Dentro de la habitación de los bebés en la mansión de Viggo, en la región Noreste de Orario, estaban Viggo y Alfia mirando a los bebés en sus cunas. En la habitación también estaba Rosewisse, Mikoto (madre de Tsubaki) y una mujer joven que estaba trabajando como nodriza de los bebés. Esta última tenía el cabello castaño, un pañuelo blanco en la cabeza, ropa humilde y un delantal blanco con algunas machas.
Viggo se acercó a la cuna de Bell, el bebé dormía con un camisón celeste y unos guantes de tela blanca para que no se rasguñara la cara con sus propias uñas. Tenía delicados cabellos blancos y los ojos cerrados, ya que estaba durmiendo —ven aquí, Bell, conoce a tú tía— dijo y lo tomo en brazos. Viggo se dio la vuelta y miró a Alfia, quien llevaba la túnica negra, pero se había bajado la capucha para que se viera su rostro. Cabello de plata, rostro ovalado, el ojo derecho de color verde y el izquierdo de color gris. Sin duda hermosa, pero su expresión era una mezcla de pena y rechazo.
Viggo sonrió y camino hasta ella —no tengas miedo, él es pequeño, no te puede hacer daño, ni te puede recriminar nada— susurro —él es lo que ves, un bebé inocente, todo lo que queda de tu hermana ¿Lo rechazarías?—
Alfia lo miró a la cara con resentimiento y los ojos llorosos. Una lagrima cayó por su mejilla y estiro sus manos temblorosas para sostener a Bell. Viggo se lo entrego con cuidado y Alfia lo sostuvo mientras las lágrimas continuaban cayendo por sus mejillas.
—Yo…— dijo Alfia con voz temblorosa
—No es necesario que digas nada, ni que te hagas cargo de él— dijo Viggo. Alfia levantó su rostro, pensando que él le pediría que se hiciera cargo del hijo de su hermana. Viggo continuo —solo tienes que ser su familia, solo tienes que acompañarlo y visitarlo. Entonces, cuando él sea grande, decirle como era tú hermana, su aspecto, sus actitudes, que le gustaba hacer y como era su relación. A lo mejor ayudarlo—
—Eso, lo puede hacer cualquier— dijo Alfia, quitó su mano izquierda de la espalda del bebé y la llevo su rostro para limpiarse las lágrimas —no es necesario que sea yo—
—Ahí te equivocas— dijo Viggo, tendió sus manos y Alfia le tendió a Bell con cierta reticencia. Viggo recibió a Bell y lo fue a dejar a su cuna. Rosewisse, la nodriza y su tía Mikoto lo miraban preocupadas por la situación. Viggo mostro una amable sonrisa enmarcada por su cabello rojo hasta los hombros. Se dio la vuelta y camino de vuelta hasta Alfia. Después señalo la puerta de salida y los dos caminaron hasta la puerta y salieron al pasillo.
—¿Qué es lo que te propones?— preguntó Alfia con enojo en su mirada y desconfianza en su voz
Viggo mantuvo la calma, llevo su dedo índice a su boca y soltó un suave —shhh— después le hizo la señal con la mano para que ellos se alejaran de la habitación y caminaran por el largo pasillo blanco con muebles con un barniz natural y jarrones con flores de colores.
—No me propongo nada— dijo Viggo con voz gruesa y seria —solo quiero que seas la familia de Bell. Que yo sepa, eres su último pariente vivo. Su padre murió hace unos meses en el calabozo, su madre murió en su nacimiento. Eres todo lo que le queda—
—Cualquiera le puede hablar de Meteria, todos la querían— respondió Alfia de manera cortante a medida que avanzaban
—En eso te equivocas, eres la hermana de Meteria, lo más cercano que tendrá a su verdadera madre. Como te dije, no te pido que te hagas cargo de Bell, solo conócelo, ayúdalo, háblale de tu hermana cuando te pregunte, aconséjalo. Vamos, es el hijo de tu hermana. No conocí a Meteria, pero puedo juzgar que era un espíritu libre. Ella iba con su enorme vientre de aquí para allá buscando al "ángel" para que bendijera a su hijo. Y tú estuviste con ella en todo momento hasta que te toco bajar con la familia Hera al calabozo. No…no podría creerte que me dijeras que Bell no te importa—
—Tengo cosas que hacer, en el futuro no estaré para Bell— dijo Alfia
Viggo y Alfia se detuvieron y se miraron a los ojos. Viggo con los ventanales a su espalda mientras Alfia tenía la muralla y los muebles con jarrones con flores de colores a su espalda.
—¿Qué quieres decir?— preguntó Viggo —¿Te vas a ir a algún lado?—
—No, yo…no te puedo decir— respondió Alfia en un estado de nerviosismo
—¿Se trata de aquel dios?—
—¡No!—
Viggo tomo una profunda respiración y asintió, le dirigió una mirada afilada como una espada y le dijo —tarde o temprano voy a ser el rey de los dioses. Eso implica que lo que hagan en Orario es mi problema. No me importa si te casas, tienes mil amantes, vives de aventurera, comerciante o lo que sea. Solo, no me hagas matarte. Sería bastante difícil explicarle a Bell en el futuro—
—Tú eres joven, no entiendes nada. No entiendes lo que le han hecho los dioses a la humanidad—
—Eso no importa y a menos que puedas volver en el tiempo y corregir esos errores, tampoco tiene nada que ver contigo. Solo podemos ser mejores y los que no sean mejores que el día de ayer, solo les queda la muerte—
—Eres tan infantil, pensando que tienes la razón—
Viggo activo su clarividencia, sus ojos adquirieron un brillo dorado y le dijo —lo he visto, por eso te lo digo. Ahora vete y piensa bien cuál va a ser tu siguiente movimiento. No me importa lo que crea aquel dios, ni siquiera me importa que sea un dios. Si le hacen algo a Orario, seremos enemigos y yo no tengo misericordia con mis enemigos—
Alfia lo miró con seriedad, evaluando al muchacho pelirrojo que la miraba con una severidad pocas veces vista en las personas. Su mirada era el acero que cortaría gargantas y mataría a un ejército. Ella se preguntó adónde aprendió a colocar esa mirada.
—Entiendo— dijo Alfia, agacho la mirada y después lo miró a los ojos —Dime ¿Por qué te importa Bell?—
—Eso no es tu asunto, a menos que realmente te propongas ser su familia, todo lo relativo a él es secreto—
—Si no me dices…—
—Si no te digo qué— dijo Viggo —si no te digo no sabrás lo que es más conveniente. Dijiste que era infantil al creer que tengo la razón. Vamos, demuéstrame como un adulto toma excelentes decisiones—
—Insolente—
—Engreída—
—Más te vale proteger a Bell—
—Ese no es tu asunto— dijo Viggo dando un paso adelante y poniendo su rostro muy cerca del de ella —ya te lo dije, a menos que te propongas volverte su familia, todo lo relacionado con él es un secreto—
Alfia empujo a Viggo con sus manos y él retrocedió. Ella soltó un bufido de indignación y camino hacia las escaleras.
—¿Sabes dónde está la salida?— preguntó Viggo
—Sí, no soy tonta— respondió Alfia caminando a paso acelerado mientras sus zapatos de tacones medios marcaban el ritmo
—Alfia— dijo Viggo con voz potente —no te quiero matar—. Alfia se detuvo, se extendió un silencio mortal y después de unos segundos, Viggo continuo —por favor, toma una buena decisión. Te ayudaré con lo mejor de mi capacidad. Sé que te importaba tu hermana, Bell es su hijo, por favor, recuerda eso cuando tomes una decisión—
Alfia lo miró a soslayo hacia atrás, asintió y continúo caminando por el pasillo blanco con los ventanales a su izquierda y los muebles con barniz natural a su derecha. Ella tomo la capucha negra de su túnica y la levanto, ocultando su cabello de plata.
Viggo soltó un suspiro, negó con la cabeza y se dio la vuelta para caminar de regreso a la habitación de los bebés. Viggo toco un par de veces en consideración de la nodriza de los bebés. Desde el interior Rosewisse respondió un "pase". Viggo giro la manilla y entro.
—¿Todo bien?— preguntó Rosewisse, sentada en un taburete con la cuna de Bell a su derecha y la nodriza a su izquierda.
—Todo bien, amor— respondió Viggo con una sonrisa amistosa, camino hasta la cuna de Bell y lo encontró durmiendo. Viggo tomo una profunda respiración, tomo al bebé en brazos y lo arrullo. Bell soltó un tremendo bostezo con su pequeña boca que gano muchos suspiros y risitas de felicidad por parte de Rosewisse, Mikoto, la nodriza y el propio Viggo.
—No te preocupes, Bell, papá tratará de hacer su mejor— dijo Viggo con una pequeña sonrisa, no quería matar a Alfia, pero por sus palabras, parecía que tenía planeado algo ¿Debería dejar que ella siguiera su propia voluntad y matarla o intervenir?
—Por favor, déjenos solos— dijo Viggo, lo que tomo a la nodriza, Rosewisse y Mikoto por sorpresa. Viggo las miró a los ojos y continuo —por favor, solo serán unos minutos—
—Viggo— dijo Rosewisse
Viggo negó con la cabeza y le dijo —solo sal por un momento, no es nada serio—
Rosewisse frunció el ceño, pero asintió de todos modos y se levantó del taburete. Ella miró a Mikoto y la nodriza para que salieran. La nodriza asintió sin problema alguno, pero Mikoto avanzó hasta Viggo y le dijo —si tiene algún problema, recuerde que estoy yo, su madre, su padre y sus otras tías. No está solo, si necesita ayuda, pídala—
—Sí, tía— respondió Viggo con una sonrisa
Mikoto asintió y salió junto con la nodriza de la habitación. Rosewisse se quedó mirando a Viggo por unos segundos, después le dio la espalda y salió de la habitación. Entonces, Viggo, sosteniendo a Bell entre sus brazos, canalizo su poder divino para activar su clarividencia. Rápidamente alcanzó a Alfia vestida con la capucha y túnica negra, quien avanzaba a paso rápido por las calles con dirección a la región de Dedalus.
Entonces Viggo rompió el vínculo que había entre Bell y Alfia a través de la sangre y dirigió su visión a la iglesia en donde estaban previamente aquel dios, el guerrero pelirrojo de la difunta familia Zeus y Alfia. Habían arreglado la puerta que bloqueaba la entrada frontal, pero eso no impidió a Viggo de entrar en la habitación y mirar el estado lamentable de una iglesia abandonada. Aquel dios de cabello negro y mechones verdes. Parece que estaban tranquilos y la visita de Viggo no les preocupo. Entonces, Viggo utilizo su última forma de visión y viajo con su mirada al futuro.
<<—Te dije que consideraras a Bell en tus planes futuros, ahora le voy a tener que explicar en el futuro por qué mate a su tía— dijo el Viggo del futuro, en la misma iglesia, pero todo estaba en llamas. Él sostenía las espadas del caos mientras miraba a Alfia por delante de él.
El cadáver del guerrero de armadura negra y pelirrojo estaba a tres metros de distancia a la derecha, decapitado. Por otro lado, el dios estaba a la izquierda sin las piernas y los brazos mientras sangraba.
—Tú no entiendes— grito Alfia horrorizada
—Ya te dije, si hacen algo contra Orario, es mi problema. Te di un mes y esto es todo lo que hiciste. ¿Evilus? Vaya mierda— dijo Viggo, extendió sus manos hacia los lados, soltó las espadas del caos mientras las cadenas se extendían y después sujeto las cadenas. Entonces cerró sus brazos, las espadas del caos en el extremo de las cadenas hicieron lo mismo y volaron hacia el cuello de Alfia, decapitándola en un solo movimiento>>
Viggo desactivo su poder divino y soltó un suspiro —estúpida— murmuro. Entonces Bell en sus brazos comenzó a llorar y Viggo lo arrullo mientras tarareaba una nana con voz gruesa. El bebé se comenzó a calmar y abrió sus ojos para mirarlo. Viggo se quedó mirando los pequeños ojos con un iris rojo y sonrió mientras continuaba tarareando la nana.
—No te preocupes, Bell, papá corregirá algunas cosas. Lamentablemente, hay gente tonta que necesitan la motivación necesaria—