Sentí mucho dolor en mi vientre, una sensación de desgarro junto a una presión, que me hizo retorcerme.
—Llamaré al doctor— Akira trató de irse, pero le sujeté la mano.
—No te vayas — me esforcé mucho para poder decirlo, me dolía demasiado al tratar de hablar.
—Me quedaré contigo, princesa— Akira me besó en la frente, y luego se mantuvo al lado de la camilla sujetando mi mano. Se veía afligido, pude darme que estuvo llorando, porque sus ojos lucían inflamados y rojos.
—Otra ves te hago preocupar— murmuré casi sin voz.
—No vuelvas hacerme esto, por favor.
—Lo sien… —no pude pronunciarlo, me dolía demasiado.
—No digas más, solo no lo vuelvas hacer— sus manos estaban temblando, y trató de poner una en mi rostro, no me gusta verlo así. Siempre lo hago preocupar por ser tan imprudente. Odio ver su dulce rostro triste, más me odio a mi misma por ser la causante de eso.
—¿Nuestro hijos?— pregunté.
—Están bien, es una larga historia, pero recupérate primero, mi cielo.
—Tienes que buscarla.
—¿A quién?
—Mi hermana.
—Fue ella quién te hizo esto, ¿cierto?
—Búscala, por favor.
—La estoy buscando. No me pidas que no le haga nada, lisa, no puedo pasar esto por alto.
—Solo búscala.
—Te prometo que la voy a encontrar, ¿Está actuando sola?
—Había un hombre con ella.
—Los buscaré. Tienen más pistas de dónde puede estar ese hombre. Si damos con él, podemos llegar a ella.
—Tienes que cuidar a nuestra familia, ella tratará de hacerles algo.
—Estarán bien, tengo a todos mis hombres allá. Si intentan hacer algo, no dudarán en matar a quien sea. Necesito que te recuperes, amor, tenemos que sobrepasar esto juntos.
—Sí, tengo que salir de aquí.
—Ese es mi corderito — Akira me besó en la frente—. Te amo mucho.
—Y yo a ti, mi amor.
Pasaron varios meses. Me dieron de alta al mes después de la cirugía. Akira ha estado en todo el proceso de recuperación conmigo. Nos quedamos a vivir aquí mientras tanto. No se ha despegado de mi ni un solo momento. Ha sido muy buen esposo, me ayuda a levantarme, a caminar, a bañarme, hasta me alimenta él mismo. No ha querido que haga nada por mi cuenta. A pesar de lucir como alguien malo, en el fondo es lo más dulce que puede existir. He estado recibiendo terapia física y tratamientos, me he sentido mucho mejor y más estando con Akira. Akira me explicó sobre lo que tuvo que hacer para sacarme del país. Mi madre y Mr. Jefferson piensan que estoy muerta. Los he preocupado también a ellos. Extraño mucho a mis hijos. Hace días atrás fue el cumpleaños de Kaori, y la llamé aparte para felicitarla, sin que se dieran cuenta. Pude hablar con Lin, la ha estado cuidando. No me gusta la idea de saber que están encerrados y pasando por todo esto por mi culpa. Solo espero que esto acabe pronto y no termine de una mala forma. Solo espero que Inka reaccione y busque ayuda.
Estaba acostada en la cama, cuando Akira llegó al cuarto y se acostó al lado mío.
—¿Cómo te sientes, princesa?
—Bien, mi amor.
—¿Completamente bien?
—¿Ya estás pensando en tus calenturas?
—Lo siento, es algo complicado. ¿No te hace falta?
—Me hace daño tenerte cerca, no puedo estar a tu ritmo ahora, Akira.
—¿Y eso qué importa? Tenerte así cerquita, y no poder tocarte como quiero, eso sí hace daño.
—No creo que sea conveniente.
—No estoy pidiendo que lleguemos a eso, solo te pido que me dejes tocarte.
—¿Qué cosas dices? ¿No es suficiente cuando me ayudas a bañar?
—¿Eres tonta o es qué te haces? No hablo de esa forma. Hablo de una forma que te ayude a sentir mejor— metió su mano dentro de mi ropa interior.
—Akira...
—Cuando más mal estuve, tú me ayudaste, ¿recuerdas? Siempre has estado conmigo y has cuidado de mi.
—Pero tu no estarás satisfecho, Akira.
—Si lo estaré. Ver tus expresiones cuando te estás sintiendo bien, me hace sentir más que satisfecho— me besó apasionadamente. Tal parece que hubiera pasado mucho tiempo desde la última vez que sentí sus manos en mi cuerpo o que probé sus dulces labios, mi cuerpo se estaba sintiendo muy caliente. Es increíble que aún después de tantos años, aún pueda sentirme así por él. Puede provocar tantas cosas en mi, que jamás he sentido por nadie—. Eres tan hermosa— sus dedos los movía gentilmente y besaba lentamente mis hombros y subía mi cuello.
El teléfono sonó interrumpiendo el momento.
—¡Mierda!— miró el teléfono—. Es Kanji.
—Responde.
—En otra circunstancia hubiera explotado está mierda, pero ahora más que nunca necesito estar pendiente al teléfono. Seguiremos con esto cuando termine, corderito— respondió el teléfono.
Llamada telefónica
—Tenemos buenas noticias, Akira. Han cometido un error, trataron de salir del país. Los detuvieron en aduana, iré personalmente a resolver el problema— dijo Kanji.
—Buenas noticias al fin, vamos a salir para allá. Ya sabes a dónde llevarlos, por ningún motivo los dejes escapar.
—El aeropuerto está completamente custodiado, necesitarán de un milagro para poder huir.