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A la semana me llamó Jefferson para decirme algo importante. Mañana es el cumpleaños de Akira, aún no se que pueda regalarle. Pensándolo bien, aún no conozco mucho sobre él. Estamos casados y él conoce más de mi, que lo que yo sé de él. Claro, ignorando la calentura. Quisiera poder preguntarle, pero siempre evade el tema. Jefferson quiere hacerle una fiesta sorpresa, aún sabiendo que a Akira no le gustan las sorpresas. No sé si tome a mal que me quede en silencio sobre eso. Hemos estado en buenos términos, pero es alguien que se molesta de cualquier cosa. Debo buscar una forma de que vaya mañana a la fiesta. Él ha estado toda la mañana en la empresa, quisiera ir para estar un rato con él. Realmente la casa se siente sola cuando no está. Siento necesidad de él. Supongo que no está demás que de vez en cuando lo visite, ¿no? Tengo temor de interrumpirlo si está ocupado.

Después de un tiempo de pensarlo me animé a hacerlo. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué esté reunido o que no esté en la empresa? No es la gran cosa. Le pedí al chofer que me llevara. Tardó algo en lo que pude convencerlo, pero lo logré. Al llegar a la empresa todo estaba en orden, aún Akira no había conseguido una asistente; supongo que el trabajo debe de ser cada vez más difícil. Me dirigí a su oficina y toqué la puerta, pero no hubo respuesta. La abrí lentamente, pero no estaba ahí. Entré para poder echar un vistazo a la oficina y poder oler su perfume. Lo he extrañado mucho recientemente. Me acerqué a su silla y me senté, imaginando como si estuviera aquí. Últimamente me he sentido sensible. Solamente con oler su perfume, mi cuerpo lo siento extraño. La verdad sentía ganas de que me tocara, pero supongo que no es el momento. No debo pensar en eso, estar en la oficina de él y hacer algo como eso, estaría completamente fuera de lugar. Creo que esta vez la de las hormonas revueltas soy yo. Pensando en todo eso, apareció Akira. Quedé levantada al lado de su escritorio, como si fuera un soldado. No escuché la puerta cuando la abrió. ¿Desde cuándo estaba ahí? Se quedó mirándome fijamente y caminó al escritorio.

—No pensé encontrarte aquí. Es una sorpresa. ¿Estabas verificando que todo estuviera en orden?— sonrió.

—Algo así— desvié la mirada.

—Deberías hacerlo más seguido—se sentó en la silla.

Sentía las ganas de besarlo, luego de todo el día sin saber de él y tenerlo tan lejos. No quiero estar un segundo más distante. Me subí encima de él en la silla y lo besé. Sentí ese impulso de que fuera mío en ese momento.

—Oh, parece que una tierna gatita quiere jugar con su dueño— me sujetó firmemente por la cintura.

—Me haces mucha falta.

—¿Está siendo honesta mi corderito? Si tanto quieres verme, puedes llamarme. No importa dónde o con quién esté, iré por ti.

—No quiero interferir con tu trabajo, Akira.

—Eres un millón de veces más importante, tonta.

—Sé mío, Akira — le pedí.

Me quité la camisa y los botones de la suya. Bajé el cierre de su pantalón, no quería aguantar ni un segundo más sin poder sentirlo. Lo deseo como jamás he deseado a nadie en la vida, quiero creer que las ganas se trataban en parte por el embarazo.

—¿Así que viniste preparada, linda?

Moví mi ropa interior introduciendo su miembro dentro de mí. Akira soltó un gemido muy provocativo al sentir como estaba. Quizás a veces tomar la iniciativa es excitante.

Hoy he estado más sensible de lo normal. Solo he estado deseando esto todo el día. Al poder tenerlo dentro de mí, me hacía sentir satisfecha, pero a la misma vez quería más. Quiero poder disfrutar de su expresiones mientras lo hacemos. Podía sentir la humedad de mis fluidos cada vez que entraba. La expresión de Akira me hizo darme cuenta que lo estaba disfrutando. Akira mordía mi oreja y eso provocaba un escalofrío y corriente muy dentro de mi. Me levantó en sus brazos y me recostó sobre el escritorio. No lo hacía tan rápido, pero si profundo, lo que me hacía perder el control de mi misma.

—Akira, te amo—fue como si hubiera presionado un botón en él.

Mordió mi cuello y lamió el área. Su rostro se veía muy rojo, como si hubiera perdido el control de él mismo tanto como yo. Subió su boca a mis labios besándome y mordiendolos con desespero. La bestia que habita en Akira cada vez era más visible. Sus movimientos eran más desenfrenados.

—Perdóname, lisa—murmuró agitado.

—¿Por qué, Akira?

—Por no controlar mis ganas de destruirte cada vez que te siento y te escucho de esta manera. Sé que te lastima a ti y al bebé, y me siento miserable por eso, pero dime ¿cómo me detengo cuando me das esa mirada?

—No nos estás lastimando. Sin darte cuenta has moderado eso—me aferré a su cuello y lo besé.

—Te amo, no quiero perderte nunca—al continuar moviéndose de esa manera dentro de mi, y escuchar esas tiernas palabras, me hacía sentir mejor de lo que ya me sentía.

Me besó con mucha intensidad y pude percibir su calor dentro de mí. Ese calor que hacía que mi cuerpo llegara al clímax. Tenía tantas ganas de esto. Al terminar de recoger todo el desastre que hicimos, Akira se notaba algo preocupado.

—¿Te sucede algo?

—No, corderito. Mañana quiero que salgamos y hablemos—es muy inusual que me diga que quiere hablar conmigo, ¿Será algo malo? Mañana en su cumpleaños, espero poder convencerlo de ir a la casa de Mr. Jefferson.

—Esta bien, mi amor.

Me besó y luego se arrodilló frente a mí dándole un beso a mi barriga, como hace normalmente todos los días

—Lo siento, chiquito. Tu padre es muy malvado— murmuró.

—¿A qué viene eso? ¿Aún piensas en lo que dijiste?

—¿Me harás pensar en otra cosa?—se levantó del suelo.

—Sí, tonto—lo agarré del cuello y le di un beso.

Al ver su cara sorprendida, salí de su oficina haciéndole una burla y riendo.

Tengo que pensar en algo para mañana, ¿Qué podría regalarle y que le guste?

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