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CAPÍTULO 173- Secuestro.

Humanos contra demonios.

CAPÍTULO 173

Estoy cocinando huevos en una estufa y Nirfa entra a la cocina. Está usando una falda roja y una blusa negra. Está usando medias largas negras, pero no está usando zapatos... Bien, ya no está desnuda. Se ve linda con esa ropa.

—Huele delicioso, Daniel. ¿Qué preparas?

—Estoy cocinando huevos revueltos, acompañados con una crema que me gusta llamarla "crema Daniel", que básicamente es leche, mezclada con jugo de limón, sal y carne molida… Suena asqueroso, pero sabe bien…

—Bueno… Esa combinación suena mal… ¿Sabe bien?

—Bueno, a mí me gusta.

—¡Buenos días!- Dijo alguien detrás de nosotros… Esa voz… Esa voz llena de energía… Esa voz dulce y alegre.

N-no... No, no, no, no, no.

—Mierda… ¡Mierda!

Los dos nos damos la vuelta y observamos a Alex, parada en la puerta.

N-no... ¿Por qué?

Está usando el vestido verde con la manzana… El vestido que usaba cuando la conocí. Está sonriendo… Está alegre… Es la misma Alex que conocía.

N-no... No es la misma... P-pero es idéntica... ¡Mierda!

—¡Hace mucho tiempo que no te veía, Daniel!

—D-Daniel, ¿es realmente Alex?- Dijo Nirfa confundida.

Tomo del brazo izquierdo a Nirfa y la hago a un lado.

Me paro frente a Nirfa para protegerla.

Tener a Alex frente a mí, me provoca un dolor en el pecho… Por mi culpa, ahora es un demonio.

—Ella no es la misma Alex que conocemos… Creí que tendría más tiempo para prepararme…

Rei aparece en mi mano izquierda.

—¿Me matarás? Pero yo solo vine a hablar contigo, Daniel.

Me dirijo a ella e intento cortarle la cabeza.

—Te extrañé.

Las palabras de Alex hacen que me detenga.

N-no puedo hacerlo... Sé que debo, pero... no puedo.

Me detengo justo antes de que mi espada toque su cuello.

—N-no… ¿No puedo hacerlo?

Suelto a Rei y comienzo a temblar.

—¿P-por qué no me atrevo?

Alex se acerca a mí.

—Quiero hablar contigo, Daniel.

Me toma de la mano derecha con sus dos manos… Me está acariciando las manos.

Tan... cálido.

—Alex, yo...

—Quiero hablar contigo… ¡en nuestra base!

Me toma el brazo y me lanza por la puerta.

Rompo la puerta y unos tentáculos me atrapan… ¡Es Neka!

—Hola, Daniel.

Alex se acerca a nosotros saltando.

—Nos divertiremos mucho, Daniel.

—¡Dejen a Daniel!

Nirfa intenta atacar a Alex, pero Alex salta y golpea a Nirfa en la cara con su pie derecho.

—¡No quiero perder el tiempo con una asquerosa Elfa!

¿A-asquerosa...? Ella realmente no es la misma Alex.

Nirfa choca contra una pared y cae al suelo… Está herida… Sangre sale rápidamente de su nariz.

Lo siento, Nirfa... Soy un inútil.

No puedo usar magia por culpa de Neka... Lo siento, lo siento.

—Daniel…

Alex toma un tentáculo.

—Vámonos.

No puedo hacer nada. No puedo usar magia. No tengo la fuerza suficiente para derrotar a Alex y a Neka con mis puños.

Cometí un error... Soy patético.

—Perdón, Nirfa.

Desaparecemos de ahí.

Nirfa se levanta con dificultad y grita.

—¡¡Sandro!!

Rei vuelve a su forma humana.

—Está bien… Esto es malo… Daniel entró en shock… Ver a sus compañeras de nuevo le afectó.

—¿Por qué siguen vivas?

—Creo que sé por qué… Pero primero busca a Sandro.

(Mundo 50.)

Dreimo está sin camisa, haciendo abdominales en el suelo. Sus cosas están al lado de él. Tiene un buen cuerpo, parece que ha entrenado por años.

Kiasan lo está observando, sentada en una silla.

—Ha estado aquí por días… Está loco.

Dreimo se levanta y bosteza.

—¿Puedo bañarme en tu casa? Necesito un baño.

—¡No te dejaré entrar a mi casa, idiota!

Dreimo saca una pequeña bolsa de su mochila.

—Tengo 1,000 Merkas. Te pago por usar tu baño.

Kiasan traga saliva… Es una tentadora oferta.

Una oferta que no pudo rechazar.

—E-está bien… ¡Pero rápido!

Dreimo le lanza la bolsa y Kiasan la atrapa.

—Solo necesito 10 minutos… Tal vez 20.

Se dirige a la puerta y cierra los ojos.

—¿Debería irme? El Rey me dijo que sea paciente… Me quedaré más tiempo.- Pensó.

Abre la puerta y observa el interior. Es una elegante casa enorme, con escaleras, sillones, pinturas, esculturas… Es bastante elegante.

—Vaya, es enorme…

Voltea a ver a Kiasan.

—¿En dónde está el baño?

—Sube las escaleras, primera puerta a tu derecha.

—Gracias.

Dreimo se dirige a las escaleras y bosteza.

—Tengo sueño.

(Minutos después.)

El baño de la casa es muy limpio. Tiene un inodoro, un lavamanos y una enorme bañera.

Dreimo está desnudo, dentro de la bañera, que está llena de agua.

—Este mundo se parece a mi mundo… No hay tecnología, pero están muy avanzados… Es interesante.

Una chica de unos 20 años, entra al baño. Usa una falda corta negra y una blusa de manga larga negra. Tiene el cabello azul y corto. Usa medias blancas largas y zapatos negros.

Una chica que no se puede considerar hermosa, sino adorable.

—¿Tú eres Dreimo?- Dijo con un tono sin ánimo… Un tono bajo.

Dreimo voltea a verla.

—Sí… ¿Eres Lana?

—Sí, soy Lana.

—¿Me podrías pasar la toalla que está en el suelo?

Lana toma la toalla y se la lanza.

Dreimo la toma con su mano derecha y se levanta de la bañera.

Lana se pone un poco roja y Dreimo sale de la bañera.

Ella se puso nerviosa porque, por primera vez en su vida, vio a un hombre desnudo.

Se pone la toalla y se acerca a ella.

—¿Puedo cambiarme primero y luego hablamos?

—C-claro…- Dijo con el mismo tono bajo y sin ánimo.

(Mundo 1.)

Diego está haciendo abdominales en el suelo. Está al lado de una cama. Está en una habitación pequeña.

Cristhela está a su lado, observándolo.

Diego usa un pantalón negro y una camisa blanca, ropa normal para no resaltar. Dax está a su lado, flotando en su forma como espada.

Cristhela está usando su parche rojo, lentes negros, una blusa roja, una falda negra corta, medias largas blancas y zapatos negros. Ropa que no la harían resaltar demasiado entre los aventureros.

Diego está sudando demasiado, está demasiado cansado, pero sigue dando su máximo esfuerzo.

—Llevas dos horas haciendo eso, deberías descansar.- Dijo Cristhela.

—Esa chica logró derrotar a nuestro ejército fácilmente… Su poder de hielo es increíble… Nei es realmente poderosa.

—Debemos atacarla de lejos.

—Yo ya tengo un plan… Pero necesito tener más fuerza.

Diego salta y se para.

—Bueno… ¿Quieres ir por algo de comida?- Dijo Diego con una gran sonrisa.

Cristhela se levanta y sonríe.

—Vamos.

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