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Midgar y el templo de Tyr 2.271

De vuelta en el templo de Tyr, Rosewisse y Viggo se encontraron una vez más con Brok en una esquina de la antesala, en donde él había instalado su taller de herrería. Ellos se acercaron al mesón de trabajo mientras Brok pasaba una espada por la piedra de afilar que giraba y sacaba chispas al contacto con el metal.

—¿Todavía estás aquí?— preguntó Viggo —no creo que tengas muchos clientes—

Brok, el enano de piel azul apartó la espada, le dio una leve mirada de soslayo hacia atrás y después volvió a poner la espada sobre la piedra de afilar y sacar más chispas —eso no te importa, imbécil— respondió

Viggo frunció el ceño, pero no insistió, en cambio pregunto —ya que te gusta tanto el templo y Helheim ¿No sabes de una cámara oculta de Odín?—

Eso perturbo a Brok, sus manos se resbalaron y paso a llevarse un dedo sobre la piedra de afilar que giraba en ese momento. Gracias a eso se pasó a raspar la piel y boto la espada —carajo— dijo de mal humor y se volteó para mirar a Viggo —dijiste que tus padres eran herreros ¿Nunca te enseñaron a no molestar a alguien cuando está trabajando?—

—Nop— dijo Viggo con una gran sonrisa de satisfacción al ver que Brok se había lastimado —bueno, lo que sea ¿Has visto una cámara de Odín o no?—

Brok se acercó a la mesa de trabajo mientras se chupaba el dedo herido y le respondió —muchacho, te voy a dar un consejo. Sea lo que sea, no te metas en las cosas del dios cuervo; nadie, absolutamente nadie, termina bien—

—Gracias por tu consejo— respondió Viggo asintiendo en reiteradas ocasiones —pero en serio ¿No has visto la cámara de Odín?—

—No, muchacho estúpido, no he visto ninguna puta cámara de Odín y aunque lo supiera no te diría. No me caes bien, eres como una pulga en el trasero, pero no te odio tanto como para conducirte a ese tipo de problemas—

—Bien, lo que sea— dijo Viggo soltando un suspiro de frustración —no tengo materiales, así que nos vemos en otra ocasión— Viggo camino con Rosewisse y escucharon por detrás a Brok gritar "gracias por hacerme perder el tiempo"

Viggo y Rosewisse soltaron risitas y continuaron caminando hasta llegar a una rampla hecha de energía luminosa parecida a la del bifrost o de la representación del Yggdrasil. Ellos subieron la rampla, se detuvieron delante de la puerta y Viggo metió sus dedos entre las puertas para hacer fuerza y abrirla hacia los lados de un solo golpe. Ellos entraron a la cámara de transferencia, donde estaba la representación del Yggdrasil en el centro como un tronco de corteza blanca con largas raíces. La puerta se cerró por detrás de ellos y sintieron el enorme cambio de dejar atrás el frio ambiente de Helheim. Era como si aquí adentro estuvieran en otro mundo, dimensión o reino. A lo mejor, un reino intermedio entre los reinos que no era afectado por el clima de estos ¿Quién sabe? Pero era claro que estar aquí era mejor que estar allá afuera.

—¿Alguna idea?— preguntó Rosewisse, se llevó la mano derecha al mechón de cabello y lo arrastro hasta ponerlo por detrás de su oreja

—No, para nada, demos una vuelta y vemos si encontramos algo— respondió Viggo mirando al techo. Él y Rosewisse caminaron bordeando toda la sala de transferencia que tenía una forma circular y se detuvieron al lado de una puerta. En la parte superior del techo había un agujero redondo de cuatro metros de diámetro.

—¿Puedes revisar?— preguntó Viggo

Rosewisse miró el agujero en el techo y sin responder, dio un salto, batió sus alas y se metió por el agujero, pero rápidamente se escuchó que ella choco con algo y el alarido de dolor. Rosewisse cayó como un pájaro abatido y Viggo saltó al aire para atraparla. Él cayó sobre sus pies y Rosewisse agarrándose la cabeza con ambas manos.

—Lo siento, debí pensarlo de antemano— dijo Viggo

—Sí, cielo santo, como duele— dijo Rosewisse sin sacarse las manos de la cabeza

Viggo la trato de bajar, ella quito una mano y miró con un ojo, parece que el golpe había sido contundente, así que él le preguntó —¿Un poco de estus?—

—Es lo mínimo— dijo Rosewisse enfadada —tú me enviaste ahí—

Viggo hizo una pequeña sonrisa divertida, sacó la botella y se la paso. Rosewisse no se contuvo y le dio un largo sorbo. Al instante siguiente se le paso el dolor y el moretón que se le estaba formando en la frente, se desvaneció.

—¿Qué hacemos?— preguntó Rosewisse tendiéndole la botella de estus a Viggo. Este último la recibió y la guardo en su anillo.

—No lo sé, pero si no se puede acceder saltando o volando, debe ser un ascensor, y si es así, debe haber algún mecanismo. Busca en las paredes cercanas, yo buscare en los pilares del otro lado—

Viggo y Rosewisse se dedicaron a buscar durante unos minutos y encontraron un botón escondido entre las hendiduras que había en la pared, a la altura del tobillo. Al presionar dicho botón bajo una plataforma circular con una palanca parecida a un timón de barco. Viggo y Rosewisse se subieron, giraron la palanca y la plataforma volvió a subir. El movimiento era lento, pero eso solo aumentaba las expectativas de ambos.

Una vez que la plataforma llevo a la parte superior, se encontraron con una enorme habitación rectangular de veinte metros de largo por diez de ancho. Las pared del lado derecho y los pilares que marcaba el camino hacia una puerta al fondo de la habitación estaban enchapados en oro. El piso era de piedra obsidiana con un brillo lustroso y del lado izquierdo había un enorme ventanal con vistas a la parte superior de la representación del árbol del mundo, con sus ramas y hojas de color fucsia hechas de energía. Viggo y Rosewisse contemplaron la imagen y ni siquiera se movieron de la plataforma.

Después de unos minutos, Viggo miró hacia la habitación y vio que había enormes estanterías llenas de pergaminos apegadas a la muralla. Si las cámaras donde Odín tenía aprisionadas a las valkirias tenían una gran cantidad de pergaminos, aquí era absurdo; decenas de pergaminos, si no cientos.

—Tenemos, mucho, mucho trabajo por hacer— dijo Viggo mientras movía su vista sobre las estanterías que parecían no terminar.

—Allá hay una puerta con sello de piedra— dijo Rosewisse mirando al final de la habitación. Ella miró a Viggo, él le devolvió la mirada, ambos caminaron a paso rápido hasta el final de la habitación y se detuvieron frente a la puerta de roca obsidiana con molduras de oro y un sello de piedra en el centro. Rosewisse no lo pensó dos veces, sacó el cincel de la bolsa de cuero que llevaba atada en la cintura, lo puso sobre el sello de piedra y dibujo la runa de Kenaz "<". Al instante siguiente el sello de piedra se desmorono como si estuviera hecho de arena. Viggo dio un paso al frente, metió sus dedos en la hendidura que se formaba entre las puertas y las empujo hacia los lados. La cámara continuaba con otra habitación más larga, por lo menos, cien metros de largo, estantes y más pergaminos hasta donde alcanzaba la vista. No obstante, había algo que estaba fuera de lugar, una especie de mural de madera cubierto de telarañas que estaba en medio de la habitación, apegado a una muralla.

—¿Crees que Odín vuelva pronto?— preguntó Viggo mirando los estantes llenos de pergaminos

—No, y no me preocuparía— dijo Rosewisse con una gran sonrisa, ella miró a Viggo, él la miró y ella continuo —¿no dijiste que naciste con suerte?—

Viggo hizo una amplia sonrisa y avanzaron por la habitación dado una rápida mirada y vieron que al fondo había otra puerta. Esto ya era una locura, una completa locura. Viggo pensaba que Odín tenía todo su conocimiento robado aquí, o a menos, una gran parte de él. Rosewisse hizo los honores rompiendo el sello y Viggo abrió la puerta, pero para su sorpresa, no era nada especial. Bueno, eran tesoros, tesoros mundanos como piedras preciosas, joyas y otros objetos de valor. Rosewisse se apresuró a una esquina, pisando los tesoros y recogió un lingote. Ella lo levantó, lo miró de cerca y después saco el lingote que tenía ella dentro de su bolsa.

—Ya tenemos suficiente acero asgardiano para hacer un arma y una armadura— dijo Rosewisse con una gran sonrisa.

—Excelente— dijo Viggo, avanzó por la habitación, los tesoros se contaban por cientos. Desde monedas, joyas, coronas, cetros y otros objetos valiosos. Sin embargo, al final vio una caja y su instinto le grito que saliera de ahí.

—Rosewisse— dijo Viggo dando un paso atrás —Rosewisse— insistió—

—¿Qué, Viggo?— preguntó Rosewisse —estoy ocupada, estas cosas son hermosas—

—Ven para acá, retrocede y deja todo lo que hayas tomado, ahora—

—¿Por qué?—

—Porque sí, ven ahora, en serio, es peligroso, escúchame—

Rosewisse por fin miró a Viggo y la expresión en su rostro lo decía todo. Era el miedo, el peligro y la preocupación. Ella miró adonde él miraba y vio una caja sobre un pedestal, parecía un pequeño cofre. No sabe si fue algo inconsciente o solo porque Viggo le advirtió, pero tirito, soltó los lingotes y otros tesoros que había tomado y comenzó a retroceder.

—No me dejes sola— dijo Rosewisse

Viggo se acercó a ella, le tomo la mano y continuaron retrocediendo juntos. Una vez que salieron de la habitación, Viggo cerró las puertas y soltaron un suspiro de alivio.

—¿Cómo te sentiste?— preguntó Rosewisse para saber si había puesto el suficiente cuidado o solo se había asustado de más

—Sentí el mismo peligro que cuando recibí el martillo de Thor con mi escudo— respondió Viggo mirando las puertas de aquella habitación como si fueran un enorme peligro —seguramente es una trampa para los ladrones. Al ver el oro sería a lo primero que irían—

—Sí, seguramente— respondió Rosewisse soltando un suspiro de alivio y pensando de la que se habían salvado —¿Qué hacemos?—

—Primero lo primero— dijo Viggo —estudiemos los pergaminos hasta encontrar algo, juntamos lo que parezca importante y después conversamos sobre eso. Yo empezare desde el fondo, tú desde el principio—

—¿Y si nos demoramos mucho?—

—Descansamos, no hay problema, pero lo más inteligente sería estudiar todo lo que podamos, tomarlo todo y largarnos de aquí. Si Odín nos encuentra aquí será un gran problema, seguro que tiene algunos mecanismos de defensa, quizá, más problemáticos que el que hay en aquel cofre—

—Oye ¿Y si intentamos tomar la caja sin tocarla a través del espacio dimensional de tu anillo?— preguntó Rosewisse

—Es una posibilidad— respondió Viggo —pero si lo vamos a hacer debemos pasar mis cosas a tu bolsa, haber leído y guardados los pergaminos, y solo al final, tratar de tomar los tesoros—

—Entiendo, me parece sensato, tú empieza por acá, yo voy al principio de la habitación—

—Ok—

Rosewisse paso por al lado de Viggo, concentrada en lo que tenía que hacer.

Viggo la quedó mirando durante unos segundos, ella iba en su armadura dorada de valkiria —no te comas las manzanas de Idunn como un aperitivo— dijo

Rosewisse se tropezó con sus pies y casi se cae de cara. Ella se volteó para mirar a Viggo y le grito —claro que no ¿Con quién crees que hablas?—

—Contigo, por eso me preocupo—

—Ya verás, maldito— mascullo Rosewisse, se dio la vuelta y continúo caminando a la habitación del principio.

Viggo la quedó mirando, sonrió y después se volteó a la estantería de la derecha con cinco metros de largo y tres de alto, llena de pergaminos y a un lado del gran ventanal que daba a la parte superior de la representación del Yggdrasil. Soltó un suspiro y se acercó al estante, esto tomaría bastante tiempo, pensó.

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