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Desde el pasado

Fernando ha tenido bastantes problemas en la escuela con su amigo Irvin; sin embargo él considera que esa amistad está casi destruida. A pesar de ello, Fernando cree que el consejo que Héctor le dio quizá pueda funcionar para, por lo menos, aclarar las cosas.

***

(En la UAPB, en la facultad de Artes, en el salón de revelado. El salón de revelado es una habitación oscurecida y con luces rojizas de uso particular; tiene unas tinas especiales que se utilizan para revelar fotografías con los químicos necesarios, y también muestra unos cordones que permiten colgar los papeles para secarlos. Fernando está con su equipo trabajando.)

Tania: (Es una joven delgada de cabello largo y sujetado en dos coletas; sus ojos son de color azul claro y su tez muy pálida. Viste casual con un tipo de vestido completo de verano. Su voz es en exceso melodiosa. Muestra una de las fotografías que ya está colgada.) Creo que esta toma fue perfecta… ¿Quién tomó la fotografía? (Le habla a Irvin.)

Irvin: (Colocando algunas fotografías en las tinas de revelación.) Fer.

Tania: Ese chico es talentoso.

Fernando: (Está acomodando las fotografías que ya están secas. Ha estado muy serio.) No es para tanto.

Tania: Pero es buena.

Louis: (A diferencia de los demás, él es más delgado que el resto. Su apariencia, por su cabello castaño y estilizado hacia atrás, sus ojos claros y su tez clara, es de un chico de familia muy rica, pero con un aire de sencillez. Está sentado y trabajando con unas carpetas oscuras. Su voz es la más jovial del grupo.) Ya terminamos, ésta era la última… ¿Irán a la celebración?

Fernando: (Confundido.) ¿Celebración?

Louis: Sí, será en casa de mi padre; también estás invitado, Fer.

Fernando: (Mira hacia el sitio de Louis.) Pero…¿qué celebramos?

Tania: (Se acerca a la mesa donde está Louis.) Pues que terminamos el trabajo. ¿Acaso necesitamos más excusas para divertirnos?

Fernando: (Titubeante.) No…bueno…

Irvin: (Con un tono casual y alegre.) ¿A qué horas nos vemos allá?

Louis: A las nueve empieza la fiesta.

Irvin: Allí estaremos.

Fernando: (Contempla con duda a Irvin.) ¿Estaremos?

Irvin: (Sostiene la mirada de Fernando.) Me refiero a Kathy y yo.

Fernando: (Esconde su sorpresa y sólo suspira.) Oh.

Tania: (Habla con fuerza para amenizar el ambiente.) Bueno, chicos, yo me voy que tengo que diseñar unos cuantos vestidos para mi querida Salma. Aunque esté con el estúpido de Satoshi no me importa. (Suspira.) Ella siempre será mía. (Sale del salón riéndose malvadamente.)

Fernando: (Un poco sorprendido.) ¿Qué fue eso?

Louis: (Ignora la escena de Tania y se acerca a Fernando.) Puedes llevar amigos, no hay problema.

Fernando: (Sonríe con amabilidad.) Sí…está bien, gracias por la invitación.

(En el departamento. Héctor está en la sala sentado junto a Dustin; los dos están jugando en la consola de videojuegos casera.)

Héctor: (Come algunas palomitas que están en la mesita de centro y bebe de su cerveza de lata. Limpia sus manos de vez en cuando y mueve a su avatar con el control.) ¿Por qué te fuiste hasta allá?

Dustin: (No come ni bebe, sólo mueve con maestría el control. Su atención está totalmente enfocada en la consola.) Encontré un tesoro.

Héctor: (Como si reclamara.) ¿Y por qué no me dices?

Dustin: (Sonríe con picardía.) Siempre te quedas con los ítems.

Héctor: No es mi culpa que seas lento. (Suena el teléfono. Deja el control a un lado y toma el teléfono portátil de base y contestar.) ¿Hola? Residencia Torres-Hipster, habla con Héctor… Oh, Fer…no, no, sólo estaba jugando con la princesa. (Sonríe.) ¿Dónde? No lo sé… ¿Es de la facultad? Ya veo…sí, sí. No creo… Estaré algo ocupado, tengo que terminar unos detalles del proyecto. ¿Por qué no invitas a Rodrigue? Quizá te diga que sí. Está bien, yo le aviso. ¿A qué hora llegarás? Entiendo…sí, mandaré pedir tallarines o algo por el estilo. Por supuesto, no te preocupes. Hasta luego. (Cuelga el teléfono.)

Dustin: (Habla con poco interés.) ¿Era Fer?

Héctor: (Toma el control de vuelta y suspira.) No, era el señor de la tienda.

Dustin: (Siguiendo el juego de Héctor con cinismo.) ¿Cuánto debes?

Héctor: (Sin interés de continuar la conversación.) Olvídalo.

Dustin: (Suspira un poco molesto porque ha muerto en el juego. Deja el control sobre la mesita y contempla a Héctor.) ¿Seguirás jugando?

Héctor: (Mira de reojo al otro joven.) Sí…espera. ¿Tú no? (Abandona el control, se pone de pie y se dirige a la cocina. Regresa a la sala con dos cervezas y se sienta junto a Dustin. Le da una de las cervezas.)

Dustin: (Acepta la bebida y la abre.) ¿A qué horas llegará?

Héctor: Dijo que tal vez no llegaría temprano.

Dustin: ¿A dónde irá?

Héctor: (Abre la lata de cerveza y da un trago largo.) A una fiesta. Dice que un chico de su equipo organizó una fiesta y los invitó.

Dustin: ¿No iremos?

Héctor: (Mira a Dustin con algo de intriga.) No.

Dustin: ¿Por qué?

Héctor: Porque tenemos que terminar el maldito programa.

Dustin: (Simula que está harto.) Pero ya lo hice como cinco veces, y no te gusta.

Héctor: (Se molesta un poco.) Porque necesitamos hacer algo realmente genial para poder ganar. Recuerda que hay bastante dinero de por medio.

Dustin: (Se relaja y recarga su cuerpo por completo en el sillón.) Sí lo sé. Pero, ¿qué más quieres que haga, que lave la ropa, haga de comer y recoja tu habitación?

Héctor: Exagerado. (Suena el timbre de la puerta. Se pone de pie, camina hacia la puerta y la abre. En la entrada está parada la vecina.) Hola, Claudia, pasa. (Se mueve a un lado para dejarla entrar.)

Claudia: (Viste unos short cortos y una blusa corta. Sonríe y acepta el gesto.) Gracias. (Entra y se sienta en la sala, en el sofá.) Hola, Dustin. (Saluda con amabilidad.)

Dustin: (Con un tono amable y un poco tímido.) Hola.

Héctor: (Cierra la puerta y se acerca a la mesita de centro.) ¿Quieres algo de beber?

Claudia: No, así estoy bien. (Contempla a Héctor con un poco de preocupación.) ¿Héctor?

Héctor: (Mira a Claudia con sorpresa.) ¿Dime?

Claudia: (Suspira y titubea. Luego agrega con una voz baja.) ¿Te puedo pedir un favor?

Dustin: (Intenta hablar con un tono de burla para hacer sentir mejor a Claudia.) Sólo tienes que pronunciar las palabras mágicas con tus hermosos labios y obtendrás lo que quieras de nosotros.

Claudia: (Sin comprender las palabras de Dustin.) ¿Disculpa?

Héctor: Ignóralo, así se pone cuando está frente a una bella dama. No sabe cómo actuar.

Claudia: (Ignora a Dustin y regresa el interés a Héctor.) … Necesito tu ayuda.

Héctor: (Asiente con la cabeza.) ¿Qué sucede?

Claudia: Verás…no conozco mucho esta parte de la ciudad, en realidad casi nunca venía para estos rumbos, y no sé en donde pueda conseguir… (Detiene sus palabras y suspira.)

Héctor: (Con mucha duda.) ¿Conseguir?

Claudia: Sí, conseguir ayuda.

Héctor: ¿Ayuda?

Dustin: (Se expresa con sarcasmo.) ¿Ayuda para instalar un foco?

Claudia: (Agacha el rostro.) …

Héctor: (Se preocupa.) ¿Qué clase de ayuda, vecina?

Claudia: (Levanta el rostro y contempla a los muchachos con extrema seriedad.) Quiero demandar a alguien.

Héctor: (Cruza los brazos.) ¿Necesitas a un abogado?

Claudia: (Titubea y mueve los ojos hacia un lado.) Algo más que un abogado.

Héctor: (No muestra sorpresa para no alarmar a Dustin.) ¿Un asesino a sueldo?

Dustin: (Con jugueteo.) ¿Un exterminador de plagas?

Claudia: (Se ríe un poco.) No precisamente.

Héctor: ¿Alguien que pueda exterminar a alguien?

Claudia: (Habla con rapidez.) Alguien que pueda callar a alguien.

Héctor: (Analiza.) Okey.

Claudia: Necesito que alguien me ayude a cerrarle la boca a alguien.

Dustin: (Sin pensarlo.) Nosotros podemos hacerlo.

Claudia: (Levemente sorprendida.) ¿En serio?

Héctor: (Intenta intervenir.) No…no estamos tan…

Dustin: (Habla a toda prisa.) ¿Dónde vive?

Claudia: Calle Castillo, número 365 Oeste.

Héctor: (Sorprendido.) Espera.

Dustin: (Asiente con la cabeza como si estuviera en exceso interesado.) ¿Sexo?

Claudia: (Guiña el ojo.) No muy seguido.

Héctor: (Intrigado.) ¿Qué?

Claudia: (Con una sonrisa pícara.) ¿O te refieres al de la persona?

Dustin: (Se ríe un poco.) También.

Claudia: (Sonríe.) Masculino.

Héctor: (Reprocha al dirigirse a Dustin.) ¿Es enserio?

Dustin: (Se mueve un poco en su asiento para quedar de frente a Claudia.) Descripción física.

Claudia: Alto, delgado, cabello a la moda y lo pinta rosado, ojos verdes y tez blanca.

Héctor: (Regresa el interés a Claudia.) ¿Cabello rosa? Muy 'old school'.

Dustin: (Asiente con la cabeza.) Bien, esta misma noche el Hipster y yo nos encargaremos de cerrarle la boca.

Claudia: (Sonríe con ánimos.) Muchas gracias. Ustedes son excelentes vecinos.

Héctor: (Intenta intervenir otra vez.) Espera Baker…

Dustin: Así que no tienes de qué preocuparte, vecina.

Claudia: Gracias. (Se despide. Deja el lugar del sofá y sale del apartamento sin esperar más.)

Héctor: (Suspira con preocupación. Habla con un tono serio.) ¿Por qué te ofreciste?

Dustin: (Toma el control y apaga la consola.) No me ofrecí.

Héctor: ¿Entonces qué mierdas fue eso?

Dustin: Se llama ser servicial.

Héctor: (Desesperado.) ¡No me digas!

Dustin: (Se pone de pie y se acerca a su amigo.) Anda, hay que hacer el trabajo.

Héctor: (Incrédulo.) ¿Cómo mierdas entraremos a la casa de una persona que no conocemos sin que nos arresten por allanamiento de morada?

Dustin: (Sonriente y seguro.) ¿Ventanas?

Héctor: (Niega con la cabeza y relaja su pose.) No me jodas.

Dustin: Tu amigo el "lagartija" siempre lo hace.

Héctor: (Dudoso y casi al borde de la risa.) ¿El "lagartija"?

Dustin: ¿No se llama Paolo?

Héctor: (Se burla un poco.) Ah, sí, la lagartija. Paolo es la lagartija.

Dustin: (Sonríe con un toque inocente.) Bueno, andando.

Héctor: (Suspira con pesadez.) Esto tiene que ser un maldito chiste.

Dustin: ¡Vamos! (Toma a Héctor del brazo y ambos salen del apartamento.)

(En la mansión de la familia Barrancos. La casa es gigantesca, con más de cuarenta metros de frente, un jardín estilizado en la entrada, con caminos de piedra y estatuas que adornan la fachada, el interior es como un laberinto de pasillos y salas especializadas para cada ocasión, y hay un jardín trasero que tiene una alberca muy grande. La gente está en el jardín trasero, en el área de la alberca y el jardín que ha sido modificado con unas mesas extras y sillas para permitir a los invitados descansar. Fernando está junto con Irvin en la fiesta de Louis Barrancos.)

Irvin: (Contempla a Fernando con molestia.) ¿Por qué viniste?

Fernando: (Cercano a la mesa y sin dirigir la mirada hacia su amigo.) ¿Te molesta mi presencia?

Irvin: (Molesto.) No.

Fernando: (Se sienta en una de las sillas libres y busca un vaso limpio para servir alcohol de una de las botellas de licor.) ¿Y tu amiga?

Irvin: (Se sienta junto a Fernando.) Creo que no vendrá.

Fernando: (Sorprendido.) ¿De verdad?

Irvin: (Sin dar explicaciones.) Mira, vamos a hablarle a algunas chicas, ven. (Sujeta la mano de Fernando y hace que se levante. Los dos llegan a otra parte de la mesa y se sientan junto a dos chicas. Habla con un tono coqueto.) Hola señoritas, ¿les molesta si nos sentamos aquí?

Chica 1: (Es rubia y de ojos verdes muy claros. Está vestida con una minifalda blanca y una blusa de tirantes; su cuerpo es un poco voluminoso pero bien tonificado. Su cabello está sujetado en una media cola y su rostro maquillado luce muy hermoso. Sonríe al contemplar a Irvin.) No, adelante.

Fernando: (Con un rostro en exceso serio.) …

Irvin: (Sonríe con amabilidad y sirve en un vaso licor para comenzar a beber.) Mi nombre es Irvin y él es Fer.

Chica 1: Me llamo Paulina. (Señala a una chica pelirroja y que está vestida con un atuendo neutral.) Ella es mi amiga Violeta.

Irvin: (Hace un ademán para exagerar sus gestos.) Un placer, señoritas.

Paulina: (Se acerca un poco más a Irvin.) ¿Ustedes son amigos de Louis?

Irvin: Sí, estudiamos con él en la facultad de artes.

Paulina: (Complacida.) Me encantan los universitarios.

Irvin: Estás de suerte, preciosa; Fer y yo somos universitarios.

Fernando: (Incrédulo y molesto.) ¿Qué no era obvio al decir que estudiamos con Louis?

Irvin: (Suspira como si estuviera dolido para hacer reír a la chica.) Mi amigo Fer no es tan sociable con las mujeres.

Violeta: (Contempla a Fernando con intriga.) ¿Enserio? Pero eres muy lindo, Fer. A las chicas también les gustan los chicos lindos.

Fernando: (Sorprendido y un poco nervioso.) … ¿Disculpa?

Paulina: (Se ríe y mueve su cuerpo de forma sensual.) Descuida, sólo comemos cuando estamos en la cama.

Fernando: (En total shock.) ¿C-Cómo?

Irvin: (Gustoso por las palabras de Paulina. Acorta más la distancia y toca la mano de la rubia.) Bueno, ¿y qué edad tienen, muñecas?

Paulina: (Sonriente.) Tengo dieciséis y Violeta tiene dieciocho.

Fernando: (Exaltado.) ¡¿Dieciséis?! ¿No eres un poco joven para estar en este tipo de fiestas?

Paulina: (Se ríe con descaro.) No. No soy como el patético de mi hermano. A mí me gusta la buena vida.

Irvin: La edad a veces no importa, más con un cuerpo tan perfecto como el tuyo, corazón.

Paulina: (Toca el hombro de Irvin.) ¿Crees que soy linda?

Irvin: (Con una voz sensual.) Eres como una diosa.

Paulina: Me haces sentir alagada.

Fernando: (Intenta no lucir tan incómodo con la escena.) ¿Y estudias?

Paulina: (Dirige la mirada de forma molesta hacia Fernando.) Vamos, no tienes que ser tan amargado.

Irvin: (Se burla.) Lo que pasa es que no le han dado.

Paulina: (Contempla a Irvin con duda.) ¿Darle?

Fernando: (Totalmente ruborizado.) ¡Irvin!

Irvin: (Serio.) Vamos, es la verdad; ¿desde cuándo que no tienes una relación real?

Paulina: (Sólo escucha con atención.) …

Fernando: (Muy molesto.) ¡Irvin! No hagas preguntas de ese tipo en frente de otras personas.

Irvin: Es la verdad, has estado irritado porque no tienes a un… (Es interrumpido.)

Fernando: (A toda prisa.) ¡Cállate!

Paulina: (Se acerca a su amiga.) … (Le dice a Violeta algo al oído y ambas chicas se retiran de la mesa.)

Irvin: (Ignora a las chicas y gira un poco para encarar a Fernando.) ¿Por qué me evades?

Fernando: (Incrédulo.) ¿Evadirte?

Irvin: Sí. No aceptas el hecho de que el incidente en el bar fue algo bueno.

Fernando: ¿Cómo puede ser algo bueno?

Irvin: Porque conseguiste estar a solas con el chico.

Fernando: (Su rostro se sonroja un poco.) No te pedí ayuda.

Irvin: Entonces no aceptarás que de cierto modo te ayudé, ¿verdad?

Fernando: (Insistente.) Yo no te pedí ayuda.

Irvin: (Suspira y su rostro muestra consternación genuina.) Escucha, yo sólo quiero que intentes algo nuevo. Creo que has estado muy diferente desde que me contaste que Paolo dejó de visitarlos tan seguido. Y que ustedes decidieran romper su amistad con él. Y creo que a Héctor también le afectó.

Fernando: (Agacha la mirada.) …

Irvin: (Acorta la distancia con su amigo y habla con un tono cálido.) Eres mi amigo, y te quiero; pero no debes ocultarme cosas que te molestan, más si sabes que te puedo ayudar, aunque sea escuchándote.

Fernando: … ¿enserio crees que me afectó?

Irvin: Tú y Héctor siempre estaban "enojados", (enfatiza en la última palabra,) porque se suponía que para eso habían comenzado a vivir juntos; para deshacerse de la presencia de Paolo. Pero, en realidad, no les importaba que estuviera en el departamento todo el tiempo. Al contrario lo disfrutaban. Desde que Paolo dejó de visitarlos y tuvieron ese pequeño…problema, ambos han cambiado un poco. Tal vez ustedes no lo noten, pero yo, por lo menos como tu amigo, puedo darme cuenta de eso.

Fernando: (Suspira con desilusión.) … No lo entiendo.

Irvin: ¿Qué no entiendes?

Fernando: Tal vez tengas razón, todo esto del cambio, de que Paolo dejara de aparecer repentinamente en casa, el hecho de que me había acostumbrado a su presencia y tonterías.

Irvin: Y a pesar de eso ustedes fueron los que decidieron no permitirle volver a entrar con libertad.

Fernando: (Como si reclamara en voz baja.) Era insoportable, siempre nos metía en problemas, y más cuando el abuelo llegó a la ciudad. Esos dos no dejaban de darnos dificultades.

Irvin: (Aguarda un poco y busca la mirada de su amigo.) Lo extrañas, ¿cierto?

Fernando: (Asiente con la cabeza.) Ya me había acostumbrado a sus estupideces.

Irvin: A los amigos más queridos se les extraña cuando algo malo ocurre entre ellos.

Fernando: Pero…te dije cosas crueles por culpa de esto.

Irvin: (Sonríe.) Descuida, no me molesta, ya que sabía que algo te estaba causando malestar.

Fernando: (Acepta la sonrisa del otro y también se muestra con una mueca amigable.) Entiendo.

Irvin: Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.

Fernando: Gracias, Irvin…gracias por ser mi amigo.

Irvin: (Se relaja y mira hacia la fiesta.) ¿Quieres irte de aquí?

Fernando: (Asiente con la cabeza.) Sí.

Irvin: Vamos a tu casa.

Fernando: (Con entusiasmo.) Sí, compremos unas cuantas cervezas y veamos películas.

Irvin: Buena idea. (Se levanta junto con Fernando y salen del patio de la mansión. Cruzan por el jardín frontal y buscan el carro de Fernando en la calle. Los dos entran.)

(En una casa desconocida, ubicada en la calle Castillo. El lugar no es muy grande y muestra una fachada un poco descuidada. Héctor y Dustin están intentando entrar a la casa del individuo que Claudia describió; están cerca de una de las ventanas traseras, que colindan con una especie de callejón.)

Héctor: (Inclinado y con un tono de desesperación.) ¿Puedes ver algo?

Dustin: (Se acerca a la ventana y espía con cautela.) Espera, creo que veo a dos personas.

Héctor: (Molesto.) No podremos entrar.

Dustin: Se están moviendo. Uno viene hacia la ventana. (Se mueve y sujeta a Héctor del hombro. Susurra.) Rápido agáchate. (Ambos se agachan.)

Héctor: (Desesperado.) ¿Crees que nos hayan visto?

Dustin: (Habla en voz baja.) No lo sé.

Héctor: (Expresando su inconformidad.) Esto no fue una buena idea.

Dustin: Héctor, es una buena oportunidad para que la vecina se enamore de alguno de los dos.

Héctor: (Contempla a Dustin con seriedad.) Por el momento no busco pareja.

Dustin: (Sonríe con gusto.) No te hagas el inocente que sólo quiere ser amigo de la vecina.

Héctor: No es eso.

Dustin: … (Se levanta y observa de nuevo por la ventana.) Están…hablando… Uno tiene el cabello rosado y el otro lo tiene grisáceo.

Héctor: (Sin interés en las palabras de Dustin.) En realidad no me importa cómo sea la otra persona.

Dustin: (Usa un tono neutral para describir la situación.) El chico rosa caminó hasta un mueble de cajones, abrió el primer cajón y está sacando una bolsa con algo blanco.

Héctor: ¿Droga?

Dustin: Camina hasta el otro chico. No puedo ver al otro chico con claridad, está estorbando un pilar de la casa.

Héctor: (Con un poco de interés.) ¿Le dio la bolsa?

Dustin: Sí. El otro chico extendió el brazo…dinero. El rosado tomó dinero. Ahora… ahora se acerca.

Héctor: (Con un poco de pánico.) ¿A dónde?

Dustin: Se acerca…

Héctor: (Sujeta el brazo de Dustin.) ¿A la ventana?

Dustin: (Sin inmutarse.) Tomó el brazo.

Héctor: ¿A la ventana?

Dustin: (Voltea hacia la derecha y contempla a Héctor con incredulidad.) ¿Cómo puede tomar el brazo de algo que no tiene brazos?

Héctor: (Molesto.) Entonces, explica bien, cabrón.

Dustin: (Vuelve el interés a la ventana.) Tomó el brazo del otro chico, se acercó a él… Parece que el otro está intentando alejarlo. Espera…yo conozco a ese chico.

Héctor: (Incrédulo.) ¿A cuál?

Dustin: Creo que lo he visto.

Héctor: (Insiste al jalar un poco el brazo del otro.) ¿Dónde?

Dustin: En tu casa.

Héctor: (Sorprendido. Se aleja un poco y suspira.) ¿Cómo que en mi casa?

Dustin: (Con un tono totalmente tranquilo.) Oh…creo que es Rodrigue.

Héctor: (Grita con sorpresa.) ¡¿Qué?! (Quita a Dustin de la ventana y se asoma por ésta. Habla con incredulidad.) No puede ser…¿qué hace el rico con ese tipo?

Dustin: (Contempla a Héctor con seriedad.) Gracias por tirarme como si fuera basura.

Héctor: (Con cinismo.) De nada.

Dustin: (Se acomoda junto al otro y toca su hombro.) ¿Qué hacen?

Héctor: (Mueve la cabeza un poco para tener un mejor ángulo del interior.) Creo que están discutiendo.

Dustin: (Un poco desesperado.) Explica.

Héctor: Sí, discuten; y Rodrigue caminó hasta la puerta…se va. (Se exalta a toda prisa. Se levanta y toma el brazo de Dustin.) ¡Mierda! ¡Vámonos de aquí!

Dustin: (Sin comprender la reacción del otro.) ¿Por qué?

Héctor: (Se acerca hacia la calle.) Pueden vernos. (Corriendo hacia el auto.)

Dustin: (Sigue los pasos de su amigo.) Okey.

Héctor: (Intenta abrir el automóvil desesperadamente.) ¡Mierda! Mierda… Si nos vio, ¿qué excusa le diré? (No puede abrir la puerta del carro por el estrés.)

Dustin: (Se relaja y toma las manos de Héctor.) ¿Fuimos a comprar donas?

Héctor: (Contempla con enojo a Dustin.) No me jodas con tus malos chistes.

Dustin: No es un chiste… (Suelta a Héctor y señala a una tienda en frente que se llama: "Donut Circuit".)

Héctor: (Sonríe y habla con más clama.) ¡OH! Eres un maldito genio.

Dustin: Pero siempre dices que hago mal las cosas.

Héctor: (Ignorando el comentario de Dustin.) ¡Sólo entra al auto, ¿quieres?! (Por fin abre el auto y se sube. Quita el seguro de la puerta del copiloto y deja que Dustin entre.)

Dustin: (Se expresa con un tono tranquilo.) ¿No sería mejor ir a comprar donas?

Héctor: Cierto. (Saca dinero de su bolsillo del pantalón, luego lo ofreces Dustin.) Ten, ve y cómpralas.

Dustin: (Acepta el dinero pero se queda por unos instantes con un rostro de seriedad.) Okey. (Sale del auto y se adentra a la tienda de donas.)

(La tienda de donas llamada Donut Circuit es un pequeño local que tiene sólo un recibidor que muestra una gran variedad de donas caseras. En el contador hay un joven cajero de tez morena y cabello oscuro; porta un gorro triangular que es parte del uniforme. Dustin camina con plena tranquilidad y se acerca al contador.)

Cajero: (Su voz suena demasiado jovial, casi como si fuera un adolescente.) Hola, ¿puedo ayudarle?

Dustin: (Sonríe y señala una caja de ocho donas.) Sí, me da ocho donas, por favor.

Cajero: Con gusto. (Toma una caja de ocho donas y la ofrece a Dustin.) Son dieciocho dólares..

Dustin: Aquí tiene. (Le entrega el dinero. Escucha que la puerta se abre.) Rayos… Oye, chico, dime cómo es el que entró.

Cajero: (Con un poco de confusión. Decide describir al otro cliente.) Alto, un poco menos que tú, cabello grisáceo, ojos azules… (Detiene las palabras.)

Dustin: (Suspira.) Mierda.

Rodrigue: (Se queda parado junto a Dustin.) ¿Baker?

Dustin: (Gira hacia la derecha y sonríe.) Rodrigue, ¡qué sorpresa!

Rodrigue: (Su rostro muestra una mueca muy neutral.) Sí, vaya sorpresa. ¿Qué haces por estos rumbos?

Dustin: Bueno, vine a comprar donas… Héctor está esperándome allá afuera.

Rodrigue: (Sospechando.) ¿Héctor?

Dustin: Sí.

Rodrigue: (Cruza los brazos.) Pero allá por la casa también hay un Donut Circuit.

Dustin: (Balbucea.) Pero…es que…Héctor piensa que las donas de aquí son mejores.

Cajero: (Habla con un tono modesto.) Usamos el mismo método para hacerlas, así que no debería haber mucha diferencia.

Dustin: (Mira hacia el cajero.) No me ayudes. (Sonríe con un poco de molestia.)

Cajero: (Sorprendido.) Yo sólo decía.

Rodrigue: Ya que compraste unas donas, supongo que tú y Héctor irán al departamento.

Dustin: (Observa a Rodrigue y habla con neutralidad.) Sí…¿te vienes con nosotros?

Cajero: (Interviene con un tono amable y servicial.) Gracias por su compra, vuelvan pronto. Hasta pronto, Rodrigue.

Rodrigue: (Se despide con un ademán del adolescente.) Adiós, Emanuel. (Camina junto a Dustin hacia la salida.)

(En la calle.)

Dustin: (Sube al auto junto con Rodrigue.) … Héctor… (Habla con un tono cotidiano.) Mira a quién me topé en la tienda.

Héctor: (Simula sorpresa, pero es obvio que no puede engañar a nadie.) Oh, qué sorpresa, ¿qué hay Rodrigue? (Enciende el auto.)

Rodrigue: (Su rostro es muy neutral y casi sereno.) ¿Qué hacen por acá, chicos?

Héctor: (Comienza a manejar.) Íbamos pasando, vimos un Donut Circuit y decidimos comprar unas donas.

Rodrigue: (Contempla a Héctor por el retrovisor.) Sí, entiendo.

Héctor: (De vez en cuando mira a Rodrigue por el retrovisor.) ¿Y tú?

Rodrigue: (Cruza los brazos.) Vine a visitar a un viejo amigo.

Dustin: ¿Vive por estos rumbos?

Rodrigue: Sí.

Héctor: Un poco lejos.

Dustin: ¿Y cómo se llama?

Héctor: … (Voltea a ver a Dustin con un poco de incredulidad.)

Rodrigue: Maddox.

Héctor: Vaya, qué nombre se carga el cabrón.

Rodrigue: Y le hace honor al mismo.

Dustin: (Se expresa con cinismo.) Yo tengo un nombre feo.

Rodrigue: (Sonríe.) No lo creo, a mí me parece genial.

Dustin: (Se inhibe un poco ante la respuesta de Rodrigue.) Pero el tuyo es genial.

Rodrigue: Gracias. (Se ríe con casualidad.)

(En el departamento. Fernando e Irvin están viendo películas en la sala; beben cerveza y disfrutan el momento.)

Fernando: (Un poco emocionado.) Esta escena es mala.

Irvin: (Con un tono de aceptación.) Sí, no hay buena edición y el corte de imagen es pésimo.

Fernando: (Se ríe.) Desde que entramos a estudiar para dirección de cine criticamos todas las películas que vemos.

Irvin: Es lo normal. (Ve que se abre la puerta. Contempla entrar a Héctor, Dustin y Rodrigue. Saluda con entusiasmo.) ¡Chicos!

Fernando: (Un poco confundido.) ¿Hola?

Héctor: (Cierra la puerta y suspira cansado. Le habla a Fernando.)) ¿No estarías en una fiesta?

Fernando: No. Decidí venir con a Irvin a ver películas.

Héctor: ¿Todo bien?

Fernando: (Sonríe con timidez.) Sí.

Héctor: (Muestra un rostro tranquilo.) Me alegra.

Rodrigue: (Se pone frente a Héctor y habla con fuerza.) Héctor, ¿qué hacían por allá?

Héctor: (Sin mostrar nerviosismo.) Ya te dije, íbamos pasando.

Dustin: (Se coloca junto a Héctor y encara a Rodrigue.) Es la verdad.

Rodrigue: (Cruza los brazos.) Sólo…sólo no se metan en dónde no los llaman, porque podrían suceder cosas que no les gustarán. Ustedes me simpatizan, pero… (Es interrumpido.)

Dustin: (Completamente desesperado y con un rostro de culpabilidad.) Fuimos a callar a un tipo que acosa a la vecina.

Héctor: (Arroja una mirada de enojo hacia Dustin.) No sabes qué es la discreción, ¿verdad?

Dustin: (Recrimina.) Se llama sinceridad.

Rodrigue: (Sin molestarse.) ¿Un tipo que acosa al a vecina?

Fernando: (Observa la escena con duda.) ¿Pasó algo?

Rodrigue: (Comienza a reírse para amenazar el momento.) Vaya, ya me estoy volviendo paranoico.

Héctor: (Sorprendido.) ¿No estás molesto?

Rodrigue: No.

Dustin: (Más relajado.) Genial, ¿quieren cerveza?

Ivin: (Interrumpe con jugueteo.) ¡Claro!

Dustin: … (Se dirige a la cocina.)

Rodrigue: (Relaja su postura y estira un poco los brazos.) No creo que mi amigo acose a la vecina.

Héctor: ¿No?

Rodrigue: No. Son amigos pero creo que se pelearon hace poco.

Héctor: (Avergonzado.) Mierda. Siempre me meto en problemas por culpa del idiota de Baker.

Irvin: (Dice al aire.) Es bueno.

Héctor: (Ve a Irvin.) ¿Cómo que es bueno?

Irvin: (Niega con la cabeza.) Olvídalo.

Dustin: (Regresa de la cocina con tres cervezas.) Bien, ¿por qué no vemos la película todos juntos?

Fernando: (Muy alegre.) Sí; pueden acompañarnos.

Héctor: (Escondiendo su felicidad.) Ya qué.

Rodrigue: (Se sienta en el sofá y acepta la cerveza que le ofrece Dustin. Sonríe.) Muchas gracias por la invitación. ¿Qué tal si comemos las donas que compraron?

Irvin: (Muy entusiasmado.) ¡Sí! ¡Donas para todos!

Héctor: (Contempla por unos segundos a Dustin cuando toma la cerveza; pero no dice nada. Retira la mirada y suspira con profundidad.) …

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