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Continuación del entrenamiento 1.129

Viggo llego al paso entre las montañas donde vivía su maestro. Las araucarias se elevaban por delante seguidas por una choza de madera oscura en su centro. Todo el suelo estaba cubierto de nieve mientras continuaban cayendo copos de nieve. No obstante, se sentía en el aire un sentimiento a letargo, como si la energía que antes había se hubiera consumido.

Viggo avanzó a la choza enfocado en la gran puerta de madera negra con los grandes postes a los lados a modo de marco. En el dintel de madera se veía tallada una gran cantidad de runas como si alguien hubiera diseñado una fórmula mágica para alejar a los malos espíritus.

Viggo llegó frente a la gran puerta y golpeo varias veces. Después de un rato escucho unos pasos y alguien se detuvo detrás de la puerta.

-¿Quién es?- pregunto un niño

-Soy yo, Atreus- respondió Viggo con una gran sonrisa -dije que volvería-

Sin embargo, y para su sorpresa, Atreus al otro lado de la puerta se quedó callado por un largo rato -Lo siento, no te conozco- dijo en un tono serio -no queremos problemas-

-Oye, oye, soy yo, Viggo, me llamabas hermano- respondió Viggo algo preocupado. Si recuerda bien, en este mundo solo han pasado tres años desde que él se fue, así que su recuerdo no debería ser tan tenue.

No obstante, fuera de sus preocupaciones, la puerta se abrió de golpe y un muchacho abrigado con ropas hechas de pieles de animales se mostró bajo el dintel de la puerta. Tenía el cabello cobrizo, con un físico esbelto y unas largas cicatrices en su mejilla izquierda.

-Viggo, hermano- dijo Atreus llenó de emoción al ver al muchacho alto, de pelo rojo como la sangre hasta los hombros y con el torso desnudo -lo siento, no te reconocí, tu voz suena totalmente diferente. Es, es, es…-

Viggo sonrió, avanzó y se agacho para darle un apretado abrazo y levantarlo. En estos momentos Atreus tenía ocho años, pero todavía se seguía viendo infantil.

-¿Cómo has estado pequeño hermano?- pregunto Viggo mientras lo abrazaba

-Súper bien- dijo Atreus en un estado eufórico -tu voz, suena súper fuerte-

-No es fuerte, es grave- respondió Viggo, bajo a Atreus al suelo y se agacho para mirarlo a los ojos -que bueno que estés bien ¿Qué paso con eso?- pregunto apuntando a la mejilla con la larga cicatriz.

Atreus se tapó la cara y dijo con una sonrisa -tuve una aventura-

-¡¿Eh?! Me extraña que el maestro te deje ir tan lejos como para tener una aventura-

Atreus perdió su sonrisa y dijo en un tono desanimado -muchas cosas han cambiado. Ven, pasa, entra, afuera está frio. No sé cómo puedes aguantar sin llevar nada encima-

-Es costumbre- respondió Viggo y entró a la casa mientras Atreus cerraba la puerta. Todo seguía igual, al menos en apariencia. El espacio oscuro por la poca iluminación. Las estanterías apegadas a las murallas y el gran mesón al lado derecho, donde su maestro se dedicaba a cortar la carne de los animales que cazaba. Tres metros más allá estaba el socavón en el suelo donde estaba puesta la leña que prendían para cocinar en un caldero que colgaba de un marco metálico. No obstante, algo se sintió extraño, la fogata solo se mantenía con brazas y no estaba el caldero, además de que había una persona acostada en una de las dos camas alrededor de la hoguera.

-¿Quién es, Atreus?- pregunto una mujer en voz baja

La sonrisa de Viggo se fue desvaneciendo poco a poco mientras que Atreus lo adelanto y se acercó a la cama -es Viggo, madre, él volvió como lo prometió-

-Ayúdame- dijo Faye acostada bajo gruesas pieles de animales. Atreus se cambió a la parte de la cabecera y la iba a ayudar a que se sentará, pero Viggo los interrumpió.

-Déjalo, Atreus- dijo Viggo acercándose mientras levantaba su mano indicándole que se detuviera -déjalo, en serio, no es necesario-

Atreus miró a Viggo, después miró a su madre y ella asintió. Entonces Atreus la ayudo a recostarse mientras Viggo bordeaba la fogata y se acercaba a la cama.

-¿Qué te paso, tía?- pregunto Viggo en un estado confundido. Cuando él se fue Faye era una mujer que aparentaba tener unos 35 años y tenía la suficiente fuerza para pasar horas caminando y recolectando cosas del bosque. Ella incluso salía a cazar venados y los cargaba de vuelta sobre sus hombros. Por otro lado, la mujer acostada en la cama tenía más de 50 años y se veía desnutrida y apagada.

-Estoy cansada- respondió Faye en voz baja. Todavía tenía ese vibrante cabello cobrizo igual que el de Atreus, pero se le empezaban a asomar las primeras arrugas en la comisura de los ojos y de los labios. Sus ojos se veían como dos estanques de agua oscura con un tinte de melancolía. Ella miró a Atreus y le dijo -Atreus, ve a buscar algo de leña, Viggo cocinará algo agradable-

-Pero él es la visita- dijo Atreus

-A Viggo no le importan esas cosas ¿Cierto?- pregunto Faye mirando a Viggo a los ojos

-No, no me molesta- respondió Viggo con una sonrisa en los labios -últimamente no cocino mucho, pero es como cazar, nunca se olvida-

-Ya ves- continuo Faye con voz suave -se bueno y ve a buscar leña-

-Está bien- respondió Atreus, miró a Viggo y dijo -mamá está cansada, así que ayúdala si le da sed. En esa cubeta a tu derecha hay agua-

Viggo miró a su derecha y vio una cubeta hecha de madera y reforzada con tiras de metal -entiendo- respondió

Atreus asintió y camino hacia la salida. Una vez que la puerta se cerró, los ojos de Faye tomaron una expresión seria y fría.

-¿Realmente eres Viggo?- preguntó

Viggo arqueo las cejas en su confusión, pero sonrió -que yo recuerde, soy Viggo ¿Por qué?-

-Viggo era un dios que después se parecía a los mortales-

-Ah, no lo sé, el abuelo no me explico que paso, pero me llevó a un lugar Muspelheim y realice una especie de desafió. Una vez que superé ese desafió algo cambió en mí, pero nunca me ha preocupado. Solo sé que ahora sano mucho más rápido que antes y no necesito de mi divinidad-

-Veo- respondió Faye como si supiera algo que el propio Viggo desconoce. Ella sacó su mano desde debajo de las pieles y mostró su mano huesuda -¿Pon tu palma sobre la mía?-

Viggo frunció el ceño, pero de todos modos lo hizo. Faye sintió la mano y cerró los ojos mientras se concentraba en el cálido sentimiento. Ella formó una sonrisa y abrió sus ojos. Asintió y guardo su mano por debajo de las pieles.

-Se podría decir que tú y Atreus son como hijos de ramas familiares diferentes- dijo Faye con una mirada amable.

-¿Por qué lo dice?-

-Con el tiempo lo sabrás-

Viggo quedó totalmente confundido, pero asintió sin darle mucha importancia. Él y Atreus ya se trataban como hermanos.

A los pocos minutos volvió Atreus con leña y Viggo comenzó a buscar algunos alimentos. Todo era comestible, pero estaba lejos de cumplir los estándares de Faye. Lo más probable es que Atreus estaba recolectando los vegetales del bosque y solo se preocupaba de que fuera comestible. Por otro lado, la carne era fresca y bien conservada, tenía el toque de su maestro como si él hubiera estado procesando la carne. Viggo cocino todo en un caldero y salió un agradable aroma que llenó el aire.

Viggo termino de echar los últimos ingredientes y los revolvió dentro del caldero con una larga cuchara de palo.

Atreus se acercó al caldero y olió el aroma -eso huele bien-

-Claro que huele bien- respondió Viggo con una sonrisa -¿Tú le estas cocinando a tu mamá?-

-Sí, yo preparo la comida, junto la leña y recolecto las verduras. A veces incluso caso pequeñas aves-

-¿Quedan por los alrededores? Me da la impresión de que hace más frio de lo usual-

-Sí, quedan, las aves aquí son muy fuertes y están acostumbradas a las temperaturas-

-Veo, Atreus ahora es fuerte-

-Claro que soy fuerte- dijo Atreus con una actitud desafiantes. Sin embargo, en vez de representar su fuerza, solo se vio adorable. Viggo soltó una risita y le revolvió el cabello.

Una vez que todo estuvo preparado, todos comieron en completo silencio. Después Viggo salió con Atreus a jugar a lanzar bolas de nieve y volvieron un par de horas después. Por la tarde volvieron a comer y cuando llegó la noche, Atreus se durmió. Viggo se acercó a la cama y lo arropo con las gruesas pieles.

-Atreus es muy fuerte- dijo Faye desde la otra cama

-Sí, para ser tan pequeño ha podido cuidarla bien. No lo pregunte, pero ¿Dónde está mi maestro?- pregunto Viggo alejándose de la cama de Atreus y acercándose a la Faye. Tomo un tronco y lo puso a un metro de la cama. Él se sentó en el tronco mientras a sus espaldas crepitaban las brasas iluminando la choza.

-Kratos, él está lejos, supongo- respondió Faye en voz baja

-¿Qué paso?- preguntó Viggo -mi maestro no es alguien que dejaría a su familia a su suerte-

-No, no nos ha dejado a nuestra suerte. Él viene de vez en cuando y nos trae carne de alce o cosas así-

-¿Algo malo paso?-

Faye asintió y miró hacia otro lado.

-¿Le gustaría que lo traiga de vuelta?- pregunto Viggo

Faye miró a Viggo algo impresionada, vio el brillo en sus ojos y notó que él hablaba en serio. Ella soltó una risita y negó -mejor que no- dijo -no quiero verte más golpeado que de costumbre-

-He crecido, ahora puedo luchar mejor-

-Viggo es fuerte, pero le falta experiencia de vida. Creo que aún no sabe juzgar las cosas a pesar de esos instintos-

-Está bien, pero si puedo lo traeré, lo traere- dijo Viggo con una sonrisa rebosante de confianza, emitió el aura rojiza del touki impresionando a Faye. Él llevo su mano izquierda y se agarró el biceps derecho como si estuviera tratando de demostrar su fuerza -aunque usted no me lo pida, tengo una lucha pendiente-

Faye sonrió y se largó a reír a carcajadas mientras tosía. Atreus se levantó y se preocupó al ver a su madre reír tan fuerte. Una vez que él comprobó que ella estaba bien, miró a Viggo y sonrió. Viggo sonrió en respuesta y le ofreció su puño. Atreus levantó su puño y chocaron puños.

Una vez que Faye y Atreus se durmieron, Viggo salió de la choza, camino a mano derecha y giró hacia la derecha en la esquina. Camino por el cobertizo casi vació de leña, muy diferente de cuando él estuvo viviendo aquí. Una vez que llegó al patio trasero vio las grandes araucarias y pinos elevándose desde la tierra y casi alcanzando el cielo. Con el frondoso follaje aumentaban la oscuridad en el patio trasero.

Sin embargo, Viggo había hecho el mismo viaje cientos de veces y podía llegar a la muralla de piedra natural a la izquierda, donde estaba su pequeño escondite. Viggo toco el muro y como lo hacía en aquella época, lo atravesó como si fuera humo. Una vez que estuvo adentro vio todo más oscuro que afuera y frunció el ceño. Viggo volvió al cobertizo, saco un leño y escribió la runa Sowelu "S" en la punta del leño. La madera poco a poco se encendió como si fuera una antorcha. Entonces Viggo hizo el viaje de nuevo a la cueva oculta y está vez sí pudo ver el interior. Todo estaba igual que como lo dejo, con la cama de plumas a la izquierda y el mueble para su ropa a la derecha. Entremedio de las dos cosas solo quedaba un pasillo de un metro por el cual tenías que maniobrar. Si andabas con los pies descalzos y medio dormido, era asegurado el golpe en los dedos de los pies.

Viggo busco la bolsa de la abundancia amarrada a su grueso cinturón y la desabrocho. Después saco un par de velas y las puso sobre el mueble para la ropa. Prendió las velas con el leño y todo fue mucho más claro. Parecía que este lugar era mucho más especial de lo que él pensó, ya que no había ni polvo ni suciedad. Viggo arrojo el leño encendido a la nieve en el exterior, apagándolo al contacto.

Entonces Viggo se apoyó en la cama para ver si saltaba polvo, pero era como él pensó, este lugar era más especial de lo que él pensó. No había motas de polvo ni suciedad. Era como si él nunca se hubiera ido y todo estaba en perfectas condiciones.

-Tengo que preguntarle al abuelo como hacer algo como esto- murmuro Viggo mientras se acostaba con una gran sonrisa en los labios y cruzando los brazos por detrás de su cabeza. Sin embargo, notó un pequeño problema. Ahora él medía 1,70 metros y sus pies quedaban fuera de la cama.

Próximo capítulo