Mientras Yahiko se daba cuenta en el terrible problema que lo había colocado su abuelo, Mari Hatake vigilaba la costa de la nación del Fuego.
Después del ataque de las espadas de Kirigakure, todo el campamento militar anduvo con los nervios de punta. Gente a la que no le correspondía la vigilancia, se unía a los turnos por cuenta propia e inspeccionaba el horizonte. Al mismo tiempo, Mari empezó a coordinar en grupos de seis a los shinobis de diferentes clanes y a realizar combates simulados. No era el momento propicio para tales prácticas, pero luchar contra un enemigo superior lo ameritaba. Aoi y Kaoru Hyuga la ayudaban a dirigir a los otros escuadrones y a mantener una adecuada administración del campamento.
Por las tardes, Mari tomaba a Kaoru lejos del campamento y le enseñaba el arte de una espada en el claro de un bosque. Solo eran ellas dos; Aoi se quiso colar en el grupo, pero alguien debía mantenerse al mando. Así que desistió y le pidió a Mari que tuviera cuidado con dañar a su hija.
Después de una semana de entrenamiento con la espada, Kaoru quedó con las manos llenas de ampollas. Sin embargo, eso no la detuvo y de todas formas balanceo la espada la cantidad de veces que le indico Mari, quien ahora era su sensei.
Por su parte, Mari miraba a Kaoru balancear la espada, sentada desde una roca mientras sostenía una botella de sake con su única mano. La brisa marina mecía las hojas de los árboles mientras el sol, firme y poderoso, gobernaba los cielos.
-¿Qué piensas, Kaoru?- pregunto Mari, después llevó la botella a sus labios y le dio un largo sorbo.
Kaoru frunció el ceño mientras balanceaba la espada y le dijo en un tono disconforme -que sensei es una borracha-
Mari Hakate con un poco de sake en la boca, se rio mientras apretaba los labios y lanzo algo de sake al aire en forma de llovizna. Después bebió lo que le quedaba en la boca y se largó a reír.
Kaoru detuvo el balanceo y miró a Mari algo disconforme con su actitud.
Mari calmo su risa, tomo una profunda respiración y le dijo en un tono serio -nadie te ha dicho que detengas tu entrenamiento-
-Ya ni siquiera sé si esto es un entrenamiento- respondió Kaoru
Mari miró la botella en su mano y se la mostró a Kaoru mientras sonreía -¿Por esto?- pregunto. Kaoru asintió con el ceño fruncido y Mari continuo -yo no estoy siendo enseñada, mocosa. Tu eres mi discípula, debo enseñarte lo básico primero y después enseñarte lo avanzado; lo cual es lo que haría cualquier sensei. Sin embargo, eso no quiere decir que enseñarle a una mocosa talentosa las cosas básicas, deje de ser aburrido-
Kaoru hizo un tierno puchero poniendo un rostro ofendido y dijo -no es mi culpa que en mi clan no se utilicen armas-
-Tampoco la mía, pero tienes que entender que, a pesar de que me divierto bebiendo, también estoy atenta a tu entrenamiento. Si no te doy un complemento, es porque lo estás haciendo bien. No obstante, tampoco es para lanzar fuegos artificiales. Solo estas balanceando la espada-
-Todo lo que he hecho durante una semana ha sido balancear una espada-
-Es porque tu cuerpo necesita memorizar el correcto movimiento para después hacerlo de manera inconsciente. No te preocupes, moe-moe-chan, te enseñaré algo divertido, pero tienes que aprender lo básico primero-
-Esa forma de decirme…- refunfuño Kaoru y miró hacia adelante y volvió a balancear la espada
-Sakumo te llama así ¿verdad?- pregunto Mari con una sonrisa
-Sakumo-chan sabe que me molesta, pero me sigue llamando así. Ahora sensei hace lo mismo-
-Oooh, pero creo que te queda a la perfección, jajajaja-
Kaoru se enojó más y más y cada movimiento de la espada se volvió más enérgico, pero nunca perdió su habilidad. Cada movimiento estaba perfectamente sincronizado con los brazos, hombros, cinturas, rodillas y pies. De manera natural, ella era una con la espada, lo cual hizo sonreír a Mari.
Un par de minutos después, Mari volvió a preguntar -¿Qué piensas de esta situación, Kaoru?-
Kaoru siguió balanceando la espada con el ardor en sus manos y la sensación resbalosa del sudor -¿A qué se refiere?- pregunto
Mari tomo nota de como poco a poco la postura y coordinación de Kaoru empeoraba. Era el dolor en las manos de las ampollas rompiéndose y el ardor del sudor en las heridas. Sin embargo, todo era parte del entrenamiento. Así que la regaño -aprieta más el agarre sobre el mango de la espada y no pierdas el control. Cualquier guerrero podría chocar su arma contra la tuya y desarmarte sin ningún esfuerzo-
-¡Sí!- respondió Kaoru en un tono enérgico mientras apretaba el ceño y reafirmaba su agarre sobre el mango de la espada
Mari asintió y continuo con la pregunta -durante una semana no hemos sido atacados ¿Qué crees que significa?-
-Pienso que Kirigakure no está participando de la guerra como debería. Algo paso que sus planes se torcieron y por eso no avanzan- respondió Kaoru mientras balanceaba su espada
-¿Debido a nosotros?- pregunto Mari con una pequeña sonrisa
-No, no tiene nada que ver con nosotros. Es algo más, como si estuvieran esperando que alguien hiciera algo. Quizá refuerzos, comida o armas, no lo sé, pero no parece correcto-
Mari también asintió, iba a responder, pero de repente escucho un estruendo como si fuera una explosión a miles de kilómetros. Ella se puso de pie al instante y vio un gran pilar de luz hacia el Oeste que ascendía hasta el cielo. Kaoru a su lado también detuvo el balanceo y quedó con la boca abierta al ver tal cosa sin igual.
Al mismo tiempo, Hiruzen entrenando con Danzo bajo la tutela de Tadashi para poder enfrentar a los protectores del raikage, detuvo su movimiento de improviso y recibió un puñetazo de Danzo que lo mando al suelo. Sin embargo, en lugar de enojarse, solo se llevó la mano a la mejilla y desde el suelo miró el gran pilar de luz que alcanzaba el cielo.
Por otro lado, Kain y Kazuhiko que andaban en las calles de la fortaleza de la nación de los Pastizales. Se detuvieron y miraron con dirección hacia su vecino, la nación de la Lluvia y vieron el pilar de luz. A los pocos segundos, sintieron como una poderosa ráfaga de viento chocaba con las murallas de la fortaleza y estremecía la tierra.
La gente que andaba en la calle se agacho y grito del susto mientras los shinobis quedaban sin palabras ante tal despliegue de poder. Si era un jutsu, era uno aterrador que podría borrar con facilidad una ciudad de un solo golpe.
Un par de minutos antes de que se mostrara el pilar de luz, Sasuke Sarutobi estaba parado sobre una montaña, al lado del Hokage, Tobirama Senju. Ellos miraban al centro del valle, donde había un extenso lago bordeado de pastizales y bosques espesos que llegaban hasta las faldas del cerro.
En ese momento, los cielos estaban cubiertos de nubes y llovía de forma torrencial, como era usual en la nación de la Lluvia.
Detrás de Tobirama y Sasuke, había un centenar de anbus rodeando a un grupo de veinte científicos para protegerlos.
Tobirama estaba serio como siempre, con esa mirada fría e indiferente. Sin embargo, Sasuke, en lugar de sentirse privilegiado, se sentía nervioso y preocupado. Él giro su rostro hacia atrás y vio a los locos científicos que parecían eufóricos antes de realizar un experimento. Dentro de ese grupo, se veían dos caras disconformes, un hombre de piel extremadamente pálida al punto de que parecía blanca en el sentido literal. A su lado, la otra persona disconforme era su esposa. Sasuke conocía a la pareja, eran los hijos de un viejo Orochi Senju. Ambos de mente brillante.
-Voy a empezar- dijo Tobirama
Sasuke dio un respingo del puro susto y lo miró desde el lado. Él vio como Tobirama comenzó a realizar un sello de mano detrás de otro con total calma y control. Uno a uno marcaron una cuenta regresiva de una interminable seguidilla de sellos, hasta que, por fin, Tobirama aplaudió juntando las manos y cerrando los ojos como si estuviera rezando.
Al instante siguiente, algo rugió desde el fondo del lago en el centro del valle. Poco a poco el lago comenzó a moverse en marejadas y a gorgorear como si fuera una olla hirviendo. Hasta que, por fin, Tobirama abrió los ojos y algo exploto en el lago. Entonces emergió un pilar de luz que en solo unos segundos alcanzo el cielo, despejo las nubes y mando terribles ráfagas de viento. La tierra tembló, la lluvia ceso y los pastizales y bosques en el centro del valle, fueron expulsados hacia las montañas, dejando en el epicentro un terrible cráter.
Finalmente, el pilar de luz se disipo y valle se transformó en un páramo desértico. Tobirama miró el despliegue de fuerza que había ocasionado su jutsu prohibido mientras los científicos estaban extasiados ante su propio ingenio. Solo unos pocos, parecían asqueados ante lo que habían hecho.
No obstante, a Tobirama no le importo la opinión de los científicos. Miró a Sasuke Sarutobi a su lado y le dijo -recopila la información, ordénala y envíala a Konoha con la mayor discreción. Puedes usar a mis anbus. Además, borra cualquier evidencia que nos pueda comprometer-
Sasuke Sarutobi, vistiendo las ropas de combate de los shinobis de Konoha, asintió con un rostro pálido. Escuchaba a su corazón bombear sangre y su propia respiración como si estuvieran en su oído. Miraba el valle que hace solo unos minutos era una rica extensión de tierras boscosas y un gran lago en el centro, pero ahora estaba vacío. El sol pegaba por primera vez en su rostro desde que llego a la nación de la Lluvia, pero eso no lo animo. Él se sentía sobrepasado por la visión de tal destrucción.
Entonces, después de un minuto, Sasuke recién pudo entender las palabras de Tobirama y miró en todas las direcciones. Tobirama ya no estaba a su alrededor y los anbus por detrás de ellos, conducían a los científicos con brusquedad al campamento. Los científicos protestaban, pero los anbus solo le proporcionaron golpes y les ordenaron con brusquedad que avanzaran.
Sasuke le dio la espalda al valle árido y subió por una pendiente hasta llegar a la cima de la montaña. Después extensos bosques llenos de vegetación exuberante y húmeda. Entonces bajo por la montaña hacia abajo hasta divisar un campamento lleno de carpas, donde Konoha tenía sus dependencias. Él bajo por una pendiente de tierra húmeda hasta llegar al pasto y avanzó hasta a un bosque. Una vez que se introdujo en el bosque, empezó a buscar las carpas mientras pisaba de forma descuidada las pozas de agua. Una vez diviso las carpas, apresuro su paso y empezó a buscar a Tobirama.
Sasuke corrió atravesando el campamento, casi chocando con varios anbus que estaban moviendo los suministros y preparando todo para moverse a otro lugar. Sin embargo, Sasuke continúo avanzando hasta que alcanzo a Tobirama, en la entrada de la gran carpa que funcionaba como centro de mando.
-¡Hokage-sama!- grito Sasuke, pero Tobirama lo ignoro y entro al centro de mando.
Sasuke vio a los anbus apostados a los lados de la entrada y se detuvo. Ellos solo lo quedaron mirando, pero en ningún momento se interpusieron, así que Sasuke entendió que no había problema con que entrara.
Sasuke entro al centro de mando y vio a Tobirama revisando el mapa del continente. Solo fue durante unos segundos, en donde sus ojos deambularon memorizando la situación de cada frente de combate y asintió. Después miró a Sasuke con esa frialdad típica de él y le pregunto -¿Qué necesitas, Sasuke Sarutobi? Creo haberte dado tu próxima misión-
-Es que, usted, vera- dijo Sasuke un tanto nervioso, sentía las palmas de las manos traspiradas con una sensación a hormigueo -usted me dijo que borrara cualquier evidencia, eso quiere decir…-
-Silenciar a los científicos- dijo Tobirama con indiferencia
-Pero, son parte de su clan y mi clan ¿Cómo podríamos?-
-De la misma manera que hiciste tratos con el daimio de la nación de la Tierra y quisiste aislar a los Hyugas y Uchihas para que robaran sus ojos ¿No pesaste que eso podría debilitar nuestra posición? Más, si era a mis espaldas-
Sasuke se puso pálido, sintió un dolor de estómago y no supo cómo responder a esa afirmación. En cambio, como buen jugador, empezó a buscar otras alternativas y recordó al científico de piel blanca -pero dentro del grupo- dijo -está el hijo del anciano Orochi. No creo que pueda matar a los hijos de su sensei-
Tobirama lo siguió mirando con indiferencia y se acercó hasta quedar a unos centímetros de Sasuke. Lo miró a los ojos y dijo -por eso, tú lo vas a matar-
-¡¿Qué?!- grito Sasuke muerto de miedo
-¿O prefieres ser enviado a la cárcel por realizar tratos con el enemigo y que tu clan sea disuelto?-
Sasuke abrió la boca y gesticulo varias veces para para responder algo, pero ninguna palabra salió de su garganta, hasta que dijo -pero él me matara-
-Bueno, puedes morir en sus manos y que tu clan y tu hijo queden en pie. O morir en la cárcel, que tu clan quede destruido y tu hijo exiliado-
Sasuke levantó su rostro y miró a Tobirama a los ojos. Ese rostro frio e indiferente demostraba que no estaba jugando. Era colocarse la soga al cuello por su propia cuenta o que otro lo haga con malicia y lo dejará agonizar hasta el final. Sasuke una vez quiso decir algo que cambiara las apuestas a su favor, pero su boca no se coordinó con su garganta y las palabras no salieron.
Tobirama lo miró con desprecio y le dio la espalda, para después sacar su kunai con forma de tridente y desaparecer de la carpa.