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Apócrifo - Gods land - Capítulo 80

Pequeño recordatorio: Kain es dueño del cuadro pintado de Darksoul (original-Ariamis, remaster-Ariandel, Y reformulado (pintora, para efectos del fanfic Eliana) -Elizabeth).

Además, del cuadro pintado de Eliana (nombrado así por la propia pintora-Eliana)

Esto es un recordatorio. Así que Kain, puede ir al mundo de Dark Soul (cuadro de Eliana) o al mundo de Demon Soul Cuadro de Elizabeth).

En estos momentos fue a visitar el mundo de Demon Soul, donde se fue a refugiar Hera.

-o-

Elrond no era el único hijo de Kain que estaba próximo a convertirse en rey. Dorian, el hijo de Hera, también se estaba preparando para en un futuro cercano tomar el reino de los Boletarios. No es como si a Hera le fascinara la idea de que su hijo se uniera a un pequeño reino, pero el joven Dorian había nacido con un llamado. Dentro de los poderes que desarrollo como semi dios, a sus once años, ya podía ver lo que pasaba a kilómetros de distancia con el ojo de la mente. Podía ver la desgracia de la gente, el gobierno corrupto y el llanto de la joven princesa por no poder hacer nada al respecto.

El año pasado Dorian le comento a sus padres lo que quería hacer. Cuando tuviera la edad de quince años, iría a donde los Boletarios, reclamaría el trono y a la princesa. Hera no estuvo de acuerdo de principio a fin, pero el joven sabio le había dicho que su decisión era definitiva. El mundo necesitaba un cambio y él sería el engranaje que le dé un nuevo orden.

Por su parte, Kain con la experiencia de saber a dónde llevan las buenas intenciones, le dijo que podría pasar en el futuro. Dorian y Hera lo escucharon de principio a fin sin nunca interrumpirlo y Dorian acepto convertirse en uno más del interminable ciclo del mundo. Kain pudo ver la determinación en los ojos del joven semi dios y no pudo convencerlo de que hiciera lo contrario. Eso sería ir en contra de sus propios pensamientos y manipular el destino de otro. Algo que el mismo Kain nunca se perdonaría a sí mismo.

Así que un día soleado, dentro de las murallas que bordeaban la gran torre de Hera, el joven Dorian entrenaba con una espada mientras era observado por Kain. El joven había aprendido bien desde su niñez. En un principio Kain lo quería preparar para los futuros desafíos, pero nunca espero que a tan corta edad se volviera tan excepcional en el manejo de la espada. Si lo vieran Elrond y Marcus, quedarían con la boca abierta y no se creerían tan buenos en el combate.

Por otro lado, el joven Dorian tenía un cabello dorado como un Dragonroad, mientras que a su vez, había heredado las pequeñas pecas de su madre a lo largo de su nariz, casi imperceptibles. De apariencia esbelto y ojos celestiales. En ese momento vestía como un aventurero promedio, mientras blandía una espada recta con ambas manos. Kain asentía con cada uno de los movimientos que hacían Dorian y pensó que ahora solo le quedaba pulir su propio estilo de combate. Por dentro se sentía orgulloso de su hijo, que al igual que Viggo, quería salir de la comodidad de su estado actual y hacer algo por el mundo.

-Bien, eso es suficiente- dijo Kain

Dorian detuvo el movimiento de su espada y se volteo para ver a su padre mientras su pecho subía y bajaba con una fuerte respiración. Su rostro claro como la luna y cabello largo hasta lo hombros le daban un carácter un tanto femeninos, pero eso desaparecería con el tiempo hasta convertirse en un hombre gallardo.

Con una respiración fuerte, Dorian le pregunto a Kain -¿Cómo lo ves, padre? Estoy listo-

-Si quieres luchar contra decenas de hombres, sí. Pero si te quieres volver rey, debes tener una gran fuerza. Incluso si Aquiles, Flora y su hijo vienen a apoyarte, eso no te asegura tu puesto como monarca. Sé que serás excepcional algún día, pero por ahora trata de concentrarte en volverte fuerte. Ten paciencia hijo y fortalécete en este momento para que el día de mañana no te arrepientas y puedas dar todo de ti-

-Gracias padre- dijo Dorian agachando la cabeza, en su corazón sabía que mientras más se demorara en llegar a su meta, más gente sufriría.

Kain camino hasta él y se hinco en el pasto para que sus ojos coincidieran. Dorian lo miró de frente y Kain le dijo con una suave sonrisa -hijo mío, sé que tu corazón siente compasión por esas personas a las que ni siquiera conoces, pero debes tener paciencia. Ellos sufrirán estés o no estés en este mundo, así que contar contigo es su bendición. Por otro lado, eres solo uno en este mundo y es limitado lo que puedes hacer. Así que no te agobies por el día de mañana, que ya vendrán sus propios problemas en ese momento-

Dorian levanto su pequeño y delicado rostro y asintió con seriedad. Kain solo pudo sonreír ante tal actitud, abrazarlo y besarle la frente como queriéndolo bendecir y apartarlo de todo mal. Pero en su corazón sabe que es imposible y que lo más probable es que su muchacho termine como Artoria, consumido por sus propios ideales. Quisiera cambiar con magia o con algún sello lo que lleva en su corazón, pero no sería justo, después de todo, todos tenemos derecho a elegir nuestro destino. Incluso si este nos lleva a un mal final.

Después de permanecer abrazados durante un par de minutos, Kain envió a Dorian a bañarse. Después de eso, Kain deambulo por el interior de las murallas mirando como crecían los árboles, las plantas y los animales. Hera sin duda era una diosa de la creación, su imaginación no tenía límites y había creado un montón de pájaros dorados. Similar al cuervo dorado de las mitologías asiáticas, volaban de copa en copa mientras emitían un aura ígnea y dorada. Kain se quedaba embobado cada vez que lo veía mostrarse y los observaba durante todo el trayecto hasta que se perdían en la copa del siguiente árbol. Eran unos breves segundo, pero cada vez que se veían, eran un espectáculo maravilloso. Por lo menos, Kain no recuerda haber visto una criatura con un aura tan sagrada.

No obstante, de repente sintió que unos delgados brazos lo abrazaban por detrás, mientras que un pequeño rostro se posaba a la mitad de su espalda. Él sonrió y supo de inmediato quien era. Ella estuvo molesta, incluso cree que todavía está molesta con él por permitir que su hijo siguiera con semejante plan absurdo, pero siempre le pareció que el amor podía más. Kain se volteó para mirarla y se encontró con una hermosa mujer de ojos celestiales. Llevaba su usual túnica griega blanca que la hacía parecer un lirio silvestre mientras lo miraba con ojos cargados de tristeza. Siempre era así, siempre lo esperaba con ese mismo rostro, como si penara y sufriera por su ausencia. Kain se sentía mal por dejarla sola durante semanas, pero no podía dejar a sus hijos al otro lado de la pintura, solos.

-¿Cómo estas amor de mi vida?- pregunto Kain en un tono suave mientras le acariciaba el rostro

Hera le dio una sonrisa solitaria y le dijo -extrañándote a cada momento ¿Te quedaras?-

Kain asintió y ella se paró sobre la puntilla de sus pies para besarlo en los labios -te extrañe- le susurro entre medio de sus besos y Kain no supo cómo responderle, más que con besos que demostraban su anhelo por ella. Hera entrelazo sus brazos alrededor del cuello y lo continuo besando mientras movía su magia. De esa manera, fueron transportados a lo más alto de la torre, tan alta como las montañas, y llegaron a su habitación. En ese lugar se comenzaron a desvestir e hicieron el amor.

-o-

Una par de horas después, Kain y Hera se presentaron en el comedor mientras Dorian los esperaba para comer la cena. Como siempre, aunque Hera estaba en desacuerdo con el plan de Dorian, igual sonreía para él. Kain se sentó a la cabecera, Hera a su derecha y Dorian a su izquierda. Después de acomodarse, Hera uso su magia y creo varios platos de comida. Hoy era una sopa pollo de entrada, guiso con arroz para el plato fuerte y flan con caramelo para el postre. Primero que todo, Hera sirvió la sopa a todos y comenzaron a comer en completo silencio, el único sonido que había era el del leve roce de los cubiertos con los platos. Por otro lado, gracias a unos amplios ventanales, pasaba el remanente de la luz del sol, mientras que un gran candelabro de oro iluminaba toda la habitación.

-¿Cómo lo hizo Dorian hoy, querido?- pregunto Hera

-Bien- respondió Kain -podemos estar orgullosos de que nuestro muchacho nació con talento para la espada-

Por su parte, las mejillas del joven Dorian tomaron un tinte rojizo, pero no se pronunció y solo siguió comiendo su comida. A lo mejor es la constante exposición al carácter de su madre, pero Dorian creció como un joven con mucho dominio propio. Podía avergonzarse o sentirse presionado, pero jamás lo demostraría. En lugar de eso, siempre mantenía un carácter modesto y serio. No obstante, Hera como su madre no se pudo controlar y soltó una tierna risita que captó la atención de Kain y Dorian. Ella era feliz mientras su hijo fuera feliz. Al menos, eso pudo entender Kain.

Media hora después, Hera les sirvió el plato fuerte y Kain saco una botella con Estus. Hera lo quedo mirando durante un momento, como esperando ver lo que iba a decir. Ella conocía muy bien a Kain y cuando el acompañaba una comida o una conversación con este exquisito licor, era por algo importante o similar.

Kain no la defraudo y una vez que sirvió las tres copas, dijo -un brindis por Dorian, el futuro rey de los Boletarios-

Hera arrugo la nariz y sus mirada tomo un tinte filoso, pero tomando dominio de sí misma, realizo una profunda respiración, asintió con seriedad. Después tomo una copa y la acercó para que los demás chocaran sus copas con la de ella. Así lo hizo Kain y así lo hizo Dorian.

-Gracias, madre- dijo Dorian -sé que no estas feliz con mis ideas, pero me siento complacido de saber que de todas maneras me apoyas-

Hera asintió y tomo otra gran respiración para calmarse y no gritarle un par de verdades. Amaba a su hijo con todas las fuerzas de su corazón, pero encontraba lo más estúpido del mundo querer entregar su vida por un montón de gente desconocida. Dentro de su mente no importaban los demás, si su hijo hubiera sido feliz en su torre, ella le hubiera construido un palacio y hubiera utilizado hasta la última gota de su energía divina para hacer lo que él quisiera. Incluso si fueran mujeres, joyas, bestias o lo que cupiera en esa cabecita. Solo pudo soltar un suspiro y pensar que era un gran desperdicio dar su vida por un montón de insignificantes mortales.

-Creo que es momento de que vayamos a ver tu hermana y a tu cuñado- dijo Kain

Dorian miró a su padre con asombro, mientras que Hera le dirigió una mirada despectiva y molesta.

Kain le tomo la mano a Hera, se la beso y le dijo a los dos -este será un viaje en familia, viajemos como lo hacen los demás y veamos a donde nos llevan los caminos-

Hera apartó su mano y le dijo en un tono firme -esto es una estupidez, estoy siendo razonable, Kain, pero no me presiones-

-No es una estupidez, nunca hemos salido con el muchacho más allá de las murallas de la torre. Sería bueno que él conozca el mundo exterior por algo más que su poder. De esa manera, él entenderá las implicaciones que conllevan ser rey y lo que significa vivir en el mundo exterior-

-Está bien, iré con ustedes, pero te lo diré desde ahora. Espero que se arrepienta de esta absurda decisión y deje de jugar a ser el gran salvador del mundo. Simplemente ridículo-

Entonces Hera se fue y dejo a Kain y Dorian solos en la mesa.

Por su parte, Dorian agacho la mirada con un rostro cargado de tristeza.

Por otro lado, Kain le tomo la mano y le dijo -no te preocupes, muchacho. Tu madre solo está en contra de esto porque como diosa le cuesta entender a los mortales. Sin embargo, este es el camino que estas transitando. Tienes que acostumbrarte a esto, después de todo, vas a cambiar al mundo y vas a tener muchos detractores-

El joven Dorian levanto su rostro, miró a su padre y asintió con firmeza, como reforzando sus pensamientos.

Al final, ninguno de los dos se quedó a comer el postre y antes de irse, el joven Dorian le dio un apretado brazo. Kain lo correspondió y le beso la frente una vez más, como queriéndolo bendecir y apartarlo del mal.

Para los fans de la saga Soul. Sí, en el futuro visitaremos Lordran, conoceremos al furtivo pigmeo, veremos a Gwyn y conoceremos las calles Oolacile, en todo su apogeo.

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