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—¿Qué quieres, Akira?— pregunté nerviosa

—Vamos al estudio.

—salió sin decir más

Aún estaba en toalla, así que me vestí y bajé al estudio. Akira juntó sus manos y las llevó a su boca, lucía algo pensativo.

—He estado pensando, y sí es cierto que las cosas no están funcionando. Supongo que si quieres tu libertad y espacio, tengo la mejor opción para eso.

—¿A qué te refieres?

—No, no hablo de matarte. No pienses tonterías— me miró fijamente

Ya veo que puede saber lo que pienso, aunque viniendo de él, no estoy segura si sea cierto.

—Entonces, ¿A qué te refieres?

—Vamos a mudarnos a otro estado, haremos una vida diferente, uno por su lado y el otro por el otro. Estarán ambas seguras, y no se afectará Kaori de esto. Podemos quedar frente de ella como si aún estuviéramos juntos, que no sienta esa distancia entre los dos. No sé si estés de acuerdo, pero creo que será lo mejor —la idea no me parece mal, pero no sé si pueda soportar estar tan cerca de él, luego de todo lo que ha pasado entre nosotros

Será más difícil para los dos, pero la seguridad de Kaori es primero, debo olvidarme de lo que siento por ahora.

—Estoy de acuerdo. Haré esto solo por el bienestar de nuestra hija.

—Entonces no se diga más. Busca tus maletas y empaca todo.

—¿Ahora?

—Si, entre más pronto sea mejor.

Tenía muchas dudas, pero no quisiera preguntar nada que vaya a cambiar su actitud. ¿Qué planea hacer con la venganza? ¿Será que desistió de ella?

Salí del estudio y preparé todas las cosas de Kaori, y luego las mías. Akira entró a la habitación y cruzamos mirada, es algo incomoda la situación entre los dos así.

Nos dirigimos al aeropuerto, ya el Jet nos estaba esperando.

—Bienvenidos a bordo, ha pasado tiempo, Akira— dijo el piloto

—Si, esta vez estoy con mi hija y mi esposa.

Saludé y seguí caminando con Kaori para llevarla a la cama. Estaba todavía dormida, así que me acosté a su lado en una de las esquinas de la cama. Al rato Akira regresó y se recostó en la otra esquina, dejando a Kaori en medio.

—¿Tienes miedo?— preguntó Akira

—No, no mucho.

—Hubiera preferido que si lo tuvieras ahora mismo —Akira desvió la mirada

Quise cambiar el tema

—No pudimos despedirnos de mi mamá o de Mr. Jefferson.

—Él sabe de nuestro viaje, es solo tú mamá quien no lo sabe. Puedes llamarla mañana temprano.

—No la he visto hace 8 meses, no sé si quiera saber de mi.

—¿Cómo sabrás si no lo intentas?

Tiene razón, pero aún así siento algo de remordimiento por lo que le hizo la última vez que hablamos. Ella debe sentirse más solo que antes, sin mi papá, sin mi hermana y ahora sin mi. Fui muy cruel, pero tenía que evitar que le hiciera mas daño a Akira.

—Lisa, ¿puedo pedirte una última cosa?

—¿Qué podría ser?

—Esto sonará egoísta, pero ¿Puedo besarte por última vez? 

No sabía qué responder, no podía negarme a mi misma que también quisiera, pero no sé si deba. No me ayuda con la fuerza de voluntad que asumí; quizás las cosas no debían terminar de mala forma y podemos cerrar este capítulo de nuestras vidas, por ahora.

—Si, Akira —respondí

No sabía dónde poner mi cara de vergüenza. Akira se levantó de la cama y se fue por mi lado, yo me levanté también. De todas las veces que lo he besado, el saber que eso es lo que espera me pone nerviosa y no sé cómo hacer. Akira tomó la iniciativa, como siempre hace, y puso sus manos alrededor de mi cuello acercándome a él, y me besó. Un beso que alejó mis miedos, inseguridades, hasta nubló mis pensamientos. Tan tierno y dulce, que sentía ganas de más. Daría todo por que la dura realidad fuera distinta y pudiera seguir sintiendo esto, pero con el Akira de ahora. Pude escuchar un sonido tierno de él al besarme, supongo que al igual que yo deseaba más, pero no es buena idea. Acercó mi cuerpo al suyo, haciendome sentir su calor, podía percibir su dulce olor. Tenerlo tan cerca me estaba matando por dentro. Le sujeté los brazos, intentando alejarme de él.  Él se detuvo y retrocedió

—Lo siento— caminó a otro lugar del avión

¿Por qué es tan difícil renunciar a la persona que amas?

Fueron varias horas de vuelo, no sé exactamente cuántas fueron, pero parecieron eternas. Estar en un mismo lugar con Akira me hacía daño. Akira lucía triste, estuvo en todo momento lejos. Ni siquiera regresó a la cama, creo que durmió en una de las sillas.

Al bajarnos del avión, Akira se encargó de bajar a Aoi, y yo salí con nuestra hija. Hacía mucho frío, cubrí como pude a Kaori y Akira se detuvo, quitándose el abrigo y poniéndolo por encima de ella, cubriéndola del frío.

El viaje del aeropuerto a nuestra nueva casa fue corto, por suerte.  La nueva casa era muy grande, no veía la necesidad, ya que solo somos tres, pero él sabe lo que hace.

Escogí uno de los cuartos y Akira entró.

—Mañana a primera hora me entregan los documentos con nuestra nueva identidad. Iremos juntos a comprar todas las cosas para el cuarto de Kaori. ¿No te está malo?

—No, para nada. Me parece bien. Gracias, Akira.

Akiro desvió la mirada. Se debe sentir igual de incómodo que yo. Caminó donde Kaori y le dio un beso en la frente. Antes de salir de la habitación se acercó a mí y me dio un beso en la frente también. No lo esperaba, por lo que me avergoncé.

¿Por qué tiene que doler tanto?

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