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Un delicado balance 1.23

Viggo y Kain llegaron a la mansión de Hephaestus, con sus grandes murallas blancas y enormes ventanales. De dos pisos de altura y cien metros de ancho. Las puertas en la entrada estaban hechas de madera firme y hermosa, barnizada al natural, con una gran aldaba que colgaba de una cabeza de león hecha de bronce.

Viggo y Kain se pararon frente a la puerta. Kain tomo la aldaba y la golpeo dos veces. Después miró a Viggo a su lado, el joven se pasaba las manos por los costados de los pantalones en un intento de secarse el sudor. Kain sonrió, le dio un golpecito en el hombro y Viggó lo miró. Kain levantó su dedo indicé y dibujo dos círculos en el aire. Viggo se volteó para mirarlo de frente y Kain le peino el cabello hacia un lado mientras Viggo lo miraba con sus hermosos ojos lazuli. Una vez que Kain termino de peinarlo lo mejor que pudo, le tomo el mentón y le giro la cara de lado a lado para mirarlo de perfil.

-Mmm, estas menos feo que de costumbre, tu madre estará feliz- dijo Kain en un tono burlesco y con una sonrisa en los labios. Viggo frunció el ceño y gruño enojado. Sin embargo, Kain solo sonrió para él y soltó una risita.

El pestillo de la puerta sonó, Kain y Viggo miraron y la puerta se abrió. Desde el interior apareció una anciana vestida con un traje de sirviente oscuro y delantal blanco. La anciana de apariencia sería miró a Kain e hizo una reverencia.

-Maestro Kain, buenas tardes, la señora está en su taller- fue lo primero que dijo. Después se levantó y miró a la otra persona. Su rostro se llenó de asombro y después hizo una gran sonrisa. Ella se acercó y lo abrazo -maestro Viggo, tanto tiempo, tanto tiempo-

-Ester, me estas aplastando- dijo Viggo con voz ahogada

La mujer sonrió y solo lo abrazo. Viggo había crecido en otra casa, pero cuando Hephaestus lo traía, Ester era quien lo cuidaba. Lo recuerda de pequeño, pero con los años y las experiencias, había dejado de venir.

-Me alegro tanto de que esté bien- dijo Ester dejando su abrazo

-Yo también, me alegro de que estés bien- respondió Viggo

-Lo encuentro más alto y guapo ¿debe haber estado entrenando con su padre?-

-No exactamente, pero casi-

-Lo importante es que esté bien, pase, pase, su madre está en su taller-

Viggo miró a Kain y esté asintió. Ambos entraron a la casa y Ester los dejo para ir a la cocina y preparar una digna cena. Kain y Viggo avanzaron por la recepción de la mansión de después se internaron en un largo pasillo. Las murallas y el techo estaban pintados de blanco con hermosas cornisas y guardapolvos de madera en las esquinas superiores e inferiores. Por otro lado, las murallas estaban adornadas con cuadros pintados de Kain, Hephaestus y Viggo. Eran mucho más los cuadros de Viggo, desde que nació hasta hace dos años atrás, cuando se puso rebelde y no quería escuchar a nadie.

Al final del pasillo reverberaba el clásico y distintivo tañido de un martillo al templar el acero. Sonaba claro, firme y preciso. Kain supo que era el sonido de Hephaestus, mientras que Viggo solo pudo suponer que era su madre. Avanzaron hasta el final del pasillo, llegando frente a dos puertas café oscuras. Kain abrió la puerta y el sonido del martillo se volvió más fuerte y claro. Viggo entró detrás de él y Kain cerró la puerta.

La oficina de la diosa era una lujosa habitación con un gran escritorio de madera oscura en su centro y una silla de cuero de esponjoso respaldo. Detrás de la silla había una amplia muralla con un gran cuadro pintado, en donde Hephaestus y Kain estaban parados con elegantes ropas y sostenían a Viggo de un año de edad entre sus brazos. Parecían una joven y hermosa familia noble.

Al lado izquierdo de la habitación había una gran cantidad de muebles que funcionaban como exhibidores. Del lado derecho había muchos estantes con libros. Uno de esos estantes tenía el lado izquierdo corrido hacia adelante, del ancho que pudiera pasar una persona. Detrás del estante se veía una habitación con murallas de ladrillos a la vista. También se veían armas y herramientas colgadas de las paredes. Por otro lado, el sonido del martilleo provenía de esa habitación.

Viggo avanzó mirando la oficina de su madre, pero se inclinó por ir a ver los exhibidores con armas. Todos estaban hechos de madera fina y una cubierta vidrio que traslucía una o varias armas en su interior. Estos eran los mejores trabajos de la diosa, lo cuales tenían una apariencia cristalina; de colores celestiales, verdes y azulados. Sin embargo, en medio de todos esos muebles con hermosas armas, había un exhibidor individual con dos katanas que desentonaban con las otras armas.

Viggo se acercó al exhibidor y paso sus dedos por encima del vidrio -las espadas de papá y mamá- dijo

-Así es- dijo Kain con una mirada de nostalgia -¿Te he contado porque las hice?-

Viggo negó -mamá solo dijo que estas eran las espadas de ustedes. Que representaban su unión y fueron el comienzo de una maravillosa vida-

-Tu madre es muy romántica-

-Así es, Kain- dijo Hephaestus saliendo de la habitación por detrás de los estantes. Kain y Viggo se dieron la vuelta y vieron a Hephaestus. Vestía su típica camisa blanca, pantalones ajustados y botas de cuero. Su cabello rojo como la sangre enmarcaba su hermoso rostro. Uno de sus ojos era de color oscuro mientras que el otro era carmesí. Ella sonrió para Viggo, feliz y plena de verlo sano y salvo. Avanzó hasta Viggo y a medida que se acercaba, sus ojos se llenaron de lágrimas. Una vez que ella llego delante de Viggo, lo abrazo con todas sus fuerzas sintiéndose completa. La sonrisa en sus labios afloro y sus lágrimas se desbordaron de sus ojos. Después se separó un poco, le tomo ambas mejillas con las manos y lo miró.

-Estoy feliz de que hayas vuelto- dijo Hephaestus

Viggo hizo un puchero, le temblaron los labios y soltó algunas lagrima de los ojos. Se llevó la manga de la camisa a los ojos y se secó la lagrima.

-Yo también, mamá- dijo Viggo con voz quebrada, casi a punto de llorar.

Hephaestus lo abrazo de nuevo y lo baño de besos por toda la cara. Su sonrisa era la felicidad y su rostro resplandecía con toda la gratitud que se le puede tener a la vida. Después le tomo la mano y lo acercó de nuevo al exhibidor en donde estaban las katanas. Le soltó la mano y abrió el pestillo que mantenía cerrada la tapa de vidrio del exhibidor.

-Estas espadas las hizo tu padre para mi- dijo Hephaestus con una gran sonrisa -tu padre las presento como prueba de su amor y gracias a ellas, tuvimos la bendición de todos los dioses-

Kain camino y abrazo a Hephaestus por la cadera con su mano derecha y puso su otra mano en el hombro izquierdo de Viggo.

-Es como dice tu madre- dijo Kain, recordando un poco diferente los acontecimientos. Prácticamente tuvo que intimidar a los dioses para que no husmearan en sus asuntos. Kain tenía muchos conocimientos que llamaban la atención de los dioses -estuve trabajando dos largos años en estas espadas-

Viggo tiro su cabeza hacia atrás y miró a Kain hacia arriba -pero se ven normales- dijo

-Idiota, nunca dejes que la simple apariencia te confunda- dijo Kain medio en broma, medio en serio. Se apartó de Hephaestus y Viggo, sacó una de las katanas del exhibidor y retrocedió tres pasos. Entonces desenfundo la katana, dejo la vaina a un lado y la tomo la katana con ambas manos al mismo tiempo que canalizaba su mana. La hoja fue tomando un tono azul cristalino, pasando a ser claro hasta convertirse en un color verde acuso. Al mismo tiempo, aparecieron brillos dentro de la hoja, como si una gran cantidad de estrellas flotara en un agua de color esmeralda brillante.

-Hermoso- dijo Viggo asombrado.

-¡Verdad!- dijo Hephaestus súper orgullosa de lo que había hecho Kain para ella.

Kain elevo el lado sin filo de la katana y lo apoyo sobre su hombro derecho. Bufo con desdén y dijo -tu madre dijo lo mismo que tú cuando las vio por primera vez. Estaba casi seguro de que si no le daba una buena explicación, ella me golpearía hasta la muerte-

-Eso fue, eso fue porque todavía no conocía el truco que escondían las katanas- dijo Hephaestus escudándose, con las mejillas coloradas y una actitud tímida. Kain soltó una risita y se acercó a ella. Hephaestus elevó su rostro para mirarlo a los ojos y Kain acercó sus labios y le dio un tierno beso.

Viggo tosió un tanto incomodo y dijo -todavía estoy aquí, se acuerdan-

Hephaestus se puso aún más colorada y miró hacia otro lado. Kain soltó una risita y después devolvió la katana al exhibidor y cerró la tapa de vidrio.

Hephaestus tosió para retomar un carácter más adecuado al de una madre y miró a Viggo -ven, vamos a ver que hizo Ester para la cena- dijo, estiro su mano y Viggo la tomo. Después avanzaron a la salida. Kain los siguió y una vez que salieron de la habitación, cerró la puerta. Después avanzaron por el pasillo, uno al lado de otro ya que había suficiente espacio.

Hephaestus avanzaba mirando los cuadros en las paredes y sonrió -¿Este año te vas a querer retratar? El año pasado fue imposible- dijo

-Mamá, ya no soy un bebé- reclamo Viggo

-¿Y quién dijo que los cuadros eran para ti?, son para mi-

-Lo sé, pero-

-Acéptalo, Viggo- dijo Kain desde el otro lado -también me gustaría que nos hiciéramos un retrato, hace mucho tiempo que no lo hacemos-

-Está bien- respondió Viggo con una voz baja

-Entonces está decidido- dijo Hephaestus, después comenzó a mirar a Viggo de soslayo y comento -tu cabello creció bastante ¿quieres cortarlo?-

-Bueno, como siempre está bien, es más cómodo-

Hephaestus avanzó mirando hacia adelante, asintiendo con una gran sonrisa. Con su otra mano libre tomo la mano de Kain y avanzaron unidos a través del pasillo.

Una hora más tarde, Viggo y sus padres se sentaron en el comedor de la casa. Una habitación lujosa en el primer piso. Con un piso de cerámica color burdeos y resplandeciente. El techo blanco y adornado con un gran candelabro de araña en su centro. Por otro lado, la mesa larga de más de diez metros de largo estaba cubierta con un mantel blanco y candelabros de tres brazos con velas doradas. Kain, como siempre, estaba sentado a la cabecera, Hephaestus a su izquierda y Viggo a su derecha.

Hephaestus tomo su copa de vino y le dio un sorbo, después miró a Viggo del otro lado de la mesa y le pregunto -¿Adónde te llevo el señor Xiao?-

-A las montañas, a entrenar con un calvo- dijo Viggo mientras se llevaba su tenedor con carne a la boca

-¿Un calvo?- pregunto Hephaestus algo confundida

Kain soltó un suspiro y miró a Viggo con seriedad. Este último entendió la mirada e hizo una mueca incomoda.

-Con mi maestro- dijo Viggo -es una persona sin cabello en su cabeza, pero no te confundas, da mucho miedo. Todo el día está serio y su voz es potente como el trueno. Cuando grita es como si rugiera sus órdenes-

-¿Eeeh? ¿Y estabas solo con tu maestro?-

-No, su familia estaba con nosotros. Bueno, yo estaba con ellos para ser más preciso. La señora se llama Faye y su hijo de cinco años se llama Atreus. Somos súper amigos, Atreus es alguien agradable. A veces me pregunto como un niño tan amable puede ser el hijo de alguien tan severo-

-Viggo- dijo Kain en un tono serio, detuvo el movimiento de sus cubiertos y lo miró a la cara -no conoces a tu maestro, solo sabes lo que has visto. A veces, la vida nos obliga a volvernos duros, pero nadie nació duro, ni malo, ni perverso, ni bueno. Es el camino que los vuelve así-

-Lo siento padre- dijo Viggo agachando la cabeza, pero escucho en su cabeza "no lo sientas, se mejor". Entonces levantó su rostro y miró a Kain a los ojos -seré mejor y más sabio, lo prometo-

Kain sonrió con agrado, se paró de su puesto y le beso la cabeza -lo sé, hijo, lo sé- dijo en un tono en calma -El gran Viggo será una gran persona en el futuro-

Viggo se quedó congelado por un momento, había sido serio, pero su padre salió con esas palabras -¡Padre!- se quejó.

Por otro lado, Hephaestus se largó a reír.

Viggo agacho la mirada algo avergonzado, pensando en que no se libraría de su propio pasado tan fácilmente. Al menos, su familia le recordaría sus embarazosas pretensiones.

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