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Capítulo 2: Normalidad — Parte 5.

Parte 5 — Almuerzo.

"¿Qué crees que estaría bien pedir?", dijo Saya, notándose un poco emocionada.

"Déjame ver el menú…".

Frente a mí, había una pequeña especie de revista delgada con la lista de comidas que el lugar disponía. La tomé en mis manos y ojeé cada uno de los platillos que ofrecían.

En realidad, no tengo una preferencia particular por la comida, así que preferiría ahorrarme el trabajo de seleccionar algo diferente. Dicho esto, me decidí a pedir lo más normal del mundo.

"Una pasta estaría bien".

"Oh- Uhm… Pediré lo mismo", dijo ella, inesperadamente.

"Es una lástima que no vendan sándwiches", dije, en un tono sarcástico.

"Uh-… Te pedí que no recordaras eso…".

Sonaba totalmente avergonzada y decepcionada.

"No te preocupes, además de eso, la única persona que sabe tu apodo secreto es Toppe".

Esto no lo dije precisamente con la idea de seguir el chiste, sino con el objetivo de averiguar qué estaba pasando entre ella y Toppe.

De repente, el recuerdo de Toppe hablando con Saya y una imagen desagradable de ambos juntos inundó mi mente. Ugh.

"¡¿A qué apodo te refieres?!".

"¿Quién sabe? Yo no".

"¡Ahh! Dimeeee~".

"No soy tan tonto como para decirlo tan fácilmente".

"…".

Ella guardó silencio por un momento.

"Si no me lo dices dejaré de ser tu amiga", dijo, haciendo un puchero.

La forma infantil en la que dijo me resultó curiosa. ¿Es esta una nueva faceta que puedo ver de ella?

Involuntariamente, sonreí.

En realidad… esta chica me gusta.

Al final sí que estoy enamorado de ella.

"¿No te molestarás?", pregunté, ingenuamente.

"No, no lo haré".

Su cara tenía una sonrisa increíble… en el sentido de que era absolutamente falsa y hasta atemorizante.

¿Podrías dejar de hacer eso? Empiezo a tener un poco de miedo…

"¿Por qué no lo adivinas?", sugerí.

"¿Ehh?".

Quizás lo que dije era ridículo, ¿a quién se le ocurriría adivinar su propio apodo? Está claro. A ella.

Momentos después, estuvo pensando hasta que dijo algo:

"¿Podría ser… 'glotona'?".

A pesar de seguirle el juego a algo tan ridículo, la expresión seria y amenazante en su rostro no me permitía reír a carcajadas, y, como resultado, mi cara dolía por aguantar una sonrisa.

Qué difícil es esto de poner una poker face.

"N-No, no podría apodar a alguien de forma tan cruel… especialmente si…".

"¿Especialmente si…?".

Especialmente si es a alguien tan linda como ella. Pero no me atrevo a ponerlo en palabras directamente.

Su acento curioso mezclado con maldad me hizo estremecerme. Gulp.

Parece que pronto podré conocer incluso otra nueva faceta de Saya. Y esto ya no me agrada…

"Uh- O-Olvida eso…".

"No. Ahora que lo has dicho, tendrás que terminarlo. Vamos".

"No puedo… eso es…".

Vergonzoso.

No podría decir algo de frente a menos que finja pensarlo en voz alta.

Esa una de mis virtudes, pero también una de mis debilidades.

Jamás pensé que una de mis apreciadas habilidades de las que me enorgullezco terminaría volteándose en mi contra…

Sus ojos cada vez más afilados parecían amenazarme con algo incluso peor que el infierno mismo.

"Pero no me importaría que me asesine una chica tan linda, en realidad".

Pensé, a propósito, claro está.

"Eh-…".

Su apetecible piel clara se vistió de un color carmesí y sus ojos se tornaron dubitativos.

"¿P-Por qué dices cosas como esas de repente?".

Uff. Con eso habrá olvidado el asunto de su apodo.

"P-Pero ¡no creas que con eso te librarás de mí!".

O quizás no.

Sin embargo, había pasado un rato desde que habíamos llegado y pedimos dos pastas. El mesero llegó y vio una situación cómica. No me extrañaría que empezara a reír de vergüenza ajena, pero parecía tener sentido de la profesionalidad y se contuvo.

Se agradece.

"¿Comemos?", pregunté, dejando de lado la conversación anterior.

"Está bien".

Entonces, pude apreciar el trabajo de Saya este día. Degustar.

Jamás pensé que alguien comería tan seriamente mientras delibera, parece que lo de aprender de la cocina de los demás que dijo ella no era para nada una broma.

Estoy impresionado.

Ella miraba el plato de comida mientras saboreaba la pasta en su boca. Su mano suspendida con el siguiente bocado solo esperaba que abriera la boca.

Pero antes de seguir comiendo/degustando, ella me miró. La estaba mirando.

"¿Q-Qué? ¿Tú no comerás?".

Tal y como dijo, yo ni siquiera había puesto los ojos en mi comida.

"Has estado viéndome desde que empecé y… yo… ¿me veo rara?".

"Oh. No, para nada. Solamente es que pareces comer con emoción".

A pesar de que sus labios no sonreían, sus ojos brillaban con gusto. Eso era algo único de ella. O, al menos, algo que yo había adjudicado único en ella.

"¿Qué significa eso?".

Sus ojos se entrecerraron con molestia y un gesto infantil.

"Nada, de todas formas, lo digo como un halago".

"…Si es así, creo que está bien".

Ella parecía disgustada, pero al final dejó eso a un lado.

Entonces, creo que yo también comeré. Sí.

"Okey".

Luego enrollé mi tenedor en los tallarines y procedí a comer.

"Eso estuvo bueno".

"Sí…".

La confirmación por parte de Saya se escuchaba un poco… ¿decepcionada? No lo sé. Sin embargo, parecía concentrada en su libreta, donde parecía escribir algunos garabatos.

Al echar un vistazo a lo que escribía, parecía que en este pequeño cuaderno de notas no guardaba el orden que acostumbraba tener al escribir en sus cuadernos de clases. Esto me pareció curioso, así que decidí preguntarle sobre eso.

"Oh, eso se debe a que cuando como necesito escribir mis pensamientos rápidamente antes de que pierda la noción de cómo sabía la comida. Suelo ser olvidadiza".

"Hmm… No parece que ambas cosas las escribiera la misma persona".

Si compararas sus cuadernos de estudios y su libreta de notas, solo 1 de cada 7 personas adivinaría que ambas cosas las escribió ella misma, y se daría cuenta por su forma de escribir.

"Bien, ya hemos almorzado, ¿hay algo más que quieras hacer?", pregunté a Saya, con cautela.

"Mmm… Creo que quiero escuchar tu opinión primero, después de todo, tú me invitaste".

Mis ojos bailaron entre el entorno que había a nuestro alrededor. Quizás de esta forma encontraría algo interesante… y ahí está.

"Dime, Saya, ¿te interesa la pastelería?".

Era una pregunta doble.

"Mmm… Creo que sería divertido intentarlo, ¿por qué?".

"¿Quieres comer un postre? Yo invito".

"Oh. Sí, no tengo problemas".

Engordar sería un problema, pero hay cosas que no puedo pensar en voz alta.

Sería muy estúpido si dijera algo como eso en voz alta, ¿no?

¿Verdad? Jejeje.

No.

No lo haré.

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