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Buenos instintos 1.2

Tarde en la noche, Viggo se despertó mirando un techo de madera. Tenía frio, solo estaba cubierto por una gruesa piel de lobo mientras dormía sobre los troncos apilados en el cobertizo. Viggo tirito pensando en lo cruel que era su presunto maestro. Entonces negó con la cabeza y se tapó los ojos con el dorso de la mano. Ni siquiera pudo hacer algo bien cuando se sintió abrumado por la diferencia de fuerza. Toda la técnica y entrenamiento que le dieron su padre desde niño fue inútil. A lo mejor, estaba durmiendo en el cobertizo como un castigo por lo mediocre y mañana le pedirían que se fuera. Viggo soltó algunas lágrimas y pensó en lo que dirían sus padres después de volver derrotado. Ni siquiera había pasado un mes y ya estaba vencido, como el gran tonto que es.

-¿Por qué llora el niño?- pregunto una voz infantil

-Está…cansado- respondió una voz femenina y afable

Viggo se sentó de inmediato y miró al frente, a donde estaba la esquina de la choza que daba a la puerta. Se veían dos siluetas, una adulta y una pequeña, iluminadas por una luz anaranjada. Entonces Viggo noto que una parte del cabello del adulto era anaranjado como el de la mujer que vio cuando llego a la choza. A su lado había un niño que, por su figura, Viggo le echaba unos 5 años.

La mujer camino con un cuenco en sus manos del cual emanaba una nube de vapor. Ellos caminaron en su dirección y se convirtieron en dos sombras oscuras. Viggo los quedo mirando en todo momento y una vez que se acercaron lo suficiente, noto como los ojos del pequeño brillaban puros e inocentes, mientras que la expresión de la mujer era amable. Muy diferente a la expresión dura de cierta persona.

-Toma, come algo- dijo la mujer -es suave para tu estómago, te ayudara a recuperar tu fuerza-

Viggo se limpió los ojos con el dorso de la mano y gesticulo una sonrisa. Entonces estiro sus manos y tomo el cuenco que traía la mujer. Estaba cálido y emanaba un aire a especias, carne y papas. La mujer lo quedo mirando mientras el niño le tomaba la mano. Viggo paso su mano por el borde del cuenco y noto como sobresalía del borde derecho un palito. Entonces lo levanto y lo acerco a sus ojos para ver que era una cuchara. Después llevo la cuchara al cuenco y saco un poco de comida. La mujer y el niño lo miraban durante todo el tiempo. Viggo probo la comida sin esperar mucho, pero cuando la probo, se sintió confortado. Los pequeños trozos de carne eran sabrosos y la papa se deshacía en su boca.

-Gracias- dijo Viggo

-De nada- respondieron la mujer y el niño

-Papá fue un poco duro contigo- dijo el niño

-Está bien- dijo Viggo -fue porque no fui bueno. Mañana me iré-

-¿Irte a dónde?- pregunto la mujer

-Bueno, yo falle- dijo Viggo con voz baja y sin energía

-Mi marido no ha dicho eso- respondió la mujer, Viggo levantó su rostro en una expresión de asombro y la mujer continuo -dijo que duermas lo mejor que puedas, mañana será un día para entrenar-

Viggo hizo una gran sonrisa y dijo -gracias-

La mujer se rio de manera armoniosa y le pregunto divertida -¿Por qué me agradeces?-

-No, nada, es solo, es solo que pensé que había fallado-

-La batalla no se acaba hasta que estas en el inframundo, niño- dijo una voz ronca. Viggo miró hacia la esquina de la choza y noto el borde de unos gruesos brazos. Era como si Kratos estuviera apoyado de espaldas en la pared. Él continuo -solo una vez que has llegado a lo más profundo del abismo, puedes decir que ha sido vencido. E incluso en ese momento, si ocupas tu mente, te disciplinas y perseveras sin importar las circunstancias, puedes seguir adelante-

-Lo tendré en cuenta- dijo Viggo

-Mm- respondió Kratos escondido detrás de la esquina de la casa -come y duerme, mañana será un largo día-

-Sí-

Entonces la mujer se dio media vuelta y llevo al niño de la mano.

Al mismo tiempo, Viggo los vio avanzar y le pregunto -¿Señora, cuál es su nombre?-

La silueta de la mujer volteó su rostro y dijo -Faye ¿Y el tuyo?-

-Viggo, señora, mucho gusto-

-Mi nombre es Atreus- dijo la sombra más pequeña

-Mucho gusto también Atreus, espero que seamos amigos-

-¿En serio?- pregunto el niño emocionado

-Sí, por supuesto-

-Entonces- dijo la pequeña sombra, con intenciones de soltar la mano de su madre y caminar de regreso a donde estaba Viggo, pero la mujer lo retuvo.

La pequeña sombra miró a la de la mujer y está dijo -no, mañana. Viggo tiene que descansar-

-Está bien- respondió la pequeña sombra y asintió varias veces. Después miró en dirección a Viggo y dijo -buenas noches-

-¡Oh! buenas noches- respondió Viggo

Todos se fueron y lo dejaron solo, comiendo mientras estaba sentado sobre los troncos del cobertizo. Una vez que Viggo comió toda la comida, se sintió a gusto y menos friolento. Entonces elevo su mirada un poco más allá del techo del cobertizo y noto que el cielo estaba despejado. Se quito la piel de lobo con la que estaba tapado y camino hasta salir del cobertizo. Miró al cielo y vio el cielo cubierto por un rio de estrellas. Después miró a la izquierda y noto que a diez metros más allá, Kratos estaba sentado en un tronco frente a una hoguera. A sus lados estaban sentados su esposa y su hijo. La mujer tenía el cabello naranja y rizado, mientras que el niño tenía el cabello corto. Viggo sonrió y se preguntó como un tipo con una apariencia tan atemorizante podía tener una familia. Kratos, iluminado por la luz de la hoguera, se veía pensativo, de mirada fría y expresión dura. Su barba disimulaba su edad, pero Viggo podría haber pensado que con facilidad que tenía unos sesenta o setenta años.

No importa, pensó, él me va a enseñar, hay que dar lo mejor, pensó. Entonces miró una vez más el maravilloso rio de estrellas iluminando el cielo nocturno. Después se dio la vuelta y camino de vuelta al cobertizo. Se acostó sobre los troncos y se tapó con la piel de lobo. Entonces en medio de la oscuridad, empezó a pensar en lo que haría el día de mañana.

-o-

-Levántate muchacho- rugió una voz gruesa y poderosa

Viggo dio un respingo y miró hacia todos lados, notando que aún estaba oscuro. Sin embargo, fuera de su adormecimiento, noto como alguien le quito la piel de lobo que lo mantenía caliente y sintió el frio.

-he dicho que te levantes- rugió una vez más la voz gruesa y poderosa

-Ya voy, ya voy, ya voy- dijo Viggo sentándose sobre su cama de troncos -por dios, ni siquiera es de día-

-¿De qué hablas, niño?- pregunto la voz gruesa y poderosa -es de madrugada, es el momento donde los guerreros se forman ¡Ahora levántate maldita sea!-

Viggo se bajó de los troncos y después de rascarse los ojos con el dorso, noto que era verdad. La luz era tenue gracias al techo del cobertizo, pero era luz natural. Entonces miró un poco más allá del cobertizo y noto como a lo lejos, los primeros rayos del sol recién se estaba elevando. Por otro lado, una ráfaga de aire frio le quito todo el sueño y lo hizo temblar. Sus dientes castañeteaban en una expresión de indefensión contra el clima. Después miró hacia adelante y noto al tipo calvo de ayer, Kratos, vestido solo con unos pantalones y una pechera que le cubría el pectoral derecho. Viggo sintió frio de solo mirarlo.

-¿Qué haces?- pregunto Kratos, lo tomo de un brazo y lo empezó a arrastrar al patio trasero. En ese lugar Viggo estaría desprotegido y vulnerable contra las ráfagas de frio, cosa que le desagrado. Entonces empezó a forcejear para zafarse, pero era imposible, esa mano rodeaba su escuálido brazo con facilidad y era como una tenaza hechas de acero.

Una vez que llegaron al centro del patio trasero, cubierto por una fina de capa de nieve igual que ayer, Kratos soltó a Viggo. Este último alzo la mirada y pudo ver unos ojos malhumorados. Por su expresión severa, las palabras de aliento que le dijo anoche, parecían haber sido dichas por otra persona.

-¡Ahora empieza a dar vueltas por toda la circunferencia del patio!- rugió Kratos

Viggo miró los alrededores y se dio cuenta que todo el patio formaba un rectángulo de cincuenta metros de largo por veinte de ancho. Los bordes estaban delimitados con grandes murallas de piedra natural. Viggo miró a Kratos, quien lo miraba con los brazos cruzados y esperaba que se empezara a mover. Viggo frunció el ceño, pero de todos modos comenzó a trotar.

-Dije correr, muchacho- rugió Kratos

-Ya voy, ya voy- respondió Viggo, apurando su paso, sentía todo su cuerpo torpe y adolorido. Lo más probable que sea por la golpiza de ayer.

-Cuando digo que corres, es que corres. Y de ahora en adelante responderás fuerte y claro "sí, señor"-

-Sí, señor- grito Viggo y comenzó a correr con más fuerza. La nieve era solo una pequeña capa sobre la tierra, así que el esfuerzo era mínimo. Por otro lado, avanzaba por todo el borde del patio y a modo de juego, pasaba tocando los tocando los troncos de los árboles. Viggo miró de soslayo a Kratos y noto que lo miraba con el mismo rostro malhumorado de ayer. Esos ojos fríos, el ceño fruncido y ese tatuaje que le cruzaba el lado izquierdo de la cara lo hacían ver feroz. Viggo se concentró en correr y se preguntó ¿Por qué la piel de este tipo era tan pálida?

-Concéntrate en lo que haces- rugió Kratos -tu único objetivo en estos momentos es correr. Esa es tu meta, de eso depende tu vida. Concéntrate para disciplinarte, esa es la única forma de sacar el mayor rendimiento posible a tu poder. Tu eres tú respiración ¿Cómo esta tu respiración? ¿Estás pensando en algo más? Pues concéntrate en respirar y en como mueves tu cuerpo. ¿Dónde estás pisando, quién está a tu alrededor y qué te podría dañar? Eres tú peor enemigo, solo tú te puedes desconcentrar y hacerte fallar-

Viggo lo siguió escuchando durante horas hasta que esas palabras retumbaban en su mente. Como al medio día llego la hora de almorzar, pero aun cuando estaba cuchareando su cuenco de sopa podía escuchar a Kratos rugir en su mente. "No hagas esto, pon más empeño, mantén tu ritmo. Concéntrate, tienes que concentrarte, perder tu concentración te matara. Estas castigado, haz cien lagartijas" y cosas por el estilo. Viggo sintió que se estaba volviendo loco a más no poder.

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