CAPÍTULO 140- Impotencia.
Las aventureras estaban conversando tranquilamente, comiendo y observando las misiones disponibles.
Todo estaba tranquilo, hasta que él entró.
Después de cambiarse de ropa y ponerse su uniforme, él estaba listo para entrar.
Kei entró furioso al gremio, y con lágrimas en los ojos, gritó.
—¡¡Maestro del Gremio!! ¡¡Trae tu enorme trasero aquí!! ¡¡Ven rápido!! ¡¡Es una orden de Kei Molfer!!
—Oye, tranquilo, mocoso...
Kei volteó a verla.
Su furia y tristeza se podía reflejar en su rostro... Y también, su sed de sangre.
—Silencio.
Todas las aventureras que lo miraron a los ojos, comenzaron a temblar de miedo y guardaron silencio.
—¿Qué pasa?
El Maestro del Gremio se acercó a Kei.
—¿Por qué estás...?
Kei pateó las piernas del Maestro del Gremio y ella cayó al suelo.
Puso su pie sobre su estómago y la miró a los ojos.
—¡Tu estúpida barrera mágica no sirve, idiota! ¡Si no me contestas inmediatamente, te mataré! ¡¿Trabajas para los demonios?!
—¡N-no!
—... Mierda.
Kei se alejó de ella y golpeó su cabeza contra la pared.
—¡Mierda, mierda, mierda, mierda! ¡La maldita barrera no sirve!
—¿Por qué dices que no sirve? Hasta ahora, ha servido bastante. Todos los demonios que entran a la Capital, son detectados inmediatamente.
—... La barrera no detecta demonios poderosos, solo demonios débiles. Drin puede entrar a la Capital y no es detectada... Eso significa que Rose es poderosa... Maldita sea.- Pensó Kei.
Kei sacó de su "Almacenamiento mágico", el cuerpo sin vida de Angmia.
—Uno de esos demonios entró a la Capital y mató a Angmia... Una aventurera de clase B.
—Angmia... ¡Debo informar esto inmediatamente!
—¿No la asesinó él? Tal vez esté culpando a un demonio.
Kei escuchó eso y se acercó a la aventurera que lo dijo.
—Yo nunca... Yo nunca...
Kei se paró frente a ella.
—¡Yo nunca mataría a una chica tan buena y amable! ¡Nunca mataría a una chica inocente! ¡Yo no soy como esos nobles que se la pasan contando el dinero y burlándose de los plebeyos! ¡¡No me importan las clases sociales!!
Kei pateó las piernas de la aventurera y ella cayó al suelo.
—¡Así que cállate, idiota! ¡Mantén tu enorme boca cerrada!
Kei se alejó de ella y cerró los puños con fuerza.
—Angmia...
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Drin estaba en la cama de Kei, esperando su regreso.
Ella estaba dibujando el rostro de Kei.
Entre todas las compañeras de Kei, Drin es la que más está obsesionada con él.
—Qué lindo...
Kei entró a su habitación y Drin volteó a verlo inmediatamente.
Con una gran sonrisa, le dio la bienvenida a Kei.
—¡Hola, cariño!
Kei la ignoró y se acostó en la cama.
—Buenas noches.
Cerró los ojos e intentó dormir. Quiere evitar hablar sobre el tema de Angmia, pues se siente culpable y no quiere recordar eso.
Pero Drin no sabe eso.
—¿Cariño? ¿Qué pasa?
Drin intentó despertar a Kei.
—¿Cariño?
—Por favor... Solo esta noche... Solo esta noche, déjame dormir... No quiero tener sexo esta noche... No quiero hablar con nadie... Yo... Yo solo quiero... Solo quiero descansar.
Drin se dio cuenta de que Kei estaba llorando y lo abrazó.
—No sé lo que pasa, pero si no quieres hablar de eso, respetaré tu decisión, cariño.
Para Kei, recibir el abrazo de la chica que ama, es mucho mejor que tener sexo.
Ese abrazo era cálido.
Ese abrazo le da la energía que necesita para seguir adelante.
Ese abrazo lo hace más fuerte.
Ese abrazo lo motiva para no quedarse atrás.
—... Sabía que sufriría mucho en este mundo... Sabía que habría momentos en los que desearía morir... Sabía que tendría que ver morir a las personas que amo... Sabía que vería a personas inocentes morir... Ese sentimiento de sentirse un inútil regresó... Yo... Yo no quiero volver a sentirme así... No quiero... No quiero ser una decepción... No quiero ser un inútil...
Kei abrazó a Drin.
—¿Cariño?
—Solo por esta noche... Quiero dormir así.
Drin sonrió y abrazó con más fuerza a Kei.
—No solo por esta noche, cariño. Podemos dormir así por siempre. Hasta que la muerte nos separe. Siempre estaré a tu lado, cariño. Eres la persona que más amo.
—... Gracias, Drin... Muchas gracias.
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Eran las 2 de la mañana y Kei salió de su habitación.
—Angmia...
Salió al jardín y se acostó en el suelo.
—No pude protegerte... ¿Seré capaz de proteger a mi bebé? Yo no quiero perderlo... Zius, ¿estoy haciendo un buen trabajo? ¿Estás satisfecho con mis resultados?
Kei sonrió.
—Este dolor no desaparecerá en mucho tiempo... Pero debo seguir adelante... Hay personas que confían en mí... No las decepcionaré. No puedo llorar siempre... No puedo sentirme un inútil por siempre. Mi yo del mañana debe ser superior a mi yo del ayer. Si tengo tiempo para sentirme un inútil, tengo tiempo para mejorar... Esa frase que escuché en mi mundo, es muy útil en esta situación.
Kei se levantó del suelo y activó su modo rojo.
—Hagámoslo.
Kei se dividió en dos y comenzaron a pelear entre ellos.
—¡Mejoraremos nuestra agilidad!
—¡Y nuestra magia!
Sus puños chocaron y sonrieron.
—Nada mal, Kei de cabello blanco.
—Digo lo mismo, Kei normal.
Drin lo estaba observando por la ventana, mientras sonreía.
—Tan genial como siempre.