es lo que te propones al preguntarme tal cosa o contarme tu historia, pero te puedo decir que aprecio a mi señora como lo más valioso en la vida. Además, te diré lo siguiente: tú esposa pudo ir, ganarse la buena voluntad de la diosa Hera, pero mi señora fue antes que ella y si tu esposa no se hubiera aparecido, mi señora sería la heredera de la diosa Hera—

—La suerte de unos es la desgracia de otros— dijo Viggo

Pedro asintió con suavidad y agacho su rostro en un signo de respeto —con su permiso, señor. Todo ha sido preparado en el interior de su habitación. Si necesita algo, hay una campanilla. Si usted la agita, uno de los sirvientes se acercará para atenderlo—

—Puedes retirarte— respondió Viggo

Pedro se dio la vuelta y se fue con dirección a las escaleras que bajaban al primer piso.

Viggo se dio la vuelta y quedó frente a la puerta. Él tomo la manilla y la abrió. Entro a la habitación y encontró una habitación amplia, adornada con los muebles y tapetes más finos. En el interior estaban Sakura y Ana, sentadas en sillones y bebiendo vino. La mesa de centro tenía bandejas con frutas, botellas de vino y otras exquisiteces.

—Veo que las atendieron bien— dijo Viggo con una amplia sonrisa. Cerró la puerta y avanzó hasta los sillones. Se sentó en uno, pero le fue imposible estar cómodo. El respaldo era demasiado pequeño y no podía apoyar su cabeza.

Sakura y Ana se habían quitado sus corazas purpura. Solo se dejaron la ropa oscura que siempre utilizaban bajo la armadura. Ana tenía uvas en su mano izquierda y las iba comiendo una a una. Por otro lado, Sakura sostenía una copa de vino y le daba pequeños sorbos.

—Sí, nos atendieron bien— respondió Ana, llevándose una uva a la boca

Sakura miró a Viggo y le preguntó —¿Cómo te fue a ti?—

—Se podría decir que bien, pero tengo algunas complicaciones— respondió Viggo, miró la mesa de centro, tomo una copa de plata y tomo una botella de vino. Se sirvió un poco y tomo la copa con la mano derecha. Le dio un breve sorbo y continuo —es una mujer codiciosa y quiere cosas. Bueno, como toda la gente, pero digamos que es…—

—¿Cómo Semiramis? Le das la mano y ella te toma el codo— respondió Sakura con una sonrisa burlona

—Sí, pero el problema no es ese. El problema es que me pidió una promesa demasiado grande y no sé qué es lo que oculta—

—Podrías ocupar tu clarividencia— dijo Ana

—Sí, pero si hago eso, me volveré dependiente de mi poder y mi mente se volverá lenta—

—Tienes un poder muy conveniente— dijo Ana —no sé porque lo limitas, puede que este secreto sea algo serio—

—Es importante cultivar una mente ágil. Quiero ocupar mi poder como último recurso—

—Me parece aburrido— dijo Ana —además, eres rey de los dioses ¿Creo que tratas a estas personas con demasiado tacto? No son tu familia ni amigos—

—Miriam es la madre de las hijas de Jason—

—¿Y las conoces?—

—No, pero quiero crear una relación de confianza a largo plazo. Si fuerzo las cosas, nada de eso será posible—

—Demasiada diplomacia— señalo Ana —creo que deberías ser más coercitivo—

—No lo creo, necesito aliados, no herramientas. No caeré en los mismos errores que cometió Odín—

—Creo que es un buen pensamiento— dijo Ana, asintió mirando la nada y se llevó de forma mecánica una uva a la boca. La comió y continuo —pero pienso que piensas demasiado en los extremos. Piensa en escalas, lo habíamos estado hablando la otra vez, sobre colocar una nota a tus acciones, una unidad de medida. Lo mismo existe para hacer las cosas, presiona, pero no seas excesivo. Se amable, pero nunca tímido. Di lo que piensas, pero no seas avasallador ni tampoco servicial—

"Es un delicado balance" pudo escuchar Viggo en su mente con la voz gruesa de su maestro. Al final, todo en la vida era algo así, encontrar el delicado balance. Viggo soltó una risita por lo bajo y bebió de su copa.

Ana y Sakura lo quedaron mirando, pero no insistieron con el tema, parece que él había entendido lo que tenía que hacer.

Viggo no necesitaba mucho, ni siquiera necesitaba algo de Miriam para saber lo que ella se proponía. Si ella quería que el rey de los dioses hiciera una promesa abierta y demasiado comprometedora, debería ser algo lo suficientemente importante para que ella solicitara tal promesa.

Viggo se quedó en su sillón mientras Sakura y Ana comían y bebían. Él ocupo su clarividencia y su visión tomo la forma de un águila que se elevó a los cielos. Entonces diviso toda la ciudad de Shalzard rodeada de las enormes murallas y del desierto casi interminable.

Viggo canalizo más poder divino y su clarividencia hizo que el flujo del tiempo se acelerara. Vio como la gran ciudad de Shalzard era asediada y convertida en un montón de cenizas. Después era reconstruida, expandida, se formaban nuevos caminos. Sin embargo, todo estaba dentro del rango de lo normal. Hasta que su visión avanzo hasta doce años en el futuro y vio como una torre como la de Babel, se elevaba en medio del desierto de Kaios. Grande, majestuosa, con una forma tubular y hecha de piedra blanca.

Viggo voló con su visión a la torre, pero solo pudo llegar a un par de kilómetros de distancia, algo impedía que se acercara con su clarividencia. Viggo gano altitud, pero aun así no se pudo acercar a la torre. Era un amplio perímetro que separaba la torre de la influencia de cualquier poder. Sin embargo, Viggo vio que esto no era la única torre. A la distancia se elevaron otras tres torres en cada esquina del continente.

Viggo viajo a sureste, entre el páramo de Kalang y el mundo abandonado, en el territorio de Larrios. La torre era parecida a la de Babel e igual a la que apareció en Kaios. Tenía el mismo tipo de construcción y alcanzaba el cielo.

Después viajo a la zona nevada, al norte del imperio y encontró la otra torre.

Por último, viajo a la región de las ruinas de Elsos, al noroeste, muy cerca del valle del Dragón. También se elevó una enorme torre de Babel.

Viggo se quedó mirando la torre de Babel rodeada de una espesa niebla y un bosque fantasma. Viggo dejo que el tiempo fluyera alrededor de la torre de Babel, en las ruinas de Elsos, y el panorama cambio. La niebla se disipo y el bosque fantasma cedió a un hermoso bosque puro, lleno de una maravillosa vegetación.

Entonces Viggo entendió que las torres también traerían cambios a nivel de la tierra. Volvió a viajar al desierto de Kaios en pocos segundos con ayuda de su clarividencia, pero al llegar, desconoció la región. El desierto de Kaios se había transformado en una hermosa selva llena de ríos, abundante vegetación y vida.

Entonces Viggo entendió porque Miriam le había pedido una promesa tan pesada. Si ella administraba el desierto de Kaios que en el futuro sería en extremo fértil, sería más rica que la familia real de Opera Meilstora. Era una mujer con una enorme ambición, incluso más grande que la propia Semiramis.

Viggo desactivo su clarividencia y se encontró a sí mismo recostado en su cama, con las luces apagadas. Podía escuchar la suave respiración de dos personas a su lado. Viggo se volteó a la derecha, extendió sus manos y acaricio un cuerpo esbelto, curvilíneo y tonificado. Podía sentir con su cuerpo el largo del cabello, era Ana.

—Viggo ¿Ya termino?— preguntó Ana medio dormida

—Sí, ya termino— susurro Viggo

—Estuviste mucho tiempo ocupando tu poder. Sakura y yo nos preocupamos—

—Lo siento, pero era necesario. Esto es más grande de lo que imagine. Esto, ya no es tan simple. Algo ha cambiado o, mejor dicho, yo he cambiado algo del futuro—

—¿Para bien o para mal?— preguntó Ana, se despertó de inmediato al escuchar las últimas palabras. Los cambios no eran malos, pero todo dependía si los podías enfrentar. Ella se dio la vuelta y miró a Viggo desde muy cerca.

—No lo sé, pero esto implica estudiar más y conversar con Miriam. Ella sabe algo, pero dudo que sea de ella. Debe haber obtenido algún tipo de conocimiento de alguna parte o alguien se lo facilito. Además, está el hecho de que encontramos esas criaturas con la piedra obsidiana—

—Tranquilo, ya has corregido una parte del futuro. Bell y Ottar estarán bien ¿Te acuerdas? Solo debemos seguir trabajando juntos—

—Todavía no sé si hice bien en contarles sobre el futuro. Los mortales…—

Ana le tapó la boca con su dedo índice y no lo dejo continuar —tú vas a dejar de ser mortal, pero el convertirte en un dios no te hace un experto. Incluso Bishamon y esa mujer Atena, están a favor del dialogo. Es importante conversar los problemas. Recuerdas lo que me dijiste "Yo necesito aliados, no herramientas". Eso estás haciendo, construyendo aliados en los que puedes confiar y decirle tus problemas—

—Gracias, no sé qué haría sin ti—

—Mmm, eso depende— dijo Ana con una sonrisa coqueta, acercó sus labios y le dio un tierno beso.

Próximo capítulo