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Historia Paralela Nuevo Comienzo Capituló 4: Un destino incierto.

Iniciaron la marcha y Aurora miró desde atrás a esas personas heridas y cansadas.

Lloraron por haber sido salvados, pero también por aquellos que murieron tratando de defenderlos.

Solo era un grupo de personas que deseaba ir a un lugar mejor lejos de los constantes enfrentamientos de los señores de la guerra.

Sin el poder para cruzar el mar que esos poderosos individuos controlaban y sin la fuerza para huir de este continente.

Una caminata lenta bajo su vigilancia.

¿Ella había pasado esto antes?

Tal vez, sus pensamientos no deseaban aflorar debido a que no era momento para decaerse y llorar.

Avanzaron lentamente en una marcha sin rumbo, con una atmosfera triste y lúgubre mientras revelaban miedo.

Miedo a las criaturas, miedo a los monstruos y miedo a que otros milicianos los atacaran.

El miedo era el compañero de los refugiados y era un conocido de todos… Incluso de ella.

¿Lo que hizo estuvo bien?

No lo sabía, solo se movió como lo hizo desde que llego aquí… De forma mecánica.

Escuchaba un pedido de ayuda y ella se movía para solucionarlo.

Salvar a personas estaba bien, pero ella se movilizaba solo por el simple hecho de ahogar sus emociones y pensamientos.

¿Lo lograba?

Solo por unas horas antes de decaer en un mar de lágrimas y llanto.

No era fuerte, solo era una joven cuyo sueño de ser heroína fue destrozado por la realidad cruel y trágica.

No, a lo mejor era una asesina con las manos teñidas de sangre y con demasiados cadáveres a su espalda.

¿Pero no era esa la realidad de este mundo?

En Oriente Medio se llevaba una guerra contra demonios y los reconocidos jugadores estaban en ambos lados asesinando a sus enemigos y oponentes.

Ya no era ingenua y entendía que en esas zonas de guerras había personas inocentes, ciudadanos de esos países caídos tratando de huir como refugiados.

Muerte, sangre, dolor y pena… Esa era la cruel realidad

Como si no deseara que los pensamientos revolotearan en su mente, Aurora se movió cuando llego el momento.

Llegó el almuerzo y las mujeres, niños y jóvenes se notaban hambrientos.

A pesar de que tenían suministros, nunca había sido demasiado y racionaron.

El luchador se levantó a pesar de que las pociones de curación no habían hecho tanto efecto.

Wiyghan Makeba era su nombre, solo era un refugiado de Rango A que deseaba a apoyar su gente.

El Señor de la Guerra 'Gran Kan' lo quiso reclutar porque era fuerte y por tal razón los milicianos utilizaron a sus conocidos cuando él los rechazo… Persiguiéndolos y asesinándolos.

Ese luchador se dispuso a cazar y ella lo ayudó.

Dándose cuenta de su garrafal error e imprudencia.

Su ahogamiento de sus emociones la llevaron a cometer errores.

No fue al salvar a las personas o ponerse en el lado malo de un señor de la guerra que se hacía llamar a sí mismo 'Gran Kan', era el error de venir a ayudar sin estar preparada.

Solo había tomado sus cosas y había tratado de venir lo más rápido posible, ignorando el hecho de que las personas que iban a rescatar podían no estar en las condiciones adecuadas.

No había traído ni siquiera alimento para todos.

La línea entre ayudar y causar problemas era fina y ella se tambaleó a la segunda.

Tenían una larga caminata por delante y era un viaje que ella no había esperado, mostrando que ni siquiera había pensado en esa posibilidad que debería haber sido un hecho.

Sin embargo, Aurora solamente se quejó unas cuantas veces en silencio antes de seguir moviéndose.

Hoy había cometido un error por no estar preparada, pero la próxima vez no iba a repetirlo.

Makeba le enseñó a rastrear algunas criaturas y a encontrar frutos comestibles por los alrededores.

Escondidos bajo un árbol o en la cima, hongos en la oscuridad de una gran roca.

Saber diferencia lo comestible de lo peligroso fue algo que a ella le costó, y Makeba le enseñó lo que pudo mientras terminaban el trabajo.

La caza fue lo más fácil.

Ella era veloz y lo sabía, su maestro, que no había visitado recientemente deseando que no viera su estado, la alababa por ello.

Su sistema, que lo había llevado a conocer a su anciano maestro, se quedó en silencio, quizás sin saber cómo consolarla o que decir.

Ya no era una niña que al caerse y rasparse la rodilla podía ser animada, consolada y curada por su sistema.

No, ahora había crecido y se había caído.

Una caída más dolorosa de lo que había podido imaginar y una que su sistema no podía curar.

Sin querer reflexionar, ella, al volver al campamento temporal con los animales cazados, volvió a moverse para ayudar a preparar la comida.

Ellos tenían algunos utensilios y muy diferente a ella que no estaba para nada preparada.

Despellejando los animales y aprendiendo de los demás, como si su amiga no pudiera resistir su lentitud, se unió y a diferencia de ella, Alice aprendido más rápido.

Si, ella debería haber traído cosas para alimentar a su hermana, después de todo esa glotona amaba la comida.

A pesar de que llevaba algunas bolsas de papitas y no le gustaba compartir, al final lo hizo y ella pudo ver una mirada trágica y apenada.

Como si hubiera perdido todo… Esa era la mirada destruida que su glotona hermana dio y Aurora soltó una sonrisa.

Era pequeña, pero logró sorprender a su amiga… A su hermana e hizo como si su trágica perdida de papitas se hubiera recuperado.

"La próxima vez llevaré una gran reserva… Y una reserva para mi reserva."

Alice dio esas palabras en voz baja mientras veía como otros comían sus aperitivos delante de ella.

Una mirada bastante difícil que hizo, que Aurora diera otra sonrisa y le prometiera recompensarla.

También le había fallado a su glotona al no tenerla alimentada como se merece.

Cuando fue la hora del almuerzo, ella ayudó a preparar con los demás la carne de un antílope que consiguieron cazar de la zona y al comerlo, ella lo encontró sin sabor.

Como alguien que había acompañado a Alice a comer en distintos restaurantes y como siempre estuvieron solas, se podía decir que ella era… Una niña malcriada.

Al menos eso era cuando se trataba de las comidas.

No era como si estuviera asqueroso, se notaba la experiencia de los cocineros al hacer algo aceptable con lo poco que tenían y el inconveniente era la falta de especias que para aquellos acostumbrados resultaba difícil de dejar pasar.

Sin embargo, no se quejó y no puso mala cara, comiendo lo que debía comer.

Había pensado que su glotona hermana, que era una 'gourmet' frunciría el ceño al comer, pero a diferencia de ella, esa glotona estaba maravillaba.

Se podía decir que estaba mintiendo y estaba dando una falsa impresión, pero era imposible.

Alice era alguien que se quedaba absorta en la comida sin necesidad de ocultar nada y esta vez fue igual.

El día continuo y la marcha avanzó con lentitud… Demasiada lentitud.

Caminar entre los pequeños bosques secos tan normales de esta zona, por zonas llenas de insectos, serpientes y víboras peligrosas, fue una odisea.

Cuando la noche los alcanzó ella estaba cansada… No solo por ser uno de los tres miembros que tenían algún tipo de fuerza, sino que el mismo viaje la dejó exhausta.

A diferencia vagar sola en donde tenía algunas comodidades para ella misma, aquí había que cuidar a más personas.

Ahora en esta misión estaban solos y no estaban los gobiernos apoyando u otras organizaciones ofreciendo ayuda… Aquí estaba ella y Alice en una misión que terminó volviéndose más difícil de lo que había imaginado.

Llegado a la noche, ella sacó su carpa que tenía las comodidades básicas y la instaló.

Eran dos dormitorios y un baño, este último el bien más valioso de estas desoladas tierras.

A pesar de que deseo compartir su dormitorio con todos los demás, fue rechazado vehementemente por Turay, quien trataba de organizar todo para no molestarla.

Era como si no deseara exigirle más de lo que había dado y Makeba estuvo de acuerdo.

Al final, Alice entregó su dormitorio para que los más jóvenes pudieran descansar con más comodidades y ella aceptó felizmente a esa glotona que tenía una gran sonrisa al querer dormir a su lado.

Si estuvo feliz de recibirla y eso se mostró durante la noche.

Con Makeba haciendo la primera guardia, ella no pudo descansar como se debía.

Las pesadillas llegaron una tras otras como si desearan mostrarle que esto era un infierno… Que había caído en el pozo de la desesperación.

Cuando despertó a mitad de la noche llorando, su hermana la abrazó cómodamente.

"Llora... Puedes llorar, yo estoy aquí." Murmuró Alice suavemente en su oído mientras la abrazaba con cariño.

No tenían la misma sangre, pero esa glotona no era solo su mejor amiga… Era su hermana.

Esnifando y temblando en sus brazos, ella trató de resistir sus lágrimas, pero su amiga volvió a palmear su espalda.

"Puedes llorar, nadie te escuchará." Susurró suavemente ocultando el dolor en su voz.

Toda la habitación había sido cubierta por su sombra y ningún ruido podía salir, pero todo ruido podía entrar... Aislando en lugar en una oscuridad que para ella se sintió cálida.

Y lloró a cántaros.

Gastando todas sus lágrimas hasta que volvió a quedar dormida en el abrazo de esa glotona que estaba dando lo mejor de sí para tratar de ayudarla.

Cuando despertó ya era la mañana y todos estaban por partir, sin darse cuenta se había quedado profundamente dormida y quien hizo guardia fue solamente Alice.

Ella se disculpó, pero a los demás no le importó y solo Alice exigió que la invitara a comer.

La solemnidad de Alice fue tal que parecía como si le estuviera exigiendo que entregara su alma… Lo que hizo que su expresión se relajara un poco.

El día inició otra vez y esta vez a medio día Makeba, que llevaba una radio, escuchó un pedido de ayuda.

La otra parte estaba pidiendo ayuda a causa de que la aldea estaba siendo atacada por criaturas y era un pedido desesperado que expresaba total desesperanza.

Ella se movió.

No podía quedarse escuchando el pedido y dejando a Makeba atrás para que protegiera a la gente, se llevó a Turay.

A pesar de su velocidad llego tarde, lo suficiente tarde como para que bastantes personas murieran.

No solo eran adultos, sino que ancianos y niños… La crueldad de estas tierras se dejó a la vista cuando la criatura que Turay llamó 'Smilodon Fatalis' atacó un pueblo con otras criaturas.

Como si ella se deseara desahogar, mató a todas las criaturas, mientras que Alice la acompañaba en esa masacre.

Esa bestia mágica era de Rango A, pero tenía inteligencia y controlaba a otras bestias mágicas de menos fuerza.

Lo peor era que le gustaba la carne humana y era por esa razón que atacaba asentamientos humanos, eligiendo los lugares en donde no había usuarios de habilidades.

La crueldad no se encontraba solamente en humanos, sino que también en bestias mágicas.

Cuando le explicaron a donde iban, el jefe del pueblo miró a su hogar arruinado y pidió unirse.

Tras enterrar los cadáveres y que ella guardara la mayoría cosas de valor, se unieron a la fuerza principal y cinco días después estaban a mitad de camino con más de mil personas en su grupo.

Se empezó con cincuenta, pero solo se necesitó cinco días para que su grupo aumentara de manera inevitable.

¿Por qué y cómo?

Porque era fuerte.

Esa era la respuesta que le dio Turay cuando la vio aturdida al ver el gran número que se había formado o cuando algún pueblo le pedía unirse.

Estas tierras eran crueles.

La vida era dura antes del 'Gran Cataclismo', pero ahora… Era mortal.

Criaturas, bestias mágicas, señores de la guerra y sus milicianos, mazmorras temporales y mazmorras naturales.

Lunáticos, esclavistas y sectarios que buscaban material de sacrificio.

Ante esa crueldad el único alivio era estar bajo alguien fuerte, alguien que parecía cubrir el cielo por ellos, evitando su sufrimiento.

Ella lo pudo entender, pero entre más tiempo pasaba más cuenta, se daba de la dificultad de dirigir un gran grupo.

Turay se encargaba de hablar con todos tratando de organizar lo mejor que podía las cosas y a la vez calmar la situación.

Makeba trató de crear un grupo para defender a todos para que el peso en su espalda disminuyera.

Todo mientras ella y Alice pasaban por todas partes cazando criaturas, encontrando comida y deteniendo los peligros.

Las muertes sucedieron… Serpientes que mordieron a una anciana, desnutrición, insolación, fiebre y otros factores que ella jamás había imaginado.

La única razón por la cual podían atravesar esta crueldad era porque ella tenía pociones, pergaminos y todo tipo de objetos de curación.

Si algo le dio importancia su padre y su madre cuando la dejaron salir por su cuenta, era llevar objetos para protegerse o proteger a otros.

Los pergaminos de curación eran comunes y las pociones eran muchas.

Sin embargo, esto le mostró la dificultad de la tarea que estaba llevando a cabo.

Una misión en solitario en donde no había apoyo externo.

La comida pudo ser tratada debido a que, si bien ella no era buena para distinguir algunos alimentos de cosas peligrosas, su sistema empezó a darle algunos consejos hablando por primera vez en mucho tiempo tratando de ayudarla.

Su anillo espacial y su sistema que tenía un almacenamiento propio eran capaces de guardar todo lo comestible y al mismo tiempo impedir que se pudriera gracias a sus cualidades internas.

Aun así, Aurora había sentido el ambiente y sabía que las cosas estallarían rápido.

Lo hizo luego de que en la radio el 'Gran Kan' exigiera a toda la aldea y pueblo alrededor del antiguo país 'Chad' se rindiera y obedeciera a su nuevo 'señor'.

Aquellos que no aceptaban serian asesinados y sus hogares quemados.

Eso causó pánico y a pesar de que Turay trató de calmar los ánimos, no lo logró y todo estalló.

"¿A dónde vamos estaremos a salvo? No, ellos vendrán por nosotros."

Alguien hizo esa pregunta y debido a que todos ya conocían la historia de todos, se dieron cuenta de que el primer grupo era perseguido.

"Necesitamos rendirnos. El Señor de la Guerra vendrá a matarnos. Ellos mataron a su gente y el 'Gran Kan' exigirá venganza." Gritó otro hombre logrando elevar algunas voces de apoyo.

"Solo la muerte les esperaba bajo un lunático." Anunció Makeba con un tono serio.

Ese hombre se burló.

"La muerte nos espera de este lado. ¿Cuál diferencia hay? ¿Crees que esas niñas nos protegerán siempre? ¿Crees que tienen esa capacidad para luchar con un señor de la guerra veterano?"

Hubo silencio.

Era alguien que buscaba problemas, pero también era un individuo que tenía miedo y ese miedo fue evidente al ver más allá del ahora.

Esa 'niña' ante los ojos de todos era una joven que parecía querer convertirse en una heroína.

Salvando gente llegando desde el cielo, tratando de ayudar todo para sentirse bien consigo misma o por algún asunto de este estilo… A lo mejor, lo fue.

Era posible que cuando empezó a ayudar, cuando salió a luchar contra monstruos, simplemente lo hizo por el interés sobre los héroes, queriendo replicarlo.

¿Ahora era esa persona?

No, antes fue ingenua, pero se había dado cuenta de lo que quería hace bastante tiempo.

Si le preguntaran por qué ahora mismo ayudó, la respuesta era simple.

Era porque su cuerpo se movió de manera involuntaria.

Quería ahogar sus emociones, pero había múltiples formas para hacerlo, algunas no tan peligrosas, sin embargo, cuando alguien le pidió ayuda… Ella se movió mecánicamente para ayudarlo.

Sí, estaba aquí porque su cuerpo se movió de manera involuntaria para ayudar, pero incluso consciente se movería de esa forma.

¿Tenía la capacidad para luchar contra un señor de la guerra?

Ya había asesinado a individuos iguales de peligrosos y con la misma fuerza.

¿Los protegerá para siempre?

Esa era una gran pregunta y la respuesta que encontró de inmediato era que resultaba imposible.

Aunque le doliera no podía estar en todas partes y eso significaba que no podía proteger a todos… Tal como perdió a aquellas personas que le importaban cuando fueron dejados en una supuesta ciudad segura y ella estaba en otra parte.

"¿Cuándo el 'Gran Kan' venga exigiendo nuestras cabezas por seguir a unas niñas que haremos? Él vendrá y traerá su ejército de milicianos queriendo asesinarnos a todos para demostrar que no debe ser desobedecido." Expuso el hombre con un tono frío, logrando que el silencio se extendiera y mirando a las personas, anunció. "Si vamos con ellas, solo iremos a un pueblo que espera la muerte."

Turay se quedó en silencio dejando ver que en cierta forma era verdad.

El pueblo era pequeño, peligroso y estaba en medio del desierto, alejado de todo.

Como si fuera poco tenía el bosque mágico al sur cerca de ellos y si no fuera por ellas, entonces era posible que ya hubieran muerto la primera vez.

No era una suposición o para creerse importante, la primera vez que ella llegó a ese pueblo los residentes estaban en peligro.

Todas las miradas se dirigieron a ella y a su compañera.

Alice recibió las miradas de manera indiferente y esperó a que ella respondiera.

¿Los protegería para siempre?

No.

¿Tenía la forma de salvarlos?

Sí.

—No estás sola.

Su sistema dio su comentario, uno que no solo apuntaba a su hermana, sino que a sus padres y en cierta forma a él… Sea lo que fuera.

Era porque sabía que no estaba sola, que podía ayudar a las personas y no a medias, sino que hasta el final.

Teniendo todas las miradas en ella, su expresión se volvió seria.

"Si se quedan a mi lado les prometo que daré lo mejor de mí para protegerlos a todos… Me encargaré de protegerlos hasta que todos puedan estar a salvo en un buen lugar."

Esas fueron las únicas palabras que salieron de su boca.

No iba a dar un discurso motivacional tratando de alentar a que todos la siguieran convenciéndolos uno por uno.

Daría lo mejor de ella para protegerlos dando todo de sí… Haciendo lo que debía hacer para protegerlos.

Eso era lo que podía hacer ahora mismo y lo trataría de demostrar con sus acciones.

Ellos la veían como alguien fuerte, pero no lo era… Solo era una niña que tenía pesadillas dolorosas por la noche y se despertaba llorando en los brazos de su hermana hasta quedarse dormida otra vez.

Solo era una joven que cuando tomaba su espada temblaba logrando que su mente recordara la viscosidad de la sangre… De todos a los cuales había cortado con ella.

No era una heroína con altos valores, solo era alguien que deseaba dar lo mejor de sí para todo lo que tuviera que hacer.

Las personas se dividieron y cerca de trescientas personas decidieron irse.

Ella no fue tacaña y dio parte de sus pociones u objetos junto a una parte de la comida que no era necesaria todo en uno de sus anillos espaciales.

A pesar de que no confiaban en ella, no le molesto y ella trató de ayudarlos lo mejor que pudo.

Entonces Aurora los vio partir mientras que su grupo se preparaba con una atmosfera de desesperanza.

"¿Qué harás?" Preguntó Alice mientras estaba a su lado.

Ella miró hacia adelante a su grupo.

Sabía que tenía dos opciones.

Una era irse de ese continente llevando a todas las personas que la siguieron.

Sin embargo, a pesar de que no había conocido a ningún señor de la guerra y no conocía al 'Gran Kan' conocía a los lunáticos de esa misma especie.

Sabía que incluso si ella se iba muchos se quedarían aquí y sufrirían cruelmente el destino de los conquistados.

Así que solo tenía que elegir la segunda opción.

"Me quedaré." Respondió en voz baja.

Su cuerpo se seguiría moviendo de manera involuntaria y era probable que más personas se unieran al grupo en el futuro.

¿Lo hizo porque estaba perdida en sus emociones y quería distraerse en otra cosa?

No lo sabía, pero al menos ahora quería hacer esto.

"Entiendo me encargaré de informar a nuestros padres. La última vez que conteste su llamada me regañaron por 'escapar de casa' y 'malcriar' a mi hermana." Murmuró Alice en un tono bajo.

Era como si no le gustara ser regañada, pero a la vez soportó la culpa.

Si fuera por Alice, al único lugar que 'escaparía' seria a un restaurante… Y la verdad era que desde que eran jóvenes, Aurora era la fuente por la cual ambas se movían.

Hacia un destino incierto.

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