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Mundo Shinobi - PGM - 166

Hiruzen se despertó unas horas después mirando el techo de una carpa que ocupaban como hospital, en lo alto de la Montaña de la Escarcha. Veía todo borroso y sentía que la cabeza le daba vueltas.

-Hiruzen-sama- dijo una kunoichi que trabajaba de enfermera. Ella vestía una chaqueta táctica igual que el resto de los shinobis y llevaba el cabello ordenado en un moño.

Hiruzen miró hacia su derecha y vio a la mujer como si fuera una sombra hasta que los colores volvieron y notó que era un kunoichi de su clan.

-Akiko-san- dijo Hiruzen con voz cansada -¿Qué paso?-

-Las tropas de la nación del Trueno se retiraron. Las bajas fueron mínimas, pero usted y Danzo-sama fueron encontrados inconscientes en muy mal estado- respondió Akiko

-¿Cómo está Danzo?-

-Él está en otra carpa, pero se encuentra estable. El único inconveniente es que perdió demasiada sangre-

-Ya veo, perdimos-

-No, Hiruzen-sama, mantuvimos nuestra posición. Los lideres de los otros clanes lo están esperando y me dijeron que en cuanto pueda, vaya al centro de mando-

Hiruzen cerró los ojos por un momento y soltó un largo suspiro. Entonces recordó como él y Enma fueron vencidos por el shinobi de Kumo llamado Ryo y la pantera ¿Qué pasa con ese nivel de fuerza? Se pregunto, era ridículo. Es como si hubiera un mundo de diferencia entre ambos. Hiruzen estaba orgulloso de sus habilidades, conocimiento y contrato de invocación con el mono, Enma. Sin embargo, esto tiraba todo su trabajo y esfuerzo por el suelo. Él jamás se dio cuenta de lo débil que era hasta ahora. Solo puede atribuirle el sobrevivir a la suerte.

Por otro lado, era raro lo que dijo Akiko. Habiendo caído él y Danzo, la cadena de mando debería haberse desmoronado, pero ella dijo que mantuvieron su posición dentro de la fortaleza de la Montaña de Escarcha. Entonces Hiruzen recordó la imagen de un anciano de baja estatura y una boca formando una "n". Parecía entre serio e indiferente -Tadashi…- murmuro. Sin embargo, negó con la cabeza y abrió los ojos.

-Akiko-san, ayúdame a ponerme de pie- dijo Hiruzen.

Akiko le tomo un brazo con una mano y apoyo su otra mano en el hombro. Después lo jalo y lo fue levantando mientras Hiruzen se ayudaba con su otra mano. Entonces él quedó sentado y Akiko dio un paso atrás.

-¿Le voy a buscar un par de muletas? De lo contrario, tendré que llamar a otros shinobis para que lo ayuden a caminar. Usted está muy lastimado- dijo Akiko

-En ese caso, las muletas- respondió Hiruzen

Akiko asintió y fue a buscar las muletas. Al poco tiempo, Akiko volvió y le entrego las muletas a Hiruzen. Entonces este último, apoyo el soporte por debajo de sus axilas y se echó hacia adelante. Casi se fue de cara contra el suelo, pero Akiko estuvo ahí para apoyarlo y evitar el peor escenario. El rostro de Hiruzen quedó sobre los senos de Akiko. En cualquier otro momento hubiera sido una experiencia feliz, pero Hiruzen no tenía mente como para pensar en disfrutar del momento "pervertido con suerte".

Una vez que Hiruzen se equilibró, miró a Akiko y le dijo -gracias, desde aquí, puedo solo-. Entonces él avanzó a la salida y Akiko lo siguió de cerca. Una vez que salieron de la carpa, Hiruzen siguió avanzando, tratando de orientarse dentro del campamento militar mientras sentía la brisa fría y la caída de los copos de nieve sobre su cabeza. Por otro lado, Akiko llamo a dos guardias y les hablo de la condición de Hiruzen. Ellos asintieron y lo siguieron por detrás, atentos a si él tenía alguna recaída.

Hiruzen llegó a la gran carpa que utilizaban como centro de mando. Atravesó la cortina y vio a varios ancianos de los clanes influyentes compartiendo opiniones mientras movían las piezas que simbolizaban las tropas sobre el mapa de la región del país de la Escarcha. Los lideres eran Hideki Hyuga, Izamu Nara y el pequeño anciano Tadashi Uchiha que como siempre permanecía en silencio evaluando lo que otros decían.

-Hiruzen-sama- dijo Hideki Hyuga -que bueno verlo en buenas condiciones ¿Lo puedo ayudar en algo?-

-Hideki-san, no necesita ser tan cortes, estoy bien. Por otro lado, cual es el informe de la situación actual-

-Estábamos hablando de lo mismo con Isamu-san y Tadashi-san- respondió Hideki señalando con la mano a los otros ancianos a su izquierda.

-Un resumen, por favor- dijo Hiruzen acercándose a una silla y dejándose caer sobre sobre el asiento. Él soltó un suspiro y se acarició la frente.

-Por el frente estamos siendo amenazados por los shinobis de Kumo- respondió Izamu Nara señalando las figuras sobre el mapa -mientras que por la retaguardia estamos siendo amenazados por los shinobis de Iwa. Sin embargo, los shinobis de Kumo son los únicos que han estado activos realizando constantes patrullajes en los límites de su país mientras que los shinobis de Iwa están tranquilos en su campamento. Hasta el momento, no hemos podido recopilar información acerca de la situación del ejercito-

-Extraño- murmuro Hiruzen

-Sumamente extraño, pero considerando que los shinobis de Kumo están frente a nosotros. Creo que deben estar esperando que luchemos contra ellos y nos maten. Entonces, una vez que los shinobis de Kumo queden agotados, aplastarlos-

Hiruzen soltó un suspiro mientras se acariciaba la frente y dijo en un tono de voz cansado -tiene sentido, los shinobis de Kumo son muy fuertes-

-No lo son, Saru- dijo Danzo entrando al centro de mando en las mismas condiciones que Hiruzen. Él avanzó con el ceño fruncido, se detuvo delante de Hiruzen y le dio un pequeño golpe en la canilla con una muleta.

Hiruzen se quitó la mano de la frente y levantó su rostro. Miró a Danzo con una expresión de cansancio, lo que hizo enfadar más a Danzo.

-Las cosas no son tan simples, Saru- dijo Danzo -sensei no nos hubiera enviado a simplemente morir a este lugar. Estoy seguro de que hay algo más-

-Lo sé, Danzo, pero en este momento no me encuentro en mi mejor condición- respondió Hiruzen -mientras no haya nada urgente, quiero descansar-

Hiruzen se apoyó en sus muletas y se echó hacia adelante, pero diferente de la vez anterior, pudo equilibrar su cuerpo sin ningún problema. Él miró a Danzo a los ojos y le dijo -será mejor que tú también descanses, no te ves bien-

-Estoy bien, estoy listo, estoy preparado- grito Danzo con furia. El resto de los ancianos presentes alzaron sus cejas en señal de confusión. Sin embargo, Hiruzen se mantuvo tranquilo y vio la verdad detrás de los ojos de su amigo. Tenía miedo y no era para menos. Casi mueren en un combate en el que ni siquiera participó todo el ejército. Fue un simple patrullaje para sacarlos del aburrimiento y estirar las piernas. Nadie se esperó que los shinobis de Kumo los atacaran. Hiruzen agacho la mirada y se preguntó si Jin, el shinobi de la otra vez, sería más fuerte que ellos. Por la constitución física y el saltó de más de doscientos metros desde la cima de la montaña de Escarcha, diría que era muy superior a los otros. Bueno, no sacaba nada de calcular la fuerza de alguien que lo venció de forma unilateral. A lo mejor, si él y Danzo hubieran tenido más ayuda, habrían podido hacer más. Hiruzen negó y se dejó de divagar.

-Sé que estas listo, amigo mío- dijo Hiruzen mirando a Danzo a los ojos y viendo como tiritaban sus pupilas del puro miedo -pero parte de tu labor como comandante es mantenerte en las mejores condiciones posibles. Descansa y una vez que te sientas mejor, pensaremos las cosas desde otra posición-

Danzo frunció la nariz, mostro los dientes y los apretó con tanta fuerza que rechinaron. Sin embargo, en vez de gritar todo lo que quería decir, le dio la espalda a Hiruzen y se fue andando con sus muletas.

-Hiruzen-sama- dijo Hideki -usted también es el comandante de esta división. Debería delimitar su posición con Danzo-sama y hacerle saber que está fuera de lugar. Este tipo de discusión solo generará división entre las tropas-

-Hideki-san, eres mi mayor y te respeto por tu trayectoria- dijo Hiruzen con un tono de voz respetuoso mientras se giraba para mirar al anciano a los ojos -pero por favor, metete en tus asuntos. Tú no sabes nada de Danzo, no sabes lo que siente ni porque actúa de esta manera. Si hay división, ya lidiaremos con eso-

Hideki Hyuga tomo una profunda respiración y asintió -lo siento, tendré en cuenta que son jóvenes-

El anciano Isamu Nara, que se había quedado callado durante todo el tiempo, soltó un suspiro y dijo -cállate, vieja bolsa- dijo -eres igual de molesto que cuando eras joven. Es natural que los jóvenes se asusten cuando se encuentran en una situación límite. Acuérdate de como actuaste cuando murieron los jóvenes de tu clan en su primera misión-

-Cállate tú, no tienes por qué decir eso- respondió Hideki frunciendo el ceño

-Ahí vas, lo que sea- dijo Isamu sin hacerse problema, miró a Hiruzen con tranquila y le dijo -Hiruzen-sama, no se preocupe, vaya a descansar, si ocurre algo importante, será el primero en esterarse. Solo le diré una cosa, piense en lo que tiene que hacer en este momento y deje para otro día la experiencia que tuvo, si no se volverá una tortura-

Hiruzen sonrió y le pregunto -¿No sería mejor que me dijeras que no piense en la experiencia que tuve?-

El anciano Isamu negó y respondió -por lo usual, forzarse a no pensar en algo, es contraproducente. Al final, uno siempre vuelve a pensar en eso que quiere olvidar. La mejor opción, es pensar en otra cosa, enfocarse en lo que tiene que hacer ahora, de esa manera, dejará de pensar en lo otro-

-Porque tendré ocupada mi mente en otra cosa-

-Exacto- respondió Isamu con una sonrisa y asintió

-Gracias, Isamu-san, Hideki-san- dijo Hiruzen e hizo una pausa, miró al pequeño anciano Tadashi Uchiha a un lado de los otros dos y continuo -y a usted también, Tadashi-san. Por favor, si ocurre algo, no duden en despertarme-

-Sí- respondieron Hideki e Izamu al mismo tiempo. Tadashi solo lo quedó mirando con ojos serios, como si lo estuviera evaluando.

Hiruzen sonrió para ellos y salió del centro de mando. Entonces él avanzó por el campamento militar mientras crujía la nieve bajo sus pies. Los shinobis se movían de un lado a otro; algunos llevando suministros, otros ayudando a los heridos y otros reparando las instalaciones de lo que antes era una fortaleza de la nación de la Escarcha. Una vez que Hiruzen llegó a su carpa, saludo a los dos guardias en la entrada y ellos hicieron una pronunciada reverencia.

Una vez dentro de su carpa, Hiruzen dejo las muletas a un lado, tomo la frazada que cubría su cama y se recostó dejando salir un suspiro de cansancio. Entonces se cubrió por completo con la frazada y cerró los ojos.

-Pensar en lo que tengo que hacer ¿Ah? Es un poco difícil, Isamu-san- murmuro Hiruzen y poco a poco comenzó a romperse esa cascara que ocupaba para ocultar su miedo a la muerte. Entonces, desde el interior de la carpa del futuro patriarca del clan Sarutobi, se escucharon sollozos. Los guardias apostados en la entrada lo escucharon, pero se mantuvieron firmes en su posición e hicieron como si no pasará nada. Ellos ya eran hombres, habían participado en misiones terribles. Así que, para ellos, a pesar de que Hiruzen tenía un poco más de veinte años, solo era un muchacho. Por muy habilidoso que sea, todavía le quedaba un largo camino por recorrer para volverse la montaña que protegería a su clan.

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