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---Corto VIII---

El silencio quedó después de terminar misteriosa historia, era tan amena e indescriptible para ambos, Thanatos cerró de aquel libro y se quedaba observando los aposentos de Hades que se encontraban al frente, por si decirlo se avecinaba una melodía destructiva que asechaba los corazones de ambos dioses, como si quedara grabado en un lienzo en sus memorias... el dios de la muerte soltaba las delicadas manos de la adorable Macaria, pero aún las de ella se aferraban a la de Thanatos.

-Entremos Macaria, que ya se hace tarde.

-¡Si! -respondía Macaria, confusa y temblorosa, soltaba la mano de Thanatos suavemente.

Pasaron horas... pues Macaria, se encontraba en su alcoba mirando el techo... pensativa y emocionada ante los hechos, quedó dormida muy complaciente mas no despertó de aquel ensueño eterno por más de lo que el tiempo decidiría...

Thanatos e Hypnos fueron al camarote de adorable doncella al sentir que su presencia se desvanecía.

Todo indicaba que la pequeña deidad se encontraba en coma, un sueño de los cuales eran los más difíciles de despertar. Thanatos e Hypnos sabían muy bien, que su desvanecer era por tanta emoción acumulada, más su cuerpo frágil no era lo bastante fuerte para resistir a tanto efecto que para protegerse de sí misma ¡Decidió quedar inconsciente! Atrapada en un mar infinito de ensueños perpetuos...

Thanatos cogía el cuerpo de la doncella y la cargaba llevándola a los camarotes reales. Una habitación que se encontraba muy cerca a la de los dioses gemelos. Éstas; estaban cubiertas por pétalos de rozas que no morían con el pasar de los años, los pasadizos eran tan agraciados comparados con cualquier castillo, a su vez eran secretos. Mas le eran difíciles poder llegar a misterioso lugar a cualquier deidad.

Postrado el cuerpo de Macaria sobre una alcoba muy elegante aún se podía divisar la sonrisa de aquella pequeña...

Hypnos, traía consigo ¿Un manto? pues al de ceda no se podía comparar... "era cien veces más bella que cualquier otra en la existencia", así mismo el dios de los sueños se encargaba en cubrir el torso y todo cuerpo dejando sólo al descubierto el velo rostro de damisela.

Las puertas comenzaban a cerrarse lentamente más el último brillo del sol  deslumbraba el rostro de adorable doncella, hasta que este cerró por completo.

Thanatos e Hypnos decidieron no interferir en su larga trayectoria de Macaria, un sueño en el cuál tomaron por opción que majestuosa doncella aprendiese más de lo que debiese.