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—¿Crees que no me doy cuenta de lo que estás tratando de hacer, muñeco?

—No sé si te has dado cuenta de cómo estoy. Llevas provocándome y no has hecho nada; al menos déjame verte desnuda o dame una ayudita. Tienes una mano muy pequeña, con eso me puede ser suficiente, o quizás me muestras lo que puede hacer esa boquita.

—Eres muy divertido, pequeño. 

—¿No te gustaría que te use yo? No tengo la misma experiencia de Akira, pero puedo causarte placer, ¿No es eso lo que buscas, hermanita? Akira está casi muerto, no podrás sacarle nada a él como querías.

—Veamos que tienes para mí y luego decido, guapo — quitó mi ropa, dejándome completamente desnudo—. Definitivamente eres hermano y casi hijo de Akira. Estás muy grande para tener esa edad que tienes, solo te di un poco, ¿y puedes estar así de duro? Que niño tan travieso—me estremecí al sentir sus manos, necesitaba liberarme para poder sentir algo de alivio.

—¿Puedes hacerlo más rápido? — le pedí y ella sonrió.

—Estás muy húmedo— no pude controlar jadeos involuntarios, estaba desesperado de que me quitaran ese calor y ardor en todo el cuerpo, sentía que mi cabeza explotaría, y que iba a morir, porque hasta el aire me faltaba. No puedo salir de aquí sin liberar todo esto, porque podría hacerle daño a Kaori, y no quiero hacerlo.

—Tienes una expresión muy dulce, ¿Tan bien se siente?

—Sí, eres maravillosa. Tus manos son muy suaves— se detuvo y se arrodilló frente a mi.

—Te sentirás mejor— acercó mi pene a su boca y lo lamió. Me sentía asqueado de lo que estaba viendo, en mi sano juicio jamás hubiera hecho tal cosa, pero si quiero salir de aquí, debo hacer un sacrificio. Cerré mis ojos para no seguir viéndola y estaba a punto de correrme, pero ella se detuvo.

—Todavía no— se levantó y bajó su ropa interior. Maldije internamente muchas veces, porque no logré lo que quería. Deseaba que me soltara para poder matarlo y terminar con esta tortura—. Quiero que veas algo— se recostó sobre la mesa que estaba alfrente y abrió sus piernas—. ¿Lo ves? Podrás saciar esas ganas con una mujer — metió sus dedos en su vagina y comenzó a gemir, se masturbó frente a mi, hasta que escuché que gimió fuerte y mordió sus labios. Me estaba sintiendo muy mareado, si no descargo esto, voy a morir; era sumamente desesperante—. Ahora pareces más a tu hermano, todo un animal. Para que veas lo buena que soy, te daré a probar— se levantó de la mesa y se acercó—. Te soltaré, pero si haces una tontería, mis hombres allá fuera te matarán— soltó las cadenas y me lancé sobre él—. Calmado, bestia.

—¿Por qué? — le agarré el cuello y lo recosté sobre la mesa—. Te daré un buen trato. Vas a morir de placer, literalmente— la penetré fuertemente y sentí como ese calor, se iba disipando en cada embestida. Continué estrangulándola y ella forcejeaba con mis manos y tiraba patadas para sacarme de encima, pero entre más lo hacía, mis manos rodeaban y presionaban con más fuerza. No quería matarla rápido, tenía que usarlo para liberarme por completo de este calor infernal, y así lo hice, cuando terminé dentro, presioné su cuello, hasta que dejó de moverse y lo solté. Me sentía un poco aliviado, pero no era mucho. Sé que si Kaori se entera de esto, va a odiarme, pero todo lo hice porque no tenía de otra. Cogí el arma que ella tenía y me puso la ropa para acercarme a Akira.

—¿Akira?— le quité las cadenas y lo ayudé a caminar.

Lo recosté en una esquina de la cabaña y busqué su ropa para ponérsela. Su cuerpo estaba temblando. Luego de varios intentos fallidos tratando de despertarlo, Akira abrió sus ojos. Estaba rojo y su respiración estaba agitada, aún el efecto de la droga no lo había descargado del todo y su cuerpo estaba teniendo una reacción a la droga.

—Tenemos que salir de aquí, papá. Esa perra está muerta ya, y tengo su arma. Hay que buscar a mamá y a Kaori. Necesito tu ayuda, por favor.

—¿Lin?

                  Lisa

Ya habíamos salido al pasillo y no había nadie, caminamos lentamente hasta las escaleras, y ahí fue donde vimos a varios hombres abajo; todos tenían rifles. Si nos arriesgamos a bajar, nos matarán.

—Buscaremos en los demás cuartos, a ver si encontramos un arma, o algo para defendernos.

—Esta bien, mamá.

—No te separes de mí.

Entramos a todas las habitaciones, pero no había nada. No creo que en esta casa haya vivido nadie, no había nada en ninguna gaveta, armario, ni siquiera cuadros.

—¿Qué haremos ahora, mamá?

—No sé, Kaori, no puedo arriesgarte.

—Podemos tratarlo, mamá. Tratar de desarmar a alguno y defendernos.

—No es así de fácil, hija. Si fallamos, nos harán polvo y tu estás embarazada.

                   Lin

Papá se levantó y su cuerpo estaba muy tembloroso. Toqué su frente y me di cuenta de que estaba ardiendo en fiebre.

—Akira, si necesitas tiempo para aliviarte un poco, puedes hacerlo. Te ves muy mal.

—Olvídate de eso, hay que salir de aquí. Lo hiciste bien, estoy orgulloso de ti, Lin.

—¿Se supone que un padre esté orgulloso de saber que su hijo mató a alguien?

—Somos un caso aparte. Ahora salgamos de aquí, y busquemos a nuestras mujeres. Solo espero que ese tipo no le haya puesto una mano encima, o lo mataré.

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