Sus brazos a mi alrededor.
Sus labios en mi cuello.
Su erección mañanera a tope rozando mi trasero.
Agradezco al cosmos por no tener una pesadilla en toda la noche, lo cuál era raro teniéndo en cuenta que esa casa sólo me provocaba pesadillas.
—Buenos días, cariño — susurró en mi oído.
— Quiero hacerlo de nuevo, Wyatt, ahora — susurré.
— otra vez? — Preguntó con una sonrisa en su rostro.
— ¿Recuerdas la última vez que tuve un novio? Eso fue casi un año, mas o menos desde que...
— De que tu hermana desapareciera. Lo sé — él puso su mano en mi mejilla — ¿estás diciéndome que desde que terminaste con Jeremiah, no has tenido sexo?
—Yes, Sir — asentí.
No puse distancia cuando su frente se pegó contra la mía; tampoco me resistí cuando él me atrajo lentamente a su cuerpo, o cuando me respiró en la boca, tan cerca de besarme pero a la vez tratando de ir lento para saborear el momento.
Sus labios descendieron a los míos y fue como si aquello que estuvo muriendo en mi interior durante tanto tiempo, ahora volviera a la vida.
Su boca se movió con facilidad contra la mía, saludándose, reconociéndose, entregándose, amándose tan lenta y deliciosamente que casi me hace estallar la sensación.
Ya no había prisa como anoche.
Mis manos se enroscaron en su cuello, y los dedos de mis pies se retorcieron de la felicidad.
Su boca seguía pegada a la mía, saboreando todo a su paso de una manera lenta y sensual.
—¿Estás segura de querer seguir con esto... de volverlo a hacer? —murmuró despegándose por un momento de mi boca.
Respondí devolviéndole el beso con fuerza; con un poco más de urgencia y de manera necesitada.
Nuestro beso pasó de inocente, a algo más ardiente.
Se acostó sobre mí sin romper el beso, sus codos sosteniendo su peso, su cabello que tocaba mi frente, su escasa barba raspando mi nariz y mejillas mientras continuábamos besándonos.
De pronto él asomó su lengua, cepillando mi labio inferior; le concedí la entrada a mi boca y la sensación de calor aumentó dentro de mi piel.
Sentí su mano tocando mi mentón, moviendo mi cabeza en posiciones revertidas para que su lengua tocara los puntos perfectos de mi paladar. Me retorcí debajo de él y jadeé de placer.
Rápidamente su mano continuó bajando hasta mi cuello, después se deslizó sobre mi clavícula, se detuvo en mis pechos y ahuecó uno con sus manos. Volví a retorcerme, apartándome de su boca para encontrar aire.
Su dedo pulgar frotó unas tres veces antes de que perdiera el control y jadeara fuertemente
Su boca regresó a la mía, excavando más profundamente y repasando su lengua sobre mis labios.
Su mano no se quedó mucho tiempo en la parte superior, se movió con confianza y con agilidad sobre mi estómago luego bajó a mi vientre. La lanzó al suelo y le dio una larga mirada a mi cuerpo antes de abalanzar de nuevo su boca sobre la mía, devorándome con renovadas ganas; sentía sus dedos sobre mi piel, apretando y amasando a su gusto.
Su boca se movió sobre mi vientre, sus manos sobre mis pechos, todo se mezclaba para crear esta armonía para la canción perfecta.
Regresó a mis labios y continuó besando, mordiendo juguetonamente; su mano bajó sobre mi estómago y pronto estuvo sobre la cima de mi parte más intima.
Volví a gemir.
Ni siquiera me reconocía a mí misma en ese momento, sonaba… necesitada. Claro que no tanto como ayer.
Escuché a Wyatt gruñir y continuó bajando el cierre para después perder dos de sus dedos en mi interior.
Suspiré y arqueé la espalda.
Sus dedos no tardaron en moverse en mi interior. Me mordí el labio, dándome cuenta que Wyatt ya no estaba besándome sino que ahora su cabeza descansaba en el hueco de mi cuello, mordisqueando la piel en esa zona, bajando hacia mis pechos y depositando besos. Mis manos apretaban sus brazos y comencé a mover mis caderas al ritmo en el que él estaba moviendo sus dedos dentro de mí.
Una capa de sudor se acumuló en mi cuerpo entero, me arqueé varias veces y en mi mente suplicaba que fuera más rápido.
Mis sentidos estaban en conflicto.
Lentamente dejé de pensar y me concentré en los dedos de Wyatt haciendo círculos y yendo lento pero fuerte y decidido a la vez.
Algo empezó a comprimirse en mi interior, apretándose y tensándose, construyéndose sin poder evitarlo.
Toda la lujuria acumulándose para este momento.
Antes de poder gritar, Wyatt cubrió mi boca con la suya y ahogó mis gemidos sin sentido y una versión distorsionada de su nombre. Mi corazón se aceleró, mi espalda permaneció arqueada por unos segundos, y no podía sentir las piernas.
No sé cuánto tiempo pasó, ni siquiera sentí cuándo Wyatt retiró sus dedos. Solo supe que jadeaba menos que antes y que mi pecho subía y bajaba con intensidad.
Después de unos minutos de la inconsciencia, y de sentirme extremadamente liviana, recordé dónde estaba y, lo que era más importante, quién o qué estaba, probablemente, observándonos.
Pude escuchar a esa cosa decirme : "Vamos... sigue, te estoy observando"
Me aparté de Wyatt y me senté de golpe. La vergüenza me invadió tornando mis mejillas al rojo vivo.
Me puse de pie rápidamente y, con la misma velocidad, me caí al suelo.
Wyatt se levantó detrás de mí y se sentó cerca de donde había caído. Se miraba diferente, como si ahora me mirara con nuevos ojos.
Qué vergüenza. Yo tenía un poco más de sentido común, pero al parecer éste se había quedado mudo hace un momento atrás, cuando más lo necesitaba, dejando que un "Aaaaaaaa mmmmmm" ocupara su lugar.
Me aparté el pelo de la cara, y fingiendo dignidad me senté con las piernas cruzadas, mirando a Adam sin rehuir de sus ojos.
—Eso fue… —comenzó él a decir— increíble.
La sangre en mis mejillas quemó con su rubor.
—¿Qué pasó? — preguntó consternado, llegando a la tierra de nuevo.
—No puedo, Wyatt. Esa cosa...— nos ve, Wyatt.
Él gruñó algo en voz baja.
—Yo en serio lo siento, no quise...
—Vamos —sentenció enojado.
—Wyatt no te eno...
— Ponte la ropa que nos vamos, llegarás tarde al trabajo — su mandíbula estaba tensa y parecía estar nervioso.
—Si quieres puedo ayudarte con tu... — miré su gran erección.
Él volteó a mirarme, pero no me miraba a mí, miraba atrás de mí, exactamente en la puerta de mi habitación. Volteé, pero no vi nada.
La cara de Wyatt se puso roja, luego él se paró bruscamente de la cama, las venas se notaban en todo su cuerpo —¡Lárgate de aquí! —su grito me hizo estremecer y exaltar.
¿Wyatt enojado y gritando? Eso sin duda era nuevo.
—¡Déjala en paz de una vez! ¡Ella no te pertenece! — seguía mirando a la entrada.
—Wyatt...— Mi voz sonó como un susurro — ¿Qué... qué pasa?
Tenía miendo... él me estaba asustando.
—Jamás la tendrás mientras yo esté para protegerla. —su voz sonaba frágil.
"¿Ah, sí?" Volteé a ver de donde provenía esa voz. De la puerta.
—Wyatt—tenía miedo, mucho... normalmente yo escuchaba esa voz en mi cabeza, con ecos, pero esto era... lo sentía detrás de mí ... sentía su respiración... y sentí su mano en mi hombro — Wyatt — corrí a su lado —Wyatt que pasa — lo abracé y en ese instante mi vista se nubló de nuevo.
Parpadeé un par de veces, el cuerpo de Wyatt estaba tenso, pero antes de recobrar la vista, él suspiró y me abrazó.
—¿Estás bien? — susurró con voz débil y temerosa.
— Estoy bien ... — lo miré a los ojos — ¿y tú?
— Estoy bien — se apartó de mí — vístete y vámonos.
— ¿Wyatt, qué fue eso? Eso... ¿tú... tú lo escuchaste...? ¿lo ... lo viste?
— Date prisa, Leanne — dijo impaciente mientras se ponía su ropa.
— Wyatt, tienes que explicarme ¿siempre lo escuchaste? ¿Qué te dijo? — él sólo me ignoraba — Wyatt, esa cosa ...
— Esa cosa no existe — gritó y me encaró con su cara transformads en furia pura —ya vámonos — su voz sonó suave esta vez, él se miraba impaciente y enojado.
— Wyatt — murmuré atónita — él jamás me había tratado así.
—Date prisa — tomó su celular de la mesa de noche y salió de la habitación.
Me vestí rápidamente y lo seguí...
Bajé las escaleras intentando hacer el menor ruido posible y lo escuché hablar.
— No entiendo qué rayos quieres, ella no merece nada de eso — la voz de Wyatt sonaba enojada, pero un poco nerviosa.
— ¿Eso crees? — Esa voz era masculina y ... atrayente — Tú no sabes quien merece qué — su seguridad era impresionante.
— Sé que ella no...
— shh... — lo silencio esa voz y después no escuché nada.
—Leanne — Wyatt se asomó por la escalera — Vamos.
Quería preguntarle qué rayos había sido eso, pero sabía que haría lo mismo que hace unos minutos en el segundo piso y lo último que quería era que se enojara más. Wyatt nunca se enojaba, era fresco como la lechuga.
Cuando llegué al trabajo, Lester me miró con el ceño fruncido.
—Creí que no llegarías — estaba molesto.
— Lo siento, Liamie, — me quité el abrigo y lo dejé sobre el mostrador. — se me hizo tarde porque me quedé en mi casa y pues... — abrí la puerta que daba paso al interior del mostrador de la recepción del hotel y me dispuse a meter el abrigo en mi mochila
— ¿Por qué fuiste, L? Eso no te ayuda a sanar — esta vez pareció enojado en serio.
— Me quedé con Wyatt, no te preocupes — Lester asintió.
— ¿Y cómo está él? — preguntó con cierta ilusión en sus ojos.
Lester había estado perdidamente enamorado de Wyatt desde que me acompañó a mi primer día de trabajo a este lugar. Lester era unos años mayor que nosotros, pero eso no le quitaba la linda ilusión.
— Él está bien... bueno estuvo algo raro esta mañana, pero nada preocupante— mentí.
— ¿Y sigue con su novia?
— Lester, no nos vemos desde hace tres días, no desde hace tres meses — reí mientras arreglaba mi maquillaje con el espejo que siempre había en la mesa bajo el mostrador — y no, no han terminado y no lo harán pronto teniendo en cuenta de que tengo la leve sospecha de que la bruja piruja está embarazada.
La mirada llena de brillo de Lester pareció opacarse — O sea que sí tienen sexo.
Solté una risa — al menos tu no los oyes desde la habitación de al lado.
— Maldigo a ese chamaco por estar más rico que el pan — se mordió los labios.
— hablas como si fuera en verdad un niño y tú un anciano de ochenta y no es así, Lester. — me arreglé la falda y proseguí a ponerme los tacones — además sé que Wyatt no es un niño, su gran miembro lo dice.
Los ojos de Lester se abrieron sorprendidos — no me digas que tú y... — parecía emocionado, a punto de tener un ataque Fangirl — oh. Mi. Dios. Prefiero que este contigo y no con la bruja piruja.
— No ha pasado eso entre nosotros — volví a mentir mientras me ponía mi gafete — ahora dame permiso que no demora en pasar el jefe y lo último que quiero es otro regaño, igual gracias por cubrirme, Lester. — le besé la mejilla cuando estuvo en pie.
Lester salió de la zona de recepción saltando sobre la barra, se despidió con un beso en la mejilla y dio unos pasos, luego, abruptamente paró.
— Por cierto, tu admirador secreto te dejó algo — me señaló — esta en el cajón de la derecha .
Lo abrí y me puse nerviosa al ver una rosa roja con una nota pegada en el tallo, la levante y leí la nota.
"¿No te enseñaron que las cosas que te regalan no se tiran, sino que se cuidan?"
Miré la rosa perpleja y chillé. Quedé pasmada unos momentos, luego la dejé en el cajón y lo cerré con fuerza.
Por un momento había olvidado que los sábados no viene el jefe sino su hija.
La chica más linda de la ciudad.
Ella me dio una sonrisa y se apoyó en el mostrador — ¿Cómo has estado, Leanne? Tiempo sin verte.
— He estado bien, Crystal ¿Y tú? — simulé teclear algo en el computador.
— Muy bien, ya que, bueno, ahora estoy soltera. — volteé a verla, tenía esa sonrisa coqueta en el rostro.
— Te aburres muy rápido de tus parejas ¿no has considerado que tal vez eres... no sé... bisexual?
Ella rió — No seas tonta, Leanne, me encantan las chicas, sólo pienso en chicas, toda mi vida he pensado en chicas, me encantan las vag*nas, no los pe*nes.
Quien se imaginaría que de esa cara tan angelical saliera ese tipo de lenguaje.
— Sí lo dices así — me encogí de hombros y volví al computador.
— Tal vez el problema es que no tengo a la chica que quiero — me dio una mirada que incluso podría llamar tierna, pero estábamos hablando de la hija de mi jefe... de Crystal y aunque se miraba tierna y super delicada y femenina, era muy controversial su comportamiento a ratos.
—¿Qué chica quieres, según tú? Si has tenido a casi todas las chicas que has querido — fruncí el ceño.
— No a ti, Leanne.
Y dale con lo mismo.
— No soy lesbiana — le aclaré por milésima vez.
— Eso han dicho muchas de mis conquistas y tú misma has visto como entran redonditas conmigo a la habitación.
— No me interrumpas en el trabajo, Crystal — le reproché mirandola ceñuda.
Ella levantó las manos en señal de rendición — como digas, Leanne, nos vemos luego.
La vi alejarse moviendo sus caderas con esa falda negra y ese cabello rubio y largo tan suyo.
Crystal sólo era una jugadora, sus relaciones no duraban más de dos meses porque se aburría muy rápido. Lo bueno era que no siempre venía en plan de intentar convencerme de salir con ella, otras veces traía cafés y donas y comíamos mientras mirábamos televisión en el gran televisor del vestíbulo. Otras veces jugábamos algún juego de mesa y era agradable. Bueno... hoy no era uno de esos días agradables.
El resto del trabajo siguió igual de aburrido que siempre y en la noche llegué a la casa de Wyatt tan cansada que sólo pude bañarme y dormir.